El mundo del cortometraje es la cantera de la que están saliendo muchos de los directores más interesantes del momento. Lástima que no todos tienen suerte, bien sea por los azares de la distribución o bien porque no saben adaptar el talento demostrado en el corto al largometraje. En los últimos años Juan Carlos Fresnadillo, Nacho Vigalondo, Javier Fesser y Borja Cobeaga han sido candidatos al Oscar con sus cortometrajes y todos ellos, por diferentes caminos y de diferentes formas, han demostrado que estas candidaturas no fueron casuales. En el caso que nos ocupa, el de Borja Cobeaga, su debut como director de largometrajes es Pagafantas (ya esta terminando el segundo), una película que gozó de las simpatías del público y de la crítica en el momento de su estreno. Y es que es difícil no sentirse cercano y a veces hasta identificado con el protagonista de la historia.
Pagafantas es todo aquel pringao que aunque está perdidamente enamorado de una chica, generalmente buenísima, no consigue ser nada más que su amigo, su confidente y su osito de peluche. Pero quien se la lleva a la cama siempre es otro, generalmente mas alto, más guapo pero también más cretino. Esta película es la historia de uno de ellos.
Chema, el protagonista, corta con su novia de toda la vida con la intención de vivir la noche bilbaína a tope. Pero lo único que consigue es quedarse prendado de una seductora chica argentina que solo ve en él un tierno apoyo del que sacar provecho. Una madre controladora pero de buen corazón y un jefe paternal será el coro que acompañe al bueno de Chema en su particular y divertido calvario.
Borja Cobeaga no se ha complicado mucho la vida para se debut. Ha hecho una película sencilla sobre un asunto más o menos cercano y ambientada en un entorno de sobra conocido. A todo ello le ha añadido unas buenas dosis de ingenio y sentido del humor, y el resultado es una película tan fresca como, seguramente, intrascendente.
Los medios con los que ha contado el director para llevar a cabo su película son limitados, eso es obvio, pero se ha esmerado con un guión eficaz y con alguna idea muy bien resuelta. En cualquier caso este guión no seria el mismo sin los tres actores que le dan vida. Empezando por el protagonista, el debutante en el cine Gorka Otxoa, que parece nacido para interpretar este papel. Para acompañarle en el empeño están los estupendos Kiti Manver y Oscar Ladoire que saben dar con el tono justo que la película necesita.
Ahora solo queda pedirle al director Borja Cobeaga que mantenga la frescura en su siguiente historia, pero que sea un poco más ambicioso.