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Nace una estrella

Drama. Romance. Musical Norman Maine, un famoso actor adicto al alcohol, descubre a Esther, una joven con un gran talento para la canción, y decide impulsar su carrera cinematográfica. Ella triunfa y, pocos meses después, la pareja contrae matrimonio. Pero, a medida que el éxito de Esther aumenta, el de Norman declina y esa situación lo empuja a la autodestrucción. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
27 de octubre de 2012
19 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ha nacido una estrella" es la película de los mil remakes. De hecho la versión de Cukor, según dicen la mejor de todas, ya era un remake de una versión anterior de los años 30; luego hubo una más en los 70 con Barbra Streissand de protagonista, y parece ser que Clint Eastwood está preparando otra para el año próximo. Si a todo esto le añadimos el pelotazo de "The artist", que viene a tratar el mismo asunto aunque no sea exactamente la misma película... lo dicho, la película de los mil remakes.

Supongo que en Hollywood debe resultar un tema apasionante esto de la caída de los dioses, a juzgar por el tiempo y la pasta que le dedican. A mí la verdad es que me resbala mogollón lo de los actores alcohólicos y autodestructivos, me aburren y me parecen insoportablemente reiterativos y pesados. Pero bueno, es natural, en todos los gremios mola mirarse el ombligo y en éste del cine no iba a ser menos.

Con todo, lo que menos soporto de esta pestiñada convertida en clásico son los números musicales. Llegué a contabilizar uno de un cuarto de hora, el de Garland cuando se convierte en estrella. Es francamente insoportable, anticlimático, soporífero y vomitivo. Cuando parece que la acción avanza y se empieza a entusiasmar una con la historia, van y te sueltan un numerazo musical de casi 20 minutos y te dejan grogui. Que sí, que al que le vaya el rollo musical me imagino que le encantará escuchar a la señora esta y sus interminables gorgoritos, pero el que realmente está entregado a la trama se caga en la madre que parió a Cukor, a Garland y a su nación entera.

A decir verdad, lo único que me ha gustado han sido las tremendas borracheras de James Mason, que a pesar de su habitual inexpresividad facial, o tal vez gracias a ella, ofrece un interesante contrapunto a la hiperactuación de Garland.

Y también me encantó el "malo", interpretado maravillosamente por un secundario de lujo, Jack Carson. Me sentí totalmente identificada con su maldad. Tras más de dos horas soportando estoicamente los numeritos musicales, las exageradas muecas y la repulsiva hiperglucemia redentora del personaje de Garland se apunta una con entusiasmo a cualquier infamia.

Que digo yo que estas neuras de estrellas que nacen y estrellas que mueren y estrellas que se pillan unas paporras del copón, no las podría solucionar esta gente yendo a un buen psiquiatra y tomándose unas pastillitas de colores para relajarse? En lugar de andar haciendo remakes por activa y por pasiva para que todas las generaciones que por el mundo pasen sepan con todo lujo de detalles lo desgraciadísimos que son. Por dios, Clint, no lo hagas!!!!!!
Talía666
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14 de abril de 2022
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como toda película que es un clásico, que es el caso de esta segunda versión de “Ha nacido una estrella”, es una tarea difícil intentar comprimir toda la información que la rodea: su preparación, su rodaje, su estreno, las injusticias cometidas por todos los sectores, los recortes inmerecidos que sufrió y su posterior paso hasta convertirse en leyenda, cosa que no ocurre hasta décadas después.

No sé qué opinión tendrá de la misma el usuario Beyoto, experto en cine y cualquier clase de musical que también escribe en FilmAffinity, pero expondré mi humilde punto de vista.

“Ha nacido una estrella”, insistimos, su segunda versión, y para mí la mejor con enorme diferencia, se le encomienda a George Cukor, que ya llevaba una dilatada carrera, casi cuarenta películas, y se trataba del primer musical que iba a dirigir su director, además de tratarse del primer film que firmaría que fuera en color y rodado con el innovador sistema Cinemascope.

La elección de Garland fue inmediata, sería un vehículo de lucimiento total para la estrella, tanto musical como dramático, pero el encontrar a su compañero para el papel de Norman Maine, fue otra cosa, pesando mucho que Cukor tenía fama de gran “director de actrices” por lo que sus parejas masculinas a veces se amedrentaban. La lista de actores propuestos, que no pudieron hacerlo bien por coincidir con otros compromisos o bien porque lo rechazaron (o incluso que fueron rechazados) fue extensa, casi una veintena de primeras figuras. Mencionaremos a algunos nada más: desde Laurence Olivier a Bogart, pasando por Fonda, Sinatra, Milland, Flynn o Brando, que fue quien, durante el rodaje de “Julio César”, el que le sugirió a Cukor, de manera algo chulesca, que seleccionara a Mason si buscaba a alguien para hacer de borracho.

Jack Warner, su productor, pretendía hacer un éxito taquillero pero sin confiar plenamente ni en el equipo ni en la película en sí. El presupuesto se fue disparando, los días de rodaje se iban alargando, los problemas de la depresión y adicciones con Garland se multiplicaron. Pasó de ser un rodaje medido y sin problemas a complicarse lentamente y a alargarse muchos meses.

Tras varios montajes, finalmente tenía una duración de tres horas y cuarto, Cukor la dejó en tres horas, que tras los primeros pases, Jack Warner, a pesar de los ruegos del director, parte del equipo y del productor Sidney Luft (marido de Garland), cortó media hora por lo sano, repercutiendo negativamente en su resultado.

La película en Estados Unidos no funcionó en taquilla como esperaba Jack Warner. De hecho James Mason triunfó ese año con “20.000 leguas de viaje submarino”, la segunda película más taquillera de ese año, ya que el número uno fue “Navidades blancas” y el tercer puesto fue para “La ventana indiscreta” con Grace Kelly, la que le arrebató injustamente el “Oscar” a Garland por su labor en “La angustia de vivir” y a la que, como muchos ya presentían, su carrera cinematográfica pronto iba a concluir. Estuvieron a punto de empatar y se convirtió en uno de los casos más difíciles para la Academia de Hollywood. Luego se supo que por solo seis votos de diferencia Garland perdió. De hecho se hizo famoso el telegrama que Groucho Marx le envió a Garland tras la ceremonia de los “Oscars”: “Es el mayor robo desde el Brink´s” , un atraco a un famoso banco ocurrido en 1950, que tardó en resolverse y tuvo mucha repercusión popular.

Aprovechamos el espacio del spoiler pero no reventamos nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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8 de noviembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de sesenta años, que permite ver lo grande que es James Mason y la fragilidad de Judy Garland, es un clásico. Y contra un clásico nadie puede.
Lo digo porque una de las cosas más interesantes de esta página es comprobar cómo se coincide en lo bueno, a pesar de alguna que otra pataleta, del estilo de es demasiado larga.. Es como sí alguien viera el David de Miguel Ángel y dijera que no le acaba de gustar porque es demasiado grande.
Esta es una película completa, con una historia muchas veces contada pero con un problema que siempre engancha.
Al fin y al cabo todos nos hemos criado con Hollywood y sus historias y sus mitos forman parte de nuestro imaginario. Esta película lo hace ver de forma espléndida. Queda, sin discusión, en la gran historia del cine.
yoparam
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18 de diciembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una frase mítica para la historia, que sólo cobra sentido cuando vemos este grandioso film de Cuckor para la Warner. Una tema recurrente en la Meca del cine, que nació en 1932 con “Hollywood al desnudo” del propio Cuckor, sobre ella se basó la idea de “Ha nacido una estrella” de Wellman, de 1937. Y sobre esta última se hizo el guión de “A star is born” que abarca coherente y armoniosamente varios géneros, la comedia, el melodrama y el musical, para contarnos esta historia de sentimientos y frustraciones. Destaca la capacidad asombrosa de Cuckor para crear, a fuerza de intensidad y precisión “espacios magnéticos” en torno a los actores, su gran inventiva gestual, el uso del decorado y los objetos. Una reflexión nada cínica sobre el mundo del cine en Hollywood, el éxito, el fracaso, el amor, la ambición y la muerte. Visto como una maquinaria destructiva e implacable destinada a reducir al individuo a simple mercancía de valor comercial, de sujeto a objeto.

Narra la ascensión al estrellato de Vicky Lester (Judy Garland), gracias a su esfuerzo y al apoyo personal de un actor en decadencia Norman Maine (James Mason), que la convertirá en su esposa. El progreso de Vicky se muestra inversamente proporcional al hundimiento de Norman acrecentado por su alcoholismo y el abandono a su suerte por parte de los antes le aclamaron. En el aspecto musical el film cuenta con un puñado de canciones compuestas por Harold Arlen (autor de “Over the rainbow”) e Ira Gershwin que Judy Garland canta con gran emotividad. Lo importante en estos números musicales es que ayudan a progresar en la historia, están perfectamente ensamblados y no son banales al relato.

Cuckor sabía crear unas imágenes precisas que eran crónica e interpretación de ese mundo, captar y transmitir la esencia de los personajes del mundo del espectáculo. Gracias a la excelente fotografía de Sam Leavitt, con el uso del Cinemascope, el operador creó unas imágenes de gran preciosismo técnico y artístico en las que predominan los tonos grises y ocres – opuestos por completo a los multicolores de la Metro –, como plasmación visual del estado de ánimo de los personajes. La última parte del film son de antología: la luz se hace sombría, los personajes se presentan reflexivos, el mar se desbrava, silba el viento, las estancias murmuran lánguidamente en la penumbra. Una obra compleja profunda y estremecedora.

Desgraciadamente la película fue masacrada por los productores, cercenándole unos 30 minutos aproximadamente, pero como dijo Rossellini, maestro del cine italiano: “lo importante de una obra, aunque sea incompleta, es que si tiene la suficiente fuerza y valor interno, sobrevivirá a las más brutales manipulaciones”. Buena prueba de ello, en mi opinión, ha ocurrido con otros films: “Avaricia” de Stroheim, “El cuarto mandamiento” de Welles, “Lola Montes” de Ophuls, “La verdadera histoia de Jesse James” de Ray o “Mayor Dundee” de Peckinpah.
Antonio Morales
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9 de septiembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cruel Hollywood de los años 50 no supo apreciar a Judy lo suficiente después de esto. En los 30 y, sobre todo, en los 40 la Metro la exprimió al máximo, sin dejarle respirar, hasta acabar ahogándola en la absoluta desdicha. Entonces la desechó, como un pañuelo usado, y cuando ella llegó a la quiebra, tanto económica como psicológica, no el señor Mayer hizo lo más mínimo por ayudar a la que tiempo atrás había sido su gran estrella y le había dado tantísimo dinero. En los 60, su público la quería, pero los estudios no, y su talento interpetativo fue enterrado para siempre.
Entonces, llegó un prometedor proyecto de la mano de George Cuckor y los hermanos Warner. Judy lo aceptó sin dudarlo. Lo dio todo. Se desvivió por su interpretación, haciendo que todos los gestos y palabras expresaran lo que el personaje sentía. James Mason, gran actor, lo hizo bien, pero su interpretación fue mucho más plana, y Judy se llevó todas las rosas.
La película se estrenó, dijeron que era demasiado larga y convirtieron una obra maestra en algo bastante peor. Gracias a la reconstrucción de 1986, se recuperó casi todo su esplendor original.
Creo que hablé demasiado de Judy, pero así lo siento porque, desde sus películas con Mickey Rooney, pasando por 'El Mago de Oz', hasta la fulgurante 'Get Happy' en su última película con la MGM, 'A Star Is Born' fue su mejor película, y su interpretación pasó a la historia como una de las mejores, y 'The Man That Got Away' perdurará para siempre.
CeliaBurton99
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