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C.R.A.Z.Y.

Drama Drama familiar. Cuando Zach entra en la adolescencia y descubre que es diferente a los demás, reprimirá sus tendencias más profundas para no perder el amor de su padre. Entre 1960 y 1980, vive rodeado de sus hermanos, de Pink Floyd y los Rolling Stones, los porros fumados a escondidas, las grandes y pequeñas discusiones. Pero, sobre todo, lo que Zac busca es poder mantener la relación con su padre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 81
Críticas ordenadas por utilidad
25 de noviembre de 2019
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta atípica, lo cual no la convierte en mejor o peor. Bajo mi criterio, sobran esas fantasías oníricas de su protagonista que nada aportan.

Nos encontramos con una historia de niñez, adolescencia; narrada con poco calor hacia el relato. Al parecer, ha conectado con el usuario de esta página, globalmente valorada con un 7,3 a fecha de mi comentario.

Su punto fuerte, incide en esa ambigüedad de la caracterización, cuyo personaje juega con el espectador, a través de su confusa orientación sexual.

Rolles marcados, con escaso desarrollo de la complejidad, que tanto bien habría hecho a estos C.R.A.Z.Y.
LEUGIM
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12 de abril de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cinta rodada Québec en francés se ha convertido en una cinta de culto, culto para toda una generación que ha encontrado ese equilibrio delicioso entre el cine de autor y el cine con mensaje (que normalmente ya no van tan unidos como antaño) y también para un público que busca que sus diferencias como las del protagonista no sean tan grandes para buscar su pequeño lugar en la sociedad. El gran acierto de la cinta es precisamente hacer de la cotidianeidad de las citaciones su mejor aliado para que resulte realista sin renunciar a la magia.

Zachary Beaulieu llega al mundo el 25 de diciembre del 60. Al poco de nacer sufre su primer encuentro con la muerte, algo que junto con el resto de supersticiones de su madre marcarán su vida y sus relaciones con los demás. El cuarto hermano de una familia demasiado tradicional se encontrará con el rechazo familiar desde bien pequeño y se dedicará en cuerpo y alma a no decepcionar a su padre negándose a ser homosexual para conseguir su aprecio, cariño que tampoco le llega por parte de sus hermanos y mientras lucha por seguir siendo él mismo sin desintegrar la imagen hogareña y normal que han construido sus padres comprueba como la familia se hace trizas a lo largo de las décadas narrando los hechos que suceden en las vísperas de sus cumpleaños.

Son grandes los recuerdos que puede atesorar un niño que vive la revolución sexual de los años sesenta y setenta. Pero no sólo es el sexo el que preocupa a Zac. El adolescente se encuentra ante todo un abanico de problemas como las relaciones familiares, la religión mal entendida, la libertad, el rechazo, la negación de la sexualidad, el deseo de agradar a los demás, y sobre todo la búsqueda de un sitio donde encajar sin decepcionar a los que le rodean.

Es envidiable el ambiente musical y cultural que Jean Marc Vallée no renuncia a reflejar en su cinta. Patsy Cline sonando en los momentos más duros o entrañables de sus protagonistas pero sobretodo algunas imágenes preciosistas que dotan al vida del pequeño Zac del punto de escape que tanto necesita haciendo además participe al espectador de las bromas de su protagonista
lmpm88
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17 de agosto de 2007
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inteligente, dulce, emotiva, dura, positiva, imaginativa, la cámara desvela las situaciones claves de la película y el duelo interpretativo entre el padre y el hijo, cada cual mejor, no te dejará indiferente. Busqueda de la propia personalidad y del lugar que a cada uno nos corresponde en el mundo.Sin duda alguna, una de las mejores peliculas de los ultimos años.No te decepcionará, no querrás que acabe y te dejará con un gran sabor de boca y ganas de volver a verla.
martukitato
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22 de marzo de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excepcional producción canadiense que estuvo a punto de entrar en los Oscar de 2006 para competir como mejor película extranjera, pero inexplicablemente se quedó a las puertas.

Los que se acerquen a descubrir qué esconde el extraño título de este filme se encontrarán con una cinta fresca, entretenida, de un desarrollo excepcional y con una historia que engancha desde el primer momento y no suelta hasta los títulos de crédito. Sus bazas son una completísima banda sonora, un montaje trabajado y unas actuaciones magistrales.

Es la historia narrada de Zac (Marc-André Grondin), uno de los cinco hermanos de una familia canadiense conservadora y religiosa. Es una vida en la que se nos cuenta el desarrollo emocional, sexual y personal de Zac desde la infancia hasta la edad adulta. Fuertemente influenciado por sus tres hermanos mayores y, sobre todo, por su padre (excelente Michel Côté), homófobo y tradicional, Zac verá cómo su desarrollo sexual se orienta hacia lo homosexual e intentará negarlo una y otra vez por culpa de la conservadora educación recibida de su férreo padre, que se convertirá en un enemigo para él.

La historia de Zac, narrada con un estilo muy "scorseseano" que no deja ni un segundo de respiro, está llena de referencias musicales y culturales de las épocas en las que va avanzando la historia, lo que hace suponer que la banda sonora es muy rica y funciona como si fuera otro personaje más. Así, tenemos escenas para el recuerdo cuando suena "Sympathy for the Devil" de los Rolling Stones, o "Space Oddity" de David Bowie, sin olvidarnos de "Emmène-moi au bout de la terre" de Charles Aznavour, no tan conocida como las anteriores pero recordada por cantarla Michel Côté con más pena que gloria en las reuniones familiares.

Jean-Marc Vallée podría haber caído fácilmente en la ñoñería y el sentimentalismo fácil, pero su acertada dirección consigue hacernos simpatizar con los protagonistas y emocionarnos con ellos sin caer en la lágrima fácil. El ritmo de la cinta es tal que sólo nos permite disfrutar con todos los sentidos y no deja huecos para la reflexión emotiva. Todo entra por nuestros ojos y nuestros oídos como un torrente de imágenes y sentimientos que invaden al espectador y se expanden causando una sensación de plenitud muy gratificante y muy escasa en el cine moderno.

I.M.P.R.E.S.C.I.N.D.I.B.L.E.
Richy
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14 de enero de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando las imágenes y el sonido pasan de los órganos de los sentidos de un espectador y llegan a su cerebro, y allí se amalgaman de tal manera que conforman una mezcla de realidad e irrealidad que te hace sentir otro, mejor, que quiere más a la gente, es porque estamos viendo una buena película, una verdadera obra de arte. En poco más de 20 minutos Jean-Marc Vallée nos presenta la infancia de Zachary Beaulieu (Émile Vallée) y los hechos más importantes que pudieran determinar su comportamiento futuro. Todo ello aderezado de una imagen perfecta para entrar en los sentimientos íntimos de ese niño y con una banda sonora magnífica que resalta los momentos y se hace protagonista sin quitarle protagonismo a los personajes. Esta banda sonora, que continuará durante toda la película, es un gran hallazgo del director. Otro aspecto a considerar en esta obra de arte, son las interpretaciones de todos los actores que el director ha sabido llevarlos de manera que cada uno interprete a su propio personaje por si mismo, no tanto en función del personaje de Zach, el personaje protagonista. En cuanto a la trama es la que hemos visto varias veces: la no aceptación de la homosexualidad de un hijo. Pero aquí esta presentada de tal forma que es el espectador el que irá dándole vida a los personajes y el que tomará conciencia de la realidad que los protagonistas están viviendo, poniéndose del lado de ellos, a veces en contra, pero desarrollando en su interior un sentido de afecto, de cariño. Hay películas que se hacen para ganar dinero, otras para que el director haga su película, y otras para que las vean los espectadores siendo John Ford es la máxima expresión de este último grupo. Esta es una de esas películas que hacen del espectador el objeto más importante, y todo está en función de que ese espectador es alguien inteligente, con vida, con sentimientos. Alguien digno de consideración.
Del Mar
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