Le Havre

Tiempos de crisis, angustias vitales, desencantos, dolores de muelas... En medio del fango, como ya lo hicieran Nakache y Toledano hace nada en la vibrante Intocable, aparece Kaurismäki -con más garbo y calidad- y todo se vuelve menos denso y espeso, más humano y fácil de exprimir. Recuerdo el Hollywood de la guerra, la necesidad de héroes cercanos, útiles y creíbles como el John Doe de Capra, y asimilo en ese estado a Marcel Marx.
Se me ocurre pensar que el director finés pudiera haber escogido otro modo menos agradable, pero alejo la idea y decido reconocer que prefiero esa denuncia firme, aunque soterrada, hecha a base de amor, decencia y esfuerzo personal. Y también me alegro de que parta del neorrealismo (¡qué bello homenaje en algunos momentos al limpiabotas de De Sica!) y su pausada y contenida emoción, pero no termine como suele terminar él.

Leo de Le Havre que rinde pleitesía en parte a Bresson. No lo veo tanto, pues los actores de Le Havre... sienten, respiran y se percibe con una claridad pasmosa, mientras que Bresson presumía de convertir en monotonía inexpresiva a cada miembro del reparto hasta conseguir que la más visceral escena fuera interpretada como quien está delante de un estanque lanzando piedras al agua (y no es en absoluto una critica, más bien al contrario).

Agradezco la decisión de Kaurismäki, como la mía de no autoflagelarme más de lo imprescindible y gozar con preciosas joyas de sencillas pretensiones y que te hacen recordar que el mundo está lleno de bellas y admirables personas.

Hasta el momento mi camino como espectador, por las razones que fueren no se había cruzado con ninguna obra de este afamado director finlandes. Después de un cuarto de siglo creo que "Le Havre" me llega en el momento ideal para poder degustar este plato original y colorista y descubrir un director de los llamados de autor, que imprime su estilo personal en cada uno de sus trabajos.

El puerto francés de El Havre, emblemático en el trafico de mercancías a nivel mundial, le sirve a Kaurismäki como escenario y metáfora de un mundo que nos trata como tales. A modo de fabula apuesta por la esperanza en un reducido grupo de personajes casi marginales, entrañables, reforzados por una estética anticonvencional a los cánones de belleza (aquí si que se encuentra en el interior) que son capaces de hacer frente mediante el amor y la amistad a un sistema deshumanizado e hipócrita, en donde afortunadamente también se dan excepciones. La cinta rezuma encanto, sencillez y poesía a la vez que la candidez de su planteamiento subraya con rotundidad que las cosas no son así. Inteligente planteamiento donde los actores encajan a la perfección en un ritmo casi de diapositivas con unos planos exquisitos y una fotografía que juega con un color casi irreal, bello y que a pesar de encajar en el tono de cuento existe en esta realidad tan llena de grises sin que sepamos valorarlo. Geniales los detalles de vestuario y como consigue el tono francés, el aroma del cine francés y sus creadores recurriendo a los tópicos incluida la música con una mesura y un buen gusto que hace que no lo parezcan.

Fantástico final donde a pesar de su efímera vida las flores del cerezo renacen cada año.

Excelente hombre este Marcel, el protagonista de esta preciosa y delicada historia pausada. Veo en ella ecos de cineastas que aprecio cada día más, como Bresson y José Luís Guerín, por citar algunos. La belleza de un relato pausado pero intenso, la poca expresividad que dice tanto...una auténtica maravilla. Sacudir la conciencia de una sociedad con este falso aire de inocencia me parece una muy buena intención. Hacer que pase lo que nunca pasaría para al final transmitir el mismo mensaje. Muy recomendable.

Excelente comedia dramática que responde, estéticamente, a un estilo que suele denominarse (o solía) “cine europeo”. Ambientes cotidianos y naturalistas, colores desaturados, pocos diálogos y muchos silencios, varias remisiones al mundo del arte (hasta un tango de Gardel), algunas secuencias al margen de la narración principal, más cerca del cine de autor que del clásico.
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Una historia simple con un desarrollo aún más simple, esa es su gran virtud. Aún tratando sobre un tema complejo y muchas veces indignante como es el trato que reciben los inmigrantes “ilegales”, la representación que hace de esta comunidad portuaria, inmóvil en el tiempo y lejos de la sociedad globalizada, apacigua esta realidad y muestra su lado optimista, el de la solidaridad, contando un acto de buena voluntad, una anécdota, como quien cuenta su buena acción del día.
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Así es “Le Havre” (“El Puerto”), una comedia sana que consigue el humor y a la vez logra la empatía del público mediante la simpleza, la humildad y la ingenuidad de sus personajes. La vitalidad y la fuerza de esta comunidad de “abuelos” contagia tanto como los pintorescos rincones del pueblo. Un film para celebrar y reflexionar sobre lo bueno, sobre lo que es más importante, sobre el romance, la dignidad, la solidaridad y el trabajo en equipo, y sobre la estupidez de los prejuicios y la discriminación. Muy recomendable.

No todas las películas de Kaurismaki me gustan. Esta es de las que sí…

A destacar que no es un film tan 'suyo' como los anteriores. Se trata de una co-producción filandesa, francesa y hasta alemana. Eso se traduce en un film menos nórdico, o menos frío que viene a ser lo mismo, y menos triste que otros de este realizador finlandés.

Por la temática me ha recordado otra película francesa algo anterior Welcome, dirigida por Philippe Lioret en la que un inmigrante irakí que se encuentra en Calais (La France aussi) lucha con todos los medios a su alcance para pasar a Inglaterra… llegando a intentar cruzar el Canal de la Mancha a nado. Aquella fue una película trágica.
Este en cambio es un film feliz, y un tanto acaramelado, que rezuma bondad y generosidad allá donde se mire. Todo es ternura, solidaridad e incluso buena suerte… o casi.
Un verdadero cuento, realzado por los habituales colores intensos de Kaurismaki y por la misteriosa y atemporal ambientación que le es tan propia.

Si alguien sueña con volver a ver (a mí me pasa siempre) otro film como "Un hombre sin pasado", ya se lo puede ir quitando de la cabeza. Le Havre es un film menor dentro de la obra de Kaurismaki, pero eso no quita que cada fotograma rezuma amor al cine y buen hacer.

No hace falta desvelar más detalles de lo que ocurre. Solo mencionar el aceptable trabajo del actor protagonista André Wilms y la sobria, pero como siempre intensa, interpretación de Kati Outinen, la actriz habitual de Kaurismaki.

Uno de los mejores papeles se lo lleva el inspector, encarnado por Jean-Pierre Darroussin (un habitual en los films de Robert Guédiguian), que interpreta su estereotipado papel (todos lo son en Le Havre) con un extraordinario buen hacer, y que aporta un aire entre absurdo y cómico, justo lo contrario de lo que su semblante su indumentaria podrían dar a entender en un principio.

La película viene a decir (veo que muchos aún se lo preguntan) que unidos podemos, que la solidaridad nos hace fuertes y que cualquier momento es bueno para ponerse manos a la obra...