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España España · A Coruña
Voto de Carli:
10
Drama Andrei Gorchakov, un poeta ruso, recorre Italia en compañía de Eugenia con la intención de investigar la vida de un compositor del siglo XVI sobre el que está escribiendo. En su viaje se encontrarán con el apocalíptico Domenico. (FILMAFFINITY)
28 de marzo de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El arte consiste en explicar por sí mismo y a su entorno el sentido de la vida y de la existencia humana. Es decir: explicarle al hombre cuál es el motivo y el objetivo de su existencia en nuestro planeta. O quizá no explicárselo, sino tan sólo enfrentarlo a este interrogante.”

Nos encontramos seguramente ante una de las mayores experiencias vitales que un ser humano pueda sentir mientras ve una película. El genio ruso eleva el cine a una categoría suprema, donde nunca antes un director consiguió llegar(ni conseguirá llegar nadie en el futuro). Una cinta sobre un alma perdida que abandona su país y que no deja de sentir nostalgia y añoranza por el lugar y las experiencias que allí vivió. Esto mismo es lo que sentía Tarkovsky en aquella época, cuando harto de batallar contra las autoridades soviéticas, decidió rodar esta película lejos de su país natal. Por lo tanto el protagonista no deja de ser una extensión del propio director, que lo sumió en una crisis existencial.

Entre una densa niebla un coche transita por un paraje hermoso. El coche para, una mujer entra en una iglesia mientras el hombre(alter ego del director) espera junto al automóvil. El motivo no es otro que contemplar un cuadro, el cual le deja emocionada y rompe a llorar. La pintura es la "Virgen del parto" de Piero della Francesca. Mientras, el sacerdote la obliga a arrodillarse para rezar, algo a lo que ella se niega. Aquí ya tenemos una declaración de intenciones, ya que la auténtica espiritualidad que consigue conmoverla está más en la contemplación de una obra de arte que en los tradicionales ritos cristianos. Lo religioso ya no le vale al cineasta ruso en esos momentos de desamparo en los que se haya inmerso.

La obra, con una estructura narrativa no lineal, nos presenta a un poeta ruso que lleva meses de visita en Italia intentando recavar información sobre un compositor de siglos pasados. Lo ayudará en su misión una joven y bella intérprete italiana. La Italia que nos presenta el maestro ruso recuerda a la Grecia de Angelopoulos en filmes como "Paisaje en la niebla" o "La mirada de Ulises", con tonos grisáceos y una densa bruma, creando una atmósfera mística. Esa nieblina quizás sea un reflejo de cómo el espíritu de su Rusia natal invade el país transalpino. Las localizaciones del filme son hermosas, generando planos mágicos, con un lirismo desbordante. En uno de estos escenarios, Bagno Vignoni, localidad termal de la Toscana donde se hospedan ambos, nuestro protagonista comenzará a interesarse por un loco llamado Domenico, del que la gente se ríe y lo toman como un lunático. Domenico solo le pide a Andrei un acto de fe para salvar al mundo. Y con este argumento a priori tan sencillo, Tarkovsky construye una de las películas más poéticas y con mayor impacto visual que se han hecho nunca.

Como en otros trabajos del cineasta soviético los sueños vuelven a ser parte importante de la película. Estas secuencias oníricas, filmadas en tonos sepias, plasman recuerdos del poeta ruso, principalmente de su mujer y su madre, a las que extraña de manera ostensible. Para el director ruso los sueños forman parte de la realidad, ya que los recuerdos forman parte de lo que vivimos. Poco a poco el protagonista verá in crescendo el sentimiento de nostalgia hacia su tierra, transmitiendo también su falta de fe en el mundo, algo recurrente en toda la filmografía de Tarkovsky. Precisamente esos son los dos principales temas reflejados en la obra. Sus personajes principales son seres marginados por la sociedad, que no dan encajado en el mundo que les rodea. Esto puede ser un reflejo de un director que nunca tuvo apoyos en su país, teniendo que emigrar a Europa en sus últimos años de vida.

El poeta ruso es una persona incapaz de expresar sus sentimientos, algo que contrasta con la espontaneidad de Eugenia, que siente atracción hacia él. Los planos están cuidados al detalle, con una sofisticación que todavía hoy impresiona. Las largas secuencias vuelven a ser una constante, al igual que los sonidos del viento, el fuego o el agua, como suele ser habitual en toda la obra del maestro ruso. El trabajo de cámara resulta apabullante, movíendose de manera casi imperceptible para el espectador. La última escena es inolvidable, el mítico plano-secuencia donde el escritor intenta atravesar la piscina con una vela encendida(fabuloso travelling de ida y vuelta). Diez minutos para reflejar el esfuerzo de esa tarea aparentemente tan sencilla. Y aquí acaba el viaje espiritual, poético y existencialista que nos propone el bueno de Andrei Tarkovsky.

Un milagro de película. No hay necesidad de entender todo, simplemente deleitarnos ante cada plano de este genio irrepetible. Una obra inmarcesible, imperecedera e inimitable.
Carli
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