Le Havre

Filme de buenas intenciones –en toda la extensión de la palabra–, donde el conflicto es tan sutil, aunado a una edición lineal y un pobre desarrollo de personajes, el cual termina por generar cierto desinterés en desproporción a los galardones inexplicablemente obtenidos. La adversidad por tenue que resulte, debe ser resuelta de tal forma que la felicidad predominante resulte encantadora, aquí simplemente no existe ese dominio.

Aprecio y me gustan muchas de las películas que desde la irrupción de Godard, podemos denominar como cine de autor. Todas estas películas pretenden acercarse en muchoa casos a la realidad, pero desde un punto de vista menos convencional, con unos personajes de a veces poco previsibles reacciones, con un determinado estilo estético, cierto realismo mágico y siempre que pueden, alineándose con algún factor social o política de la realidad actual.

Hago este disertación, porque si tuviera que explicar esto en imágenes, creo que este film ilustraría bastante bien esta corriente cinematográfica.

El film no está mal, aunque tanto estatismo (coincido con Boyero en lo de los ersonajes marcianos de Kaurismaki) me distancia un poco. La historia es correcta, se tratan varios temas de interés, con solvencia, el amor, la clase social, los vecinos, la amistad, la inmigración,... y la no excesiva duración del film, una constante en el cine de Kaurismaki, facilitan su buena asimilación.

Las interpretaciones quizás sean lo mejor, todos los actores están francamente bien (salvo J.P.Leud, una pena, muy pasado), destacando a Wilms y Darroussin, y su actuación da plena réplica al universo Kaurismaki, enfrentándose desde la estoicidad interpreatativa a situaciones la mar de surrealistas.

Lo dicho, original, curiosa, no apasionente, pero si interesante, no decepcionará a los seguidores de Kaurismaki, y quizás sea más accesible para aquellos que no lo hayan conocido con anterioridad.

Vale la pena ir a "Le Havre". Nosotros fuimos y decidimos quedarnos. En "Le Havre" está la gente con la que nos gustaría vivir: bohemia, sencilla, solidaria. Gente que en algún momento del pasado creímos que podría existir y que ya no encontrábamos ni en las películas. Aquí sí. Están todos en ese puerto de cuento que es "Le Havre", retratado por la elocuente cámara de Kaurismäki. "Le Havre" es un lugar donde los milagros se hacen realidad. En "Le Havre", personajes reales llevan a cabo acciones reales y, sin embargo, parecen nacidos de un sueño. Los espacios donde sucede la acción, el vestuario, el color y los movimientos de cámara transforman lo cotidiano en prodigioso. Como en alguna película de Capra, pero en colores y con un tema de rabiosa actualidad: la inmigración ilegal, el orden del Estado contra el ciudadano y la unión de los humildes, de los desheredados, para hacer frente a la injusticia.

Desde mi incultura como crítico de cine y mi casual virtud, o disvirtud de mezclar y comparar películas "El Havre" es la correcta mezcla De "Welcome" de Philippe Lioret y de "El señor Ibrahim y las flores del Corán" de François Dupeyron.
Comunicacion no verbal, toques teatrales y atemporales acompañados de un color suave que ayuda a dramatizar a la vez que desdramatiza. Cine crítico al estilo frances, muy fácil de ver y de llorar, aunque a veces llorar no sirva de nada.

Tiempos de crisis, angustias vitales, desencantos, dolores de muelas... En medio del fango, como ya lo hicieran Nakache y Toledano hace nada en la vibrante Intocable, aparece Kaurismäki -con más garbo y calidad- y todo se vuelve menos denso y espeso, más humano y fácil de exprimir. Recuerdo el Hollywood de la guerra, la necesidad de héroes cercanos, útiles y creíbles como el John Doe de Capra, y asimilo en ese estado a Marcel Marx.
Se me ocurre pensar que el director finés pudiera haber escogido otro modo menos agradable, pero alejo la idea y decido reconocer que prefiero esa denuncia firme, aunque soterrada, hecha a base de amor, decencia y esfuerzo personal. Y también me alegro de que parta del neorrealismo (¡qué bello homenaje en algunos momentos al limpiabotas de De Sica!) y su pausada y contenida emoción, pero no termine como suele terminar él.

Leo de Le Havre que rinde pleitesía en parte a Bresson. No lo veo tanto, pues los actores de Le Havre... sienten, respiran y se percibe con una claridad pasmosa, mientras que Bresson presumía de convertir en monotonía inexpresiva a cada miembro del reparto hasta conseguir que la más visceral escena fuera interpretada como quien está delante de un estanque lanzando piedras al agua (y no es en absoluto una critica, más bien al contrario).

Agradezco la decisión de Kaurismäki, como la mía de no autoflagelarme más de lo imprescindible y gozar con preciosas joyas de sencillas pretensiones y que te hacen recordar que el mundo está lleno de bellas y admirables personas.