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Voto de Hans Castorp:
9
Serie de TV. Romance. Drama Miniserie de TV (2020). 12 episodios. Marianne (Daisy Edgar-Jones) y Connell (Paul Mescal) son dos jóvenes que intentan madurar en la Irlanda sumergida por la crisis financiera del 2008. Adaptación de la novela de Sally Rooney, definida por The New York Times como la primera gran escritora 'millennial'.
7 de mayo de 2020
74 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagino que todos hemos experimentado en algún momento ese primer amor de juventud. Un sentimiento arrollador que pone toda nuestra vida patas arriba y nos arroja a un mundo desconocido, el mundo del otro. Hasta ese momento habíamos vivido confortablemente refugiados en el yo, pero cuando percibimos al fin que existen otros ‘yoes’ y tenemos acceso a ellos, toda nuestra percepción de la realidad cambia para siempre.
Marianne y Connell son dos jóvenes que se conocen y se enamoran en la Irlanda de principios del siglo XXI. Él es un chico popular aunque reservado, con un círculo de amistades muy bien definido. Ella es una chica brillante pero solitaria, que no encaja en la escuela y que anhela horizontes más amplios para su vida. Pero el amor surge y no hay nada que ellos puedan hacer a pesar de que sus efectos sean devastadores.
Éste es más o menos el punto de partida de la historia. Nada original, nada extraordinario, de ahí el título de la serie y sin embargo... A mí me ha parecido todo menos ordinario.
Empecemos por los protagonistas. Daisy Edgar-Jones te cautiva desde el primer momento en el que la cámara pone su objetivo en ella. En seguida intuyes que no es una chica corriente. Su agudeza mental, sus críticas aceradas para defenderse de los que la rodean, su sensibilidad, su belleza sin estridencias, sus inseguridades, todos los atributos de la juventud están perfectamente descritos e interiorizado en su personaje.
Paul Mescal, sin embargo, cuesta hacerse querer. No sabía que existiera algo parecido a la flema irlandesa, pero aunque el actor realiza una interpretación muy contenida que genera cierto distanciamiento, finalmente te haces con ella. Especialmente en la parte final de la serie, con algunos episodios de alta carga dramática en los que consigue emocionarnos por completo.
Creo que una de las virtudes de la serie es que a pesar de que no ocurre nada excepcional en ningún momento, no consigues apartar la mirada de la pantalla, estás como hipnotizado observando las vidas de los personajes, sufriendo con sus errores y disfrutando de sus buenos momentos. Todo está narrado con una inmediatez y un realismo que te atrapan, un poco a lo Rohmer, sabiendo captar igual de bien esa poesía de lo cotidiano. Además, los episodios están escritos y rodados con una sensibilidad fuera de lo común. Imagino que contar con la escritora de la novela en los guiones ha sido un plus extraordinario, pues se nota que los personajes están tratados con mucho cariño.
Algo que me ha dado mucho que pensar es que desde el primer momento tenemos claro que los dos protagonistas se quieren con locura. Esa frase que ella comenta en una ocasión después de hacer el amor “con los demás no es lo mismo” se me ha quedado grabada con fuerza. Y, sin embargo, esa mochila de complejos e inseguridades que cargamos perpetuamente desde la infancia está constantemente dinamitado una relación que podría ser perfecta. Tal vez sea que buscar una relación perfecta es un perfecto error, o tal vez que muy a nuestro pesar, el amor no lo puede todo, como ingenuamente pensamos cuando somos más jóvenes.
Decía Sartre que el infierno son los otros, pero a veces, muy pocas, poquísimas, descubrimos también que el paraíso existe y que a éste se accede a través de los ojos de otra persona. Quizá sea solo un breve espejismo que dura unos cuantos años y luego termina, pero sea cual sea su duración, desde luego vale la pena. ¿No os parece?
Hans Castorp
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