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F/X, efectos mortales

Acción. Intriga El Departamento de Justicia contrata a Rollie Tyler (Bryan Brown), un experto en efectos especiales, para simular el asesinato de Nicholas Defranco (Jerry Orbach), un mafioso que ha estafado a la familia durante años y que se encuentra dentro del programa de protección de testigos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cumple este film típico de los 80 en donde el departamento de justicia contrata a un experto en efectos especiales para simular un asesinato de un mafioso que esta bajo el sistema de protección de testigos. La cuestión es que todo no salda de acuerdo a lo planeado lo que comenzará a desenredar una madeja de engaños, mentiras y traiciones en donde puede llegar a pasar cualquier cosa. Dentro de las actuaciones encontramos al muy correcto Bryan Brown en el personaje principal, acompañado por el siempre eficiente Brian Dennehy. Cumple con hacer pasar un buen momento al espectador.
gustavof42
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12 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy de la idea de que toda una generación de pequeños cinéfilos comenzamos a ser mayores, o mayores aficionados, con FX, EFECTOS MORTALES. Y, habiendo conversado anteriormente como niños de otras historias, como la de Los Goonies o la de Los Cazafantasmas, nos creíamos en la cima del mundo hablando igual que adultos de las peripecias de Rollie por toda la ciudad. Es por esto, no por otra cosa, que cualesquiera valoración que pueda hacer este pobre escribiente de la obra de Robert Mandel va a venir rebozada de nostalgia.
Estuvo correcto el simpático Bryan Brown en su papel grande, odiosos los malos, patoso el gigantón Noonan, más guapa de rubia que de morena Diane Venora (luego una musita de Michael Mann) y en su línea el otro Brian, haciendo de Dennehy.
Gloriosos tiempos que fueron los del estreno de FX. Quién fuese capaz de volver a aquellos días de sol y, siquiera con artificios de fantasía, corregir los errores que después, por convicción o engañado, uno ha cometido.
PROT
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14 de marzo de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy entretenida película de intriga, de tintes ochenteros y premisa, cuanto menos, original.

Rollie Tyler (Bryan Brown) es un especialista en efectos especiales para películas de bajo presupuesto. Su talento llega hasta el FBI, quien lo contrata para simular la muerte de un conocido mafioso que se encuentra en el programa de protección de testigos. Pero la cosa sale mal cuando a Rollie se la juegan y asesina de verdad al mafioso.

La ópera prima de Robert Mandel es toda una muestra de cómo contar una historia original y otorgarle un ritmo narrativo virtuoso. Construye la historia sin apenas cambios de ritmo, con unas buenas dosis de tensión y con escenas de acción bien dirigidas y ejecutadas. Se acerca, aunque de forma superficial, a los entresijos de los creadores de efectos especiales, puramente artesanales por supuesto (hablamos de 1986), lo que da al relato un toque de originalidad del que carece otras películas de corte policíaco de mayor presupuesto.

La película contiene giros de guión inesperados y acertados que la hacen mucho más interesante, aunque no llega a desarrollar suficientemente el mundillo de los efectos especiales, tan esencial en el cine americano como lo puede ser la música en las películas de Bollywood. Si el filme hubiera desarrollado más ese tema, hubiera ganado muchos enteros.

En cuanto a interpretaciones, cabe destacar a Bryan Brown en su papel de experto en f/x, con una soltura interpretativa fresca y acorde con el tono de la cinta.

El filme cumple con creces su labor de puro entretenimiento gracias a su excelente ritmo, lo que ya de por sí es suficiente motivo para recomendarlo.
Richy
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6 de mayo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida y sin pretensiones. Un thriller algo naive, pero que gracias a la particularidad de su protagonista, como especialista en efectos, hace que sea más fresco que los de la época. Eso sí, es difícil tomarse en serio la trama y prácticamente todo los personajes que aparecen.

Puro disfrute.
Attomsk
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7 de octubre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un policía con muy mala sombra, un gángster muerto que parece que no está muerto, un puñado de agentes del Gobierno corruptos...estos engranajes forman parte de una de las intrigas más intensas de la década de los '80...
¡Y lo mejor de todo es que en su centro se encuentra un experto de los efectos especiales!

Pese a su peculiar y atractivo título, "F/X" no es la película más recordada de 1.986, teniendo en cuenta que cosas como "Top Gun", "Platoon" y las secuelas de "Karate Kid" y "Alien" acaparaban toda la atención; más bien, de un modo similar a "Carretera al Infierno" o "Golpe en la Pequeña China", lo sigue siendo por los fanáticos de la década y los nostálgicos que en su día la vieron o alquilaron, y aún la guardan en VHS en algún rincón. Para otros fue toda una oportunidad, en especial para Robert Mandel, quien en el exilio del teatro al cine no supo obtener el éxito inmediato ya que su estilo derivaba entre lo artístico y lo dramático.
Una gran sorpresa tuvo que llevarse cuando Jack Wiener y Amad "Dodi" Fayed (sí, el futuro amante de la princesa Diana) convencieron a los de Orion de que él debía dirigir aquel guión tan interesante presentado por dos escritores novatos (un actor y un director de documentales) cuya fe no pasaba de facturar un producto de bajo presupuesto para televisión. Sin considerar jamás el espectro comercial del cine y habiendo debutado con un drama tan poco jugoso para la taquilla como "Independence Day" (sobre una chica de pueblo que quiere ser fotógrafa), el de California lo aceptó como un desafío a sí mismo.

Y sin embargo nadie podría decir que el tipo no posee destreza en el género con sólo contemplar el impresionante inicio, un brutal tiroteo en un restaurante donde ya se vaticinan muchas cosas en la trama, tanto como esa frase que luego pronuncia la guapísima Diane Verona, y que suena siniestramente profética: "A nadie le interesa ya rodar películas sobre la gente...sólo les importan los efectos especiales". La razón es que lo visto no ha sucedido de verdad, todo formaba parte de un rodaje y un trabajo impecable de efectos; el trucaje, el engaño, por lo tanto, adquiere un papel estelar en el film, que para eso le da nombre.
Greg Fleeman y Rob Megginson homenajean así al cine (sobre todo al de serie "B") y sus entresijos y cómo su ficción se confunde con la realidad (¿no va el alegato de Ellen dirigido a Mandel y su nuevo rumbo?, ¿no es el protagonista australiano como el actor que lo encarna, ese carismático Bryan Brown?). Su guión no puede entenderse sin ese sentido del tributo, cuya historia toma el concepto de "Impacto", pero cambiando al ingeniero de sonido Jack por el creador de efectos Roland, y metiéndolo de cabeza en una peligrosa intriga; sin embargo, en el caso del segundo, sucede por voluntad propia, gracias a la convincente manipulación de unos agentes gubernamentales de quienes ya empezamos a sospechar desde el primer momento en que aparecen.

La intriga se basa en fingir la muerte de un soplón que va a delatar a la mafia (genial pero desagradable Jerry Orbach), y a partir de una escena de asesinato increiblemente bien filmada el pobre Roland deja de ser el que opera tras la cámara en la ficción para transformarse en el protagonista de una realidad donde es la ilógica del desarrollo del argumento lo que dispara su tensión y suspense, llevados por Mandel con la destreza de un artesano veterano, sin la hiperestilización que habrían empleado DePalma o Mann pero recurriendo al conocido elemento del falso culpable, que puso de moda Hitchcock.
El personaje de Brown es otra versión más del Hannay de "39 Escalones", y de repente también se vuelve, para ser un hombre de arte, muy resolutivo contra asesinos despiadados, incluso con la ayuda incondicional de su asistente (Martha Gehman, quien merecía más tiempo en pantalla), fantasía típica de estas historias gracias a la cual permite que reine la inverosimilitud sin extrañarnos de su presencia, mientras el papel de esos corruptos agentes, cuyo pérfido jefe (Mason Adams) traiciona la confianza de Roland, recuerda al mismo juego de engaños que Blakelock se traía con Ben Shockley en "Ruta Suicida"...

El cinismo, la mentira, cunde aquí por todas partes, y por eso se precisa a alguien como McCarthy, que, con la presencia imponente de un Brian Dennehy capaz de merendarse sin esfuerzo todas las escenas en que aparece, llega para derribarlos con furia ciega. Y de repente el papel de Roland se reduce al estereotipo de anti-héroe que se adelanta siempre a los villanos (sin un gramo de cerebro para ser agentes del Gobierno...) para dejar el auténtico protagonismo a ese huraño y duro policía cuyo único objetivo es resolver el "homicidio" del soplón y que ha hecho de ello toda una enfermiza obsesión.
Un gran acierto del guión será esquivar la colaboración directa entre ambos hombres, que se van ayudando sin saberlo y sin cruzarse hasta mucho después de un clímax de pura tensión (y diversión) en la mansión de Mason orquestado por el ingenio de Roland con sus trucos. Por su parte Mandel, que ha aprendido de "Bullitt" y "The French Connection", orquesta las escenas de acción, hinchadas de persecuciones, tiroteos y explosiones, con un pulso admirable y sin excederse, qué irónico, en alocados artificios (nada difícil contando con la ayuda del maestro de los efectos John Stears y el montaje de Terry Rawlings, que asegura un ritmo trepidante de principio a fin y sin estancarse en ningún momento).

Y además Fleeman y Megginson rematan la aventura con un colofón totalmente inesperado, todo un canto de optimismo contra toda la violencia reinante y algunos aspectos sombríos de la condición humana que convierten a "F/X" en uno de los "thrillers" más excitantes de los '80.
Fue el triunfo de Mandel y Orion pues hizo una taquilla fantástica, lo suficientemente buena para que se planeara una secuela (inferior) que tardaría unos años en llegar, y ya no dirigida por el primero...
Chris Jiménez
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