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La soledad del corredor de fondo

Drama Colin Smith es un joven de clase obrera que vive en los alrededores de Nottingham. Un día comete un robo en una panadería y es enviado a un reformatorio. Una vez allí empieza a correr, y gracias a sus cualidades como corredor de fondo va ganando puestos en la institución penitenciaria. Durante sus entrenamientos reflexiona sobre su vida anterior y empieza a comprender que se encuentra en una situación privilegiada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
3 de mayo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rechina un poco la utilización de recursos marcadamente televisivos, como la cámara rápida o las cortinillas entre secuencias…. No obstante, “La soledad del corredor de fondo” me ha parecido una película potente, y bien contada. El argumento entronca con las ideas básicas del “Free cinema” británico: desigualdad social, falta de expectativas para una juventud inadaptada, crisis del modelo familiar tradicional, etc. Sin embargo, existen elementos que hacen que esta obra resulte peculiar. El relato en flash-back, partiendo de la entrada del protagonista en el reformatorio, alternándolo con la historia que le llevó hasta allí, permite al espectador contraponer ambientes antagónicos. La opresión del centro penitenciario contrasta con el paisaje inmarcesible de una enorme y desierta playa de la costa de Inglaterra. La fotografía en blanco y negro (que siempre es gris) y una banda sonora desenfadada, son elementos muy apropiados para la creación de la atmósfera adecuada en cada momento. Destaca también la inspirada interpretación de Tom Courtenay, perfecta encarnación del descontento. Y, sobre todo, la verdadera fuerza de la película reside en el simbolismo de la imagen de un atleta corriendo en la naturaleza. El deporte como vía de escape y como plasmación de un permanente anhelo de libertad.

Así, salvando los escollos que deja el paso del tiempo sobre una obra que ya ha superado el medio siglo, “La soledad del corredor de fondo” me parece una muy meritoria película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rober
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2 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Free Cinema se hizo presente ante el espectador con este film. Retrató a los hijos de la clase obrera desesperanzados y para éllo el director se valió de sus miradas. Quiero destacar esta faceta de la pelicula. En los intérpretes, observándolas, nos adentramos en el mundo del que provienen y analizándolas, nos percataremos hacia donde quieren huir o si en cambio desean permanecer en el momento actual. El primer plano de las miradas debe también desplazarnos al rictus de las sonrisas de los protagonistas: sinceras o falsas...garantes o no del orden social vigente en la década británica de los años 50.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bogdanovich
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14 de febrero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine social británico nos ha dejado a lo largo de la historia una gran cantidad de películas que perdurarán en el recuerdo de todos los cinéfilos y cinéfagos que habitamos en este mundo. Y esta es una de sus cumbres.
Se trata de un drama carcelario y social, intimista pero universal que nos habla del orgullo del pisoteado por los poderosos y del maltratado por la sociedad; del marginado que sólo es usado por la clase dirigente cuando ve que puede sacar un beneficio de él. Una película que debe ser de visionado obligatorio para todos los trabajadores que se ven arrastrados a protestas y rebeliones movidos por intereses políticos, económicos y casi personales por los poderosos y que sólo sirven como arma arrojadiza para saciar el ego de los que dominan el mundo. Por lo menos que no seamos tan fáciles de manipular.
Una gran adaptación de un libro que era bastante difícil de adaptar con un gran trabajo de todo el elenco, sobre todo de su protagonista, Tom Courtenay y que sigue siendo actual a pesar del porrón de años que han pasado desde su estreno.
Ford Farleine
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5 de junio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película posee un guion formidable, con fuentes de inspiración innegables y sigue dando que hablar en estos días.

«Jerusalem» es un himno inglés, originado en los versos de la epopeya «Milton» (1804), escrita por el poeta William Blake.

No cesaré en mi lucha mental
Ni dormirá mi espada en mi mano,
Mientras una nueva Jerusalén no hayamos construido
En la verde y placentera Inglaterra.

Son estas estrofas las que cantan los alumnos del reformatorio a mitad del metraje, con ímpetu y determinación, para dar fin a un tedioso acto organizado por su director. Esas palabras representan el deseo de construir un mundo nuevo para Inglaterra. Es un himno que los alumnos entonan en la capilla, por medio del cual refuerzan su sentido de pertenencia a algo mayor (para el director, será el espíritu de las Olimpiadas).

El protagonista del film es un joven de quince años que le cuenta a su novia que desde niño le gustaba perderse de sus padres, perderse en el sentido de alcanzar la libertad, pero le confiesa que eso es imposible. Hijo de una familia obrera, ha sobrevivido a la traumática muerte del padre, quedando bajo el cuidado de una madre al que sólo le importa el dinero.

Colin Smith termina recluido en el reformatorio Ruxton Towers, donde imparten una educación represiva a punta de castigos físicos. La estadía en el reformatorio está hábilmente matizada por precisos flash-backs, de duración perfecta y muy bien ensamblados por el montaje. Colin es un chico rudo, muy delgado, que a poco andar entra en el radar del director por sus cualidades atléticas. No exterioriza emociones ante sus compañeros, pero su mundo interior es recreado por estos raccontos, mostrando su experiencia ante la muerte, el sexo y la vida delictual que han dejado profundas huellas de dolor y desarraigo. La única salida a la pobreza y desestructuración familiar será la transgresión de las normas que rigen a los habitantes de Nottingham.

La película muestra la realidad de los infractores de los años sesenta y su posterior ingreso a correccionales. Hay sentimientos de rebeldía ante los inadecuados métodos de educación. Colin representa a estos muchachos incomprendidos y encuentra en las carreras de fondo una forma de huir de todo aquello. El director lo deja entrenar en solitario para que pueda vencer a los alumnos de una escuela privada. El muchacho aprovecha su privilegiado estado físico y le hace creer al director que lucha por ganarse su respeto dentro del reformatorio, pero lo que en realidad busca es una compensación frente a lo que la sociedad le ha negado. La falta de afecto lo persigue desde el entorno familiar a la correccional y radica en la injusticia que representa la educación que ahí se imparte.

El mensaje de inconformismo frente a una sociedad llena de carencias persiste hasta nuestros días, razón por la que la cinta mantiene su frescura intacta frente al espectador del nuevo siglo. Siguen existiendo los niños en riesgo social en tránsito a convertirse en delincuentes dentro de esas instituciones.

El grupo británico Iron Maiden (de excelentes líricas) homenajea a este film con un título homónimo.

Corre sobre escalones, atravesando campos
Da vuelta para mirar quién te pisa los talones
El camino atrás del campo
La línea está cerca
Pero si quieres la gloria
Alcanza el tramo final
Los ideales son sólo huellas
Sientes que has desperdiciado la carrera.

La metáfora del corredor solitario está magníficamente lograda, por su cabeza viajan miedos y penurias, siempre corriendo y alejado del resto, apartándose del rebaño que sólo sabe seguir órdenes.

Los últimos flash-backs son breves destellos inconexos que dan un nuevo sentido a los raccontos iniciales y hacia el final del metraje regresan los versos triunfales del himno de William Blake.

Este film implicó la eclosión del «Free Cinema» en el Reino Unido, movimiento paralelo (aunque de menor duración) a la «Nouvelle Vague» de Francia, que a su vez fue una respuesta al «Neorrealismo Italiano». Estos movimientos congregaron a un puñado de directores a realizar un cine de autor, principalmente rodado en exteriores, persiguiendo la libertad de la existencia humana, utilizando novedosos movimientos de cámara y privilegiando el montaje para obtener mayor verosimilitud en las imágenes.

Se intuye la influencia de Los 400 golpes (1959) de François Truffaut, tanto en la temática como en la búsqueda inclaudicable de la libertad a través de imágenes liberadoras. Se refleja en ese chico castrado por el sistema de educación imperante, rígido y autoritario, que lo castigará escribiendo cuatrocientas veces «ofendo a los muros de la clase».

Cero en conducta (1933) es la fuente de inspiración de ambas cintas. Jean Vigo (su director) dota a su historia de imágenes verdaderamente liberadoras: la guerra de almohadas, la toma del techo, los juegos de sombras. Se burla del principio de autoridad mostrando a cuatro niños enarbolando banderas de lucha ante las injusticias acaecidas al interior de un internado. Refugio del espíritu infantil, libre de las normas que castigan a los alumnos con un cero en conducta.

Las tres películas son un deleite a los sentidos y demostración de que el cine ha sabido desplegarse, a través de las épocas, como un vehículo de crítica social.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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15 de noviembre de 2010
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correr es poner un pie detrás de otro muy deprisa. Correr largas distancias no tiene realmente ni pies ni cabeza; hasta que alcanzas una cifra redonda o llegas a alguna parte, porque en realidad uno corre contra sí mismo (excepto si tu nombre es Usain Bolt o Carl Lewis, en ese caso corres contra tu propia leyenda), pero cuando llegas al pueblo de al lado, sea este La Iglesuela del Cid, Fabara o Esplugues de Llobregat (algún día…), entonces todo cobra sentido. Cuando alcanzas el pueblo de al lado sabes que ha llegado el momento de dar la vuelta, y cada paso no es un paso menos que te queda para volver a casa, es realmente un paso más para alcanzar un objetivo, en lugar de ser otro paso de pollo descabezado. Entonces, sabes por qué corres.

Colin Smith no sabe por qué corre. Colin Smith es atractivo, espigado, bien parecido y le gusta a una chica atractiva, entregada y bien parecida. Colin Smith puede convertirse en un honrado trabajador, la cabeza del hogar y un referente para sus hermanos pequeños. Pero Colin Smith está confundido porque es joven, y se siente desubicado en un hogar donde su madre acaba de meter a un hombre en la cama aún caliente de su padre recien muerto, así que Colin Smith roba y miente y va al reformatorio. Y corre. Porque correr es lo que mejor se le da a Colin Smith.

Con la perspectiva y la soberbia moral que nos da el tiempo, la doble lectura de la película (joven que corre/joven que huye) puede parecer obvia e incluso naïf, pero cuesta no empatizar con los acerados ojos de Tom Courtenay, su paso torpe y desgarbado, su mirada adulta, y justificarlo a cada paso que da, consciente a la par que maduro, de manera que la escena final tiene todo el sentido del mundo; más de uno incluso... continúa en el spoiler, donde te destripo el final de la película.

Y si no la has visto todavía no sé qué demonios haces perdiento el tiempo leyendo esto
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Lobech
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