Quentin Tarantino es un genio. Olvidemos por un momento la discusión de si su cine nos parece arte o un compendio de violencia bien rodada. Este caballero lleva años viviendo de hacer lo que más ama, nada de cosas comerciales, mal que nos pese, siempre rueda lo que le interesa y encima da la sensación de pasárselo pipa.

Aquí homenajea un tipo de películas, absolutamente cierto, si no te va el estilo western o ese cine rollo Kun-Fu, esta película te decepcionará y aunque te parezca bien rodada y con buenas interpretaciones (tremenda Uma Thurman que llegó desesperarse durante el rodaje por las exigencias de su mecenas y una muy sexy Daryl Hannah, parche incluido), te aburrirá y te parecerá que es repetitiva.

Mi buena calificación se debe a que cuando quiere, este señor es un narrador de primera. Se marca una pequeña historia de manga y se hace un cómic que más de uno quisiera que se le hubiera ocurrido para realizar una saga. Elige la música con gusto, tiene buen toque para los actores y sabe impactarte. O lo amas o lo odias.

Kill Bill no es, ni muchísimo menos, ninguna obra maestra, es más, tiene momentos zafios, de mal gusto, cosas gratuitas y visceralidad que busca ser más gamberra que otra cosa. Pero es que entre tanta irreverencia, hay momentos de muy buen cine, de ese talentoso videoblubero que en el fondo Tarantino nunca ha dejado de ser...

Como excelentemente titula una crítica de esta página, poema a la venganza, si es que esa opción es posible.