Como plaga de langosta

Como plaga de langosta es un film intenso y turbador, una radiografía del Hollywood de los años treinta, una crítica feroz a la gente que trabajaba allí en busca de fama y dinero. A lo largo de dos horas asistimos a la historia triste y desconcertante de unos personajes fracasados y perdedores que se niegan a aceptar su realidad y después de crearse un clima de tensión irrespirable todo explota irremediablemente en un último cuarto de hora de locura cuando la población parece volverse loca por momentos y sobreviene el caos.

Los actores rayan a gran altura al igual que el guión de Waldo Salt y técnicamente la película cuenta con los medios suficientes como para resultar impecable desde el punto de vista técnico. La elegante fotografía de Conrad Hall, nominada al Oscar, el vestuario y el diseño de producción que recrean acertadamente el ambiente de la época, son también de primera.

Los personajes son psicológicamente muy interesantes. Por un lado tenemos a una desquiciada Karen Black que interpreta a una aspirante a actriz con aires de diva y a la que lo único que preocupa como a casi todos es el dinero. Mantiene una tormentosa relación con su padre y es bastante ligera de cascos mostrándose dispuesta a hacer lo que haga falta para triunfar y convertirse en una estrella. Donald Sutherland es un apocado y timorato contable que se enamora de ella concediéndole todos sus caros caprichos y perdonándole sus numerosas infidelidades. Tiene problemas para controlar su ira y eso al final desencadenará la tragedia. William Atherton es un joven dibujante ambicioso y con estudios superiores que no termina de triunfar y que acaba desencantado con el miserable ambiente que descubre en la meca del cine. Burguess Meredith es el padre de Karen Black, otro fracasado borrachín que se gana la vida con timos y engaños. Y Richard Dysart es un poderoso productor de cine sin escrúpulos tan degenerado como el resto aunque pretenda alejarse de la chusma que le rodea.

En resumen una poderosa película que con su brutal crítica de Hollywood no te dejará indiferente.

La peli aburre, hay demasiados pirados sueltos y ese final apoteósico estará cargado de simbolismo pero es casi tan delirante como el de Casino Royale, la antigua. Una versión más corta habría sido mejor.

Justamente porque soy muy fan del cine de John Schlesinger. Adoro: "Midnight Cowboy" (1969), "Sunday Bloody Sunday" (1971), "Darling" (1965) y "Marathon Man" (1976), pero esta cinta en cuestión no me convenció. Sinceramente especulo que se dio luz verde al proyecto, o hubo un interés inicial por ejecutar la obra, a los fines de realizar esa tremenda secuencia en la que no puedo ahondar porque sería soltar un spoiler... la cosa es que hasta llegar a eso hay todo un camino por recorrer que se hace pesado. Eso fue lo primero que noté, que la película se me hizo muy cuesta arriba además porque de por sí dura casi dos horas y media. Hay que equilibrar muy bien el ritmo para que no decaiga el interés.

"The day of the locust" es la novela homónima escrita por Nathanael West y publicada en 1939, que da origen al filme de Schlesinger, quien contó con el maestro Waldo Salt en el guión, por lo que debería haber salido un producto mucho más redondo. Yo creo que el mayor fallo está en el libreto, ya que, la dirección es magnífica y las interpretaciones son muy notables.

La historia en sí es un retrato de los juguetes rotos del Hollywood de los años '30. De personajes llenos de sueños que jamás se realizan y la cinta termina siendo una sátira descarnada, pero no llega a ser apasionante.

De todas maneras, la recomiendo porque el cine de los años '70 es imprescindible y cuanto más películas setenteras veamos, más felices vamos a ser...

Extraña película, difícil de ver, de entender y soportar, a pesar de la belleza bizca de la protagonista (Karen Black) y algunas estupendas escenas con su magnífico vestuario. John Schlessinger, el director, es británico y ha querido hacer una crítica de Holliwood en los años 30, adaptando una novela basada en personajes tontos o desquiciados. Algunos buenos dibujos y la espectacular destrucción de un escenario ponen algún interés a la película. Es una experiencia deprimente y absolutamente caótica, de esas en que uno no puede dejar de exclamar: ¡ya no saben qué hacer con esta historia!