Si pierdo el tiempo en escribir una crítica de este bodrio es para evitar que en la comunidad de Filmaffinity haya gente que caiga en la pérdida de su propio tiempo viendo esto que ni es cine, ni es erótico, ni es porno, ni es amateur, ni es nada. Los que caigan en la tentación de la etiqueta “erótico” que se preparen para un gran fraude. La protagonista tiene un cuerpo escultural, pero el erotismo que desprende se le oscurece con las situaciones y los diálogos que se producen. Parece como si el director, que es a su vez productor y, a su vez, guionista, hubiera estado recopilando todos los tópicos machistas y con ellos hubiera escrito un guión buscando el sofá, la mesa y pocas veces la cama donde decir los diálogos, procurando que a la protagonista se le vea bien, porque bien si está. Otra cosa es la interpretación que no existe por parte de ninguno de los actores, pues ni si quiera se han preocupado de sentir algo de lo que dicen. Miren, no vale la pena que siga: yo ya les he avisado.

Lo típico del cine francés de los 80 y 90 y que tanto daño le causó en taquilla. No así en los críticos, los críticos franceses y todos los posturistas de Europa. Que la cámara va por la calle tomando imágenes de los protagonistas mientras hablan y no paran de hablar, no es ninguna muestra de saber hacer cine. Y mucho menos con un guión que pone en boca de dos jóvenes de los 60 frases, expresiones y palabras que de ninguna manera saldrían ni de los filósofos franceses de la época. El mayo francés fue revolucionario pero en busca de la libertad, no del encorsetamiento cultural. Cuando ya decae el interés por el cine francés, ellos se empeñan en “mantenella y no enmendalla” (¿Será el chauvinismo francés?) y las pérdidas económicas son importantes durante algunas décadas. Hasta que se dan cuenta de ello y retoman el buen hacer de la “comedie francaise” y empiezan a mandarnos comedias divertidas y lejos de las “boutades” a las que querían acostumbrarnos. No es cine de “qualitè”, sino cine del que pretende serlo y para algunos franceses de mediana edad que igual que que querían conservar las glorias napoleónicas, querían conservar el buen hacer de “la nouvelle vague”. Toufaut, desde el más allá, en el Olimpo del cine, ilumina a tus compatriotas.

Todd Verow ha construido un guión que resulta muy eficiente a la hora de enganchar al espectador. Otra cosa es que el espectador vaya pensando al tiempo que la historia se desarrolla. Hay demasiados momentos en los que se quiere ver (cuerpo) y se abandona la idea de pensar. Con todo ello llega un momento de la película en el que consigues plantearte, tu mismo, que harías en la situación de los personajes. En cada una de las dos situaciones según cada uno de los personajes. Y en ese momento el cinismo de Verow se aparta y deja pasar al corazón de la persona que debe ser haciéndonos ver que los sentimientos, en determinadas personas, pueden ser más importantes que las mismas situaciones. Aparece ese regusto romanticón característico de los reencuentros, pero si se mezcla con la fuerza del sexo, el plato está servido para ser degustado y relamido. No diría que es una buena película, pero si que es una película eficiente en cuanto consigue los efectos que muchos espectadores irán buscando. Y destacaría, por último, que las interpretaciones son más que correctas, en los tres protagonistas principales, que en los primeros planos consiguen enamorarte y ponerte de parte de cada uno de ellos.

Me ha gustado la película (no se si llamarla así debido a su corta duración) pero me temo que se debe a que ha despertado en mi ese sentido maternal que todos llevamos dentro: automáticamente nos ponemos del lado del desprotegido. Esa desprotección se remarca mucho en la historia a pesar de que el protagonista tiene un físico para comerse el mundo y no dejarse caer en las redes de la mentira y la falsedad. Quizás todo se deba a la idealización propia de los primeros contactos homosexuales, y también heterosexuales. Lo que no está tan claro es la renuncia a la primera del caso al ideal romántico. En la realización se destaca una buena voluntad y un afán por dejar claro que se trata de una relación homosexual. De hecho el director incide mucho en los primeros planos del contacto físico, pero con el buen gusto de preservar el sexo explícito que haría de esta película una porno más. No hay una interpretación por parte de los actores que sea destacable y a lo mejor habría que considerar que no es necesario si se trata así mismo de lucir cuerpos jóvenes. Bueno, y a pesar de todo a mi me ha gustado porque incluiría la película dentro del apartado erótico que intenta trasmitir algo tocando la sensualidad del espectador.

La película está dividida por carteles que hacen referencia al día en que nos encontramos y al día, en orden, de los 52 días que se supone que madre e hija se van a encontrar mientras dure el tratamiento del cambio de sexo. Hasta ahí muy bien, pero resulta que lo que serían 52 secuencias, o escenas, de la estructura fílmica están a su vez divididas en otras partes, o secuencias, que a veces son un conjunto de planos sin demasiada significación. Muy original, muy moderno, ¿pero contribuyen a contar la historia? ¿Sabemos en cada momento donde nos encontramos y con quien? En cuanto a los diálogos son totalmente sincopados, como corresponde a una planificación sincopada también, y por lo tanto no hay razonamientos coherentes entre los personajes y parecen tontos soltando ideas sueltas. ¡Y mira que el tema es para hablarlo en profundidad! Sobre todo entre madre-padre e hija. Han sido dos horas de mi vida desperdiciadas. Aunque pensándolo bien, no han sido tan desperdiciadas si con esta crítica consigo que otras personas no pierdan el tiempo que he perdido yo.