Serie espectacular, pero que indudablemente va perdiendo fuelle en comparación con la gloriosa primera temporada.

Me ha sorprendido especialmente el resultado de la mitad de esta segunda temporada, ya que con John Malkovich estaba segura de que el enfrentamiento inevitable de talentos con Jude Law produciría realmente un tsunami dentro de la Iglesia, una guerra enconada basada en lo divino que hay en las cosas cotidianas de Lenny Belardo, y la doliente visión del atardecer del nuevo papa Juan Pablo III.

Visiones diametralmente opuestas, lo desenfadado que comenzó como norma en "The young pope" y se ha convertido en un derecho en la segunda temporada se instala para contarnos en clave de ministerios eclesiásticos casos execrables de personajes secundarios, cuyas penurias Sorrentino está utilizando para tapar la prolongada ausencia de Jude Law en un equivocado intento de convertir la serie en un producto filosóficamente `perfecto, con un lenguaje enriquecedor y frases memorables que más tarde solemos recordar.

Las intepretaciones son buenas, tirando a descafeinadas coronadas por un sobreactuado John Malkovich poniéndose rimmel cuyas intrigas en el Vaticano jamás podrán hacer que nos olvidemos de Lenny.