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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance. Musical Norman Maine, un famoso actor adicto al alcohol, descubre a Esther, una joven con un gran talento para la canción, y decide impulsar su carrera cinematográfica. Ella triunfa y, pocos meses después, la pareja contrae matrimonio. Pero, a medida que el éxito de Esther aumenta, el de Norman declina y esa situación lo empuja a la autodestrucción. (FILMAFFINITY)
18 de diciembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una frase mítica para la historia, que sólo cobra sentido cuando vemos este grandioso film de Cuckor para la Warner. Una tema recurrente en la Meca del cine, que nació en 1932 con “Hollywood al desnudo” del propio Cuckor, sobre ella se basó la idea de “Ha nacido una estrella” de Wellman, de 1937. Y sobre esta última se hizo el guión de “A star is born” que abarca coherente y armoniosamente varios géneros, la comedia, el melodrama y el musical, para contarnos esta historia de sentimientos y frustraciones. Destaca la capacidad asombrosa de Cuckor para crear, a fuerza de intensidad y precisión “espacios magnéticos” en torno a los actores, su gran inventiva gestual, el uso del decorado y los objetos. Una reflexión nada cínica sobre el mundo del cine en Hollywood, el éxito, el fracaso, el amor, la ambición y la muerte. Visto como una maquinaria destructiva e implacable destinada a reducir al individuo a simple mercancía de valor comercial, de sujeto a objeto.

Narra la ascensión al estrellato de Vicky Lester (Judy Garland), gracias a su esfuerzo y al apoyo personal de un actor en decadencia Norman Maine (James Mason), que la convertirá en su esposa. El progreso de Vicky se muestra inversamente proporcional al hundimiento de Norman acrecentado por su alcoholismo y el abandono a su suerte por parte de los antes le aclamaron. En el aspecto musical el film cuenta con un puñado de canciones compuestas por Harold Arlen (autor de “Over the rainbow”) e Ira Gershwin que Judy Garland canta con gran emotividad. Lo importante en estos números musicales es que ayudan a progresar en la historia, están perfectamente ensamblados y no son banales al relato.

Cuckor sabía crear unas imágenes precisas que eran crónica e interpretación de ese mundo, captar y transmitir la esencia de los personajes del mundo del espectáculo. Gracias a la excelente fotografía de Sam Leavitt, con el uso del Cinemascope, el operador creó unas imágenes de gran preciosismo técnico y artístico en las que predominan los tonos grises y ocres – opuestos por completo a los multicolores de la Metro –, como plasmación visual del estado de ánimo de los personajes. La última parte del film son de antología: la luz se hace sombría, los personajes se presentan reflexivos, el mar se desbrava, silba el viento, las estancias murmuran lánguidamente en la penumbra. Una obra compleja profunda y estremecedora.

Desgraciadamente la película fue masacrada por los productores, cercenándole unos 30 minutos aproximadamente, pero como dijo Rossellini, maestro del cine italiano: “lo importante de una obra, aunque sea incompleta, es que si tiene la suficiente fuerza y valor interno, sobrevivirá a las más brutales manipulaciones”. Buena prueba de ello, en mi opinión, ha ocurrido con otros films: “Avaricia” de Stroheim, “El cuarto mandamiento” de Welles, “Lola Montes” de Ophuls, “La verdadera histoia de Jesse James” de Ray o “Mayor Dundee” de Peckinpah.
Antonio Morales
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