Creo que algo mitificada por la sana nostalgia, "Los cazafantasmas" es uno de los exponentes del cine norteamericano más comercial de los ochenta, pero nada exento de talento, imaginación y cara dura para proponer diversión al espectador. Bajo la dirección de Ivan Reitman, el equipo de improvisados buscadores de fenómenos paranormales, liderados por un carismático Bill Murray, en uno de los mejores momentos de su carrera.

Igual que ocurre con "Regreso al futuro" y otros exponentes de estos alocados años, debe recomendarse al espectador que ponga el piloto automático a la hora de buscar mucho rigor a coherencia; esto es un parque de atracciones donde si te abrochas el cinturón y te dejas llevar, vas a disfrutarlo enormemente. Junto con la sabida eficiencia de Murray, nombres como Dan Aykroyd, Harold Ramis o Ernie Hudson dan también un firme do de pecho, bajo la pegadiza melodía de estos antihéros de una New York de pizzas y gárgolas que cobran vida.

Mención aparte para Sigourney Weaver y Rick Moranis, muy divertidos en sus personajes, perfecto apoyo para la trama principal, mientras se suceden unos efectos especiales que hoy han quedado caducos pero que en aquellos días podían dejar alucinado a cualquiera que se cruzase con ellos.

Muy entrañable y símbolo de una época, que nos perdonen los más jóvenes por premiarla un poco más de la cuenta.

Y es que, en definitivas cuentas, eran los ghostbusters.