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El quinteto de la muerte

Comedia En una casa aislada y próxima a las vías del tren vive la señora Wilberforce, una venerable anciana que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus y a los cuatro miembros de su siniestra banda de música. (FILMAFFINITY)
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes clásicos de la comedia negra y uno de los títulos más logrados del género de la época gracias al ingenioso guión de William Rose (futuro ganador del Oscar por “Adivina quien viene esta noche”), una exquisita fotografía colorida obra de Otto Heller y un gran elenco de actores con una gran capacidad narrativa de Alexander McKendrick, nombre sustancial de los míticos estudios británicos. El reparto de esta divertidísima comedia negra sobre los planes de unos ladrones poco confiables entre sí,es de auténtico lujo, con el gran Alec Guinness como jerarca del grupo y los no menos geniales Peter Sellers y Herbert Lom como miembros del conjunto de falsos músicos y amigos de lo ajeno. Sellers y Lom aparecen juntos unos cuantos años antes de encontrarse en la popular serie “La pantera rosa” como el inspector Clouseau y el comisario Dreyfuss, respectivamente.
Mención muy especial merece también la entrañable y absolutamente admirable interpretación de Katie Johnson, la amable viejecita dueña de la casa,con su genial interacción con los miembros de la citada banda.
Norton1980
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5 de enero de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque algunas escenas no han aguantado bien el paso del tiempo (por ejemplo, la "caza" del periquito), "El quinteto de la muerte" conserva aún el encanto de una comedia deliciosa y entrañable. Los personajes están muy bien definidos, apenas con unos trazos: una anciana inocente y candorosa; unos patéticos ladrones, comandados por un Alec Guiness con cara de roedor y una bufanda interminable; unos policías incompetentes y confiados... Y todo ello en una casa angosta y perdida en un extrarradio de trenes y humo, lejos del encanto tradicional londinense, y que sirve de escenario perfecto para una trama retorcida pero genial. MacKendrick juega muy bien con el espacio y maneja la cámara con muchísima solvencia en un espacio tan delimitado.

La gracia está, sobre todo, en un argumento plagado de ideas brillantes: el grupo de ladrones que finge ser un quinteto de cuerda ensayando mientras planea el próximo golpe; la reunión de ancianitas; la angustia que se genera en los sorteos con las cerillas, para asignar una tarea que todos rehúyen. Todo tiene un tono naif, los supuestos malos dan más pena que miedo, y en los personajes "desaparecen" fuera de cámara y nunca de forma explicita. No es una película de carcajadas, pero sí de sonrisas francas, como las que se generan con las visitas del policía o los malhechores haciendo desaparecer cuerpos desde lo alto del túnel. La trama tiene un desarrollo ingenioso hasta llegar a un desenlace perfecto y coherente. Una película aparentemente sencilla, pero redonda, divertida y muy simpática, que me ha gustado tanto como cuando la descubrí, hace casi 30 años.
rober
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22 de marzo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estadounidense de origen escocés Mackendric tuvo, mal que bien, el honor de inaugurar con "Whisky Galore" (1949) y de cerrar prácticamente con la que nos ocupa, una década de comedias inglesas de ámbito local producidas por Michael Balcon antes de que los afamados estudios Ealing que dirigía entonaran su canto del cisne y pasaran a manos de la BBC. Generalmente y sobre todo en USA  triunfaron las capitaneadas como en este caso por el camaleónico Alec Guinness. Comedias que 70 u 80 años después siguen funcionando y sacando los colores a miles de mediocridades posteriores del género
.
Bien estructuradas, con sólidos guiones y elencos con carisma  continúan deleitándonos a los pocos que vamos quedando, náufragos del celuloide. rodeados por mares inmensos de otros tipos de ofertas culturales y de entretenimiento que vemos pasar en un horizonte cada vez más lejano.
Guinnes comanda un quinteto heredero de los dibujos de humor negro de Charles Addams (1912-88), creador de la posteriormente cinematográfica "Familia Addans" , cuya moral y educación estereotipadamente británica les causará todo tipo de problemas a la hora de cometer un robo y tener que lidiar con la adorable e inmortal ancianita viuda la Sra. Wilberforce, interpretada primorosamente por una Katie Johnson que encontró el papel de su vida dos años antes de fallecer a los 75 años.

Nunca sabremos si el resultado final hubiera sido aún mejor si el guionista William Rose no hubiera dejado el proyecto y su guión inacabado por desavenencias con Mackendric. Es cierto que, a mi juicio, la parte final flojea y se vuelve algo repetitiva, sin que ello desmerezca el conjunto en general. La atmósfera local, casi documental, mezclada con ese ambiente de casa gótico, con esa habitación digna del "Gabinete Caligari", y esa planta baja donde reina el encaje mezclado con el exotismo de unos loros que mantienen viva la memoria de las tierras a las que viajó el difunto marido, marino mercante,de la Sra. Wilberforce y que fueron doblados por Peter Sellers..., la película esta preñada de escenas inolvidables, desde la aparición siniestra del personaje de Guinness, el robo, la reunión de las amigas para tomar el te..., en fin, una delicia, de humor tan negro como sutil donde la carcajada del gag al uso cede paso a una sonrisa interior más inteligente y a la postre más gratificante.
Todo el elenco esta a la altura. Peter Sellers podríamos decir que toma la alternativa en esta cinta de la mano de su admirado Guinnes quien basó la caracterización de su personaje en la del cómico Alastair Sim a quien el propio Guinnes recomendó para el papel.

"The Ladykillers" ocupa un lugar merecido, no sin razón, en el palmarés de las mejores comedias de todos los tiempos. No recuerdo que la versión que los Coen realizaron en el 2004 me dejara la misma huella.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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23 de enero de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una casa de los barrios del Londres interior una débil anciana estará expuesta a la crueldad y la ira de cinco individuos repulsivos con una única cosa en sus cabezas: la codicia.
Pero las tornas van a cambiar durante una noche convertida en auténtica pesadilla para los que menos lo esperan...

Y también convertida en una de las más grandes comedias salidas de tierras anglosajonas: "The Ladykillers", última película realizada por los míticos estudios Ealing (responsables de cambiar para siempre el enfoque del humor para alegrar los ánimos de una Inglaterra post-2.ª Guerra Mundial) cuando éstos ya se encontraban en su declive y dispuestos a ser absorbidos por BBC; también es la última que dirigiría para ellos uno de sus más fieles colaboradores, un Alexander MacKendrick preparado para cruzar de una vez el charco hasta los estudios de Hollywood.
Una película producto de la fértil imaginación de William Rose (quien soñó toda la historia y la transcribió a guión nada más levantarse, al estilo Luis Buñuel) que condensa todo lo bueno que la productora había dado a sus obras durante tantos años, y resulta ser el epítome de su estilo y su humor tan distintivo, siempre irrespetuoso, desafiante y satírico. El cineasta pasa de los amplios mares escoceses de "La Bella "Maggie" " a los barrios bajos y distritos de Londres para contarnos este relato de maldad y violencia situando en su epicentro a la sra. Wilberforce.

Una buena maniobra que desconcierte al público es esencial para captar su atención, y sólo hay que recordar el llanto que aterrado profiere ese bebé en su carricoche cuando la anciana de dulce e inocente apariencia se aproxima a él antes de entrar a la comisaría; perverso ejercicio de confusión que revela bajo las apariencias una horrible verdad. Desde ese momento la señora encarna un peligro más grande de lo que podamos imaginar, pues MacKendrick se sirve de ello para exponer uno de sus temas primordiales: el inmenso poder de destrucción de los inocentes.
Así, cuando la sombra de ese profesor Marcus se abalanza sobre la puerta de la anciana, la sensación de amenaza viene proyectada desde el lado contrario (la anfitriona); el director sostenía que "si la historia de un asesino se cuenta desde su punto de vista el espectador acaba simpatizando con él". Esto pretende cuando tal tiparraco, un Alec Guiness de imagen grotesca y "nosferatiana" (aunque inspirado en su ídolo, el gran Alastair Sim), decida usar la casa como cuartel de operaciones para su cuadrilla de ladrones, una serie de invididuos a cada cual más pintoresco: el asustadizo Courtney, el violento Harvey, el nervioso Robinson y el simplemente idiota "One-round" Lawson.

La estructura narrativa posee dos partes y un punto de inflexión, donde los giros de Rose proponen divertidas inversiones de roles; si en la primera la figura de esos gángsters de pacotilla aparenta ser algún peligro, la segunda desarma tal razonamiento gracias al punto de inflexión que es el atraco a un furgón en plena calle y a plena luz del día, secuencia de ritmo trepidante perfectamente filmada y calculada por MacKendrick que se ve atravesada por grandes "gags" humorísticos. Sí, estamos ante una "crook story" de pleno derecho, pero la intención de éste y el guionista no es otra que dinamitar el género.
Y la herramienta de demolición que utilizan no es otra que la dulce anciana. Los duros criminales de la novela negra se ven ahora a merced de un puñado de septuagenarias que los acorralan cuando todo el misterio ha sido descubierto (esta escena, con Guiness tocando el piano, es ciertamente memorable); y aquí es cuando el cineasta desata la locura. La fotografía de Otto Heller, de delineación expresionista, y el trabajo a la dirección artística de Jim Morahan contribuyen a ennegrecer la atmósfera hasta llevarla a sus límites más asfixiantes transformando ese Londres suburbial envuelto en sombras (cuya lúgubre estética recuerda al cine de terror de la Universal) en escenario de una batalla sin cuartel.

Una batalla que se desarrolla por una única causa: el dinero. MacKendrick desentierra y radiografía los más bajos instintos del ser humano, guiado sólo por su inmensa estupidez y corrompido por su recalcitrante codicia, y todo ello dejando que el relato se impregne de un humor negro hasta la médula, que de no ser por su perversa presencia, la experiencia del espectador para ponerse en la piel de los atracadores resultaría tremendamente indigesta. Esto sí se parece más a una novela de Thompson o Burnett, a un "thriller" al estilo de Huston o Walsh, con los criminales volviéndose contra ellos mismos, no obstante el inopinado elemento instigador es una anciana.
O más bien la inocencia de una anciana que, cual personaje "hitchcockiano", se libera de sus apariencias y convierte en maestro de ceremonias del suspense y la intriga. A ésta le da rostro una fantástica Kate Johnson de 76 años en uno de sus últimos papeles, en contra de un elenco de altura compuesto por Danny Green, Cecil Parker y unos jóvenes Herbert Lom y Peter Sellers (cuyo "gag" con los pájaros se repetiría en futuros títulos) y liderado por el soberbio Guiness; un elenco brillante, que se compenetra a la perfección tanto en la faceta amistosa como en la destructiva y que cualquier cineasta mataría por tener.

Disparatada y desencantada poética de la maldad y la ambición humanas, equilibrándose su oscuridad y humor de una forma perfecta, y es que pocas obras amargan y divierten con la misma eficacia como este indiscutible clásico no sólo de la comedia británica, sino de la comedia en general.
Casi cinco décadas después, los hermanos Coen realizarían un (ir)regular "remake" trasladando la acción a la América profunda y con un increíble Tom Hanks como cabeza de reparto...pero ni él ni esa nueva versión superarán jamás a Alec Guiness y a ésta original. Los estudios Ealing no pudieron tener un final mejor.
Chris Jiménez
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2 de abril de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante una de las obras cumbres de los famosos Ealing Studios londinenses, que tantas buenas comedias dieron a la historia del cine. Y en los que trabajaron destacados directores y actores británicos.

Comedia negra de altísimo nivel, el film de Mackendrick se mueve entre la tensión y el humor con una sutileza tan precisa como la de un reloj. Los personajes, diálogos, gags,...son auténticas joyas de orfebrería cinematográfica.
ojocinefilo
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