Star Trek: Insurrección

Con 'Insurrección', se rompen las expectativas abiertas por 'Primer contacto' y la saga Star Trek retorna a un declive y mediocridad de la que ya no sabrá recuperarse. Con elementos parecidos al trabajo anterior, en este caso Frakes transita por los caminos más rutinarios y ello responde a diferentes motivos.

El primero y más evidente el hecho de que los actores invitados aparecen como figurantes y de que se recupera la figura del malvado de turno como solución de gestión de la trama. Grave error éste, que se repetirá en la siguiente entrega, puesto que tras ocho películas y cuatro con ese criterio, la fórmula estaba completamente agotada. En segundo lugar, se asegura que Patrick Stewart pidió una clara imagen heróica, sin dobleces como en los episodios previos, con lo que asistimos a un personaje de lo más vulgar sobre el que recae todo el entramado. Siguen los problemas con un guión de mercadotecnia, que persigue ya claramente -y también persiguirá en la décima- el brillo exclusivo del capitán y el androide, por mucho que Frakes se reserve alguna escenita. Y todo se completa tristemente con una cierta vulgaridad, recuperando el tono dudosamente humorístico de otras entregas y claramente banal de algunas disquisiciones.

¿Cuál es el resultado, pues? Diría que mejor de lo que transmito pero claro en su mediocridad. La película es entretenida, se puede ver, pero no interesa mayormente. Perfectamente prescindible, aunque distraida.

Siempre me han gustado las historias en las que el protagonista debe elegir entre hacer lo que debe o hacer lo correcto. No soy un fan de la saga star trek, pero sí del cine de ciencia ficción así que he visto la película por segunda vez.

Han pasado más de diez años desde que la vi y entonces me gustó más. Ahora la historia me parece simple, en cierta manera infantil y en algunas situaciones previsible.

Intenta incluir algo de humor, pero a mi parecer con escaso éxito.

Resumiendo, se puede ver dado que es entretenida, pero deja un sabor de boca agridulce puesto que podrían haber aprovechado más la historia. Para incondicionales.

El androide Data (Brent Jay Spiner) descubre una sociedad pacífica en el planeta Ba'ku, con características especiales en su atmósfera, que rechaza toda clase de tecnología. Este planeta supuestamente posee la fuente de unos poderes curativos y regenerativos.

El androide Data sufre una serie de trastornos y pasa por alto una serie de directrices de la Federación por proteger y salvar el planeta.

Una raza aliada de la Federación pretende adueñarse de los poderes curativos y regenerativos del planeta e invade el mismo. Ahora, el capitán Jean-Luc Picard (Patrick Steward) y su tripulación del U.S.S. Enterprise estarán en serios problemas.

El personaje del androide Data es uno muy particular. Aparece por primera vez en la serie de televisión "Star Trek: The Next Generation" (1987-1998) y en las cuatro últimas películas de la saga.

Graduado de la academia militar con las más altas calificaciones, lo que le permitió servir en el U.S.S. Enterprise bajo el mando del capitán Jean-Luc Picard. Data es racional, con gran destreza en sus capacidades científicas y una mente analítica.

Data encuentra a los humanos difíciles de entender, pero intenta asemejarse a ellos a pesar de no comprenderlos.

Este es el noveno film de la saga, pero la tercera protagonizada por el elenco de "Star Trek: The Next Generation" (1987-1998). Además la película fue dirigida nuevamente por Jonathan Frakes, pero esta vez la taquilla no fue tan generosa como en las anteriores de la saga.

La película tuvo un presupuesto de $58 millones y generó por venta de taquillas la cantidad de $113 millones, más $75 millones por la venta de alquiler en los videoclubes, además recibió siete nominaciones a diferentes premios en festivales de cine, de los cuales ganó dos de ellos.

Tras el notable éxito y calidad de la anterior entrega "Primer Contacto", que supuso la continuidad de calidad de la saga Trek y se convirtió en uno de sus mayores hitos, con Deep Space Nine en su climax final y con la serie Voyager en su cima, llegó está 3ª película de la Nueva Generación. En este caso, hubo un acusado descenso de calidad, ya que la película, al contrario que su predecesora, vive de un exceso de comercialidad empeorado aun más si cabe por una cierta vulgaridad y deja un poco a un lado la profundidad que el tema le podría haber aportado. Muchos la ven como un capítulo inflado de la serie, pues no deja de recordarnos al gran episodio ¿Quien Vigila a los Vigilantes?, por ejemplo, y en verdad puede notarse que la película no da mucho más de sí, pero aun así técnicamente ya es obvio que se trata de una película, y quizás eso lo acusa. El tema es interesante y el guión es bastante aceptable, con ciertos momentos memorables, aunque poco abundantes, dando como resultado una película de acción de Star Trek con el espíritu de la saga y distorsionada por su comercialidad. Los efectos especiales (predominio de los CGI digitales por primera vez en la saga), son espectaculares pero discretos en calidad . Interesante, sobretodo para los fans.

Esto se acaba. Penúltima entrega de la saga Star Trek, antes del reboot de los últimos años. Más de lo mismo, golpes de mano entre razas galácticas, unos buenos y otros malos, personajes un poco sosos, aunque se han sacado de la manga un par de romances, efectos especiales pasables y poco más, sino fuera por el tema de fondo que plantea, que como es más serio lo abordaré en el siguiente párrafo. Ahora os quiero hablar del problema que han tenido en esta franquicia con el vestuario de la Enterprise. En la primera de 1979, era horrendo, con esa especie de pijamas, pero luego mejoró con la clásica casaca roja y pantalón negro que se ha mantenido durante muchas entregas, hasta que el de color verde y negro se impusiera, lo cual no quita ciertas regresiones en ciertos trajes abominables en varios trajes masculinos, sobre todo en las primeras. Ahora bien, me interesa más el atuendo femenino, en el que han desaprovechado una oportunidad magnífica, aunque visto el escaso protagonismo de las chicas, no sé si hubiera valido la pena. El caso es que el pantalón se ha impuesto a la falda, y el zapato y el corte del traje más o menos unisex, a cualquier clase de fetichismo espacial, que es muy recorrido. Y yo que esperaba, en mi fuero interno, al menos a alguna belleza con un uniforme del tipo de, pongamos, Miranda Lawson, del videojuego "Mass Effect", me refiero al cosplay porque el muñeco con la tecnología 3D es horroroso, con ese traje, tanto el blanco como el negro, y esas botas altas también negras que son tremendamente sexys, en internet hay muchos ejemplos, me he dado con un canto en los dientes.

Y ahora lo prometido es deuda. El argumento de "Star Trek: Insurrección" gira sobre unos habitantes de un planeta, que cuentan con un bien muy valioso, del que otros quieren apropiarse. Mutatis Mutandis sería como los indios de las praderas que bajo sus pies contaban con miles de millones de toneladas de petróleo. La pregunta clave es ¿quién tiene derecho a esa tierra, entendido también el subsuelo? Los liberales clásicos, con Locke a la cabeza, defendieron que sólo los que la trabajasen, motivo por el cual "los salvajes" podían ser echados de su hábitat natural sin ningún pudor, cosa que efectivamente se hizo sobre todo en el siglo XIX. Hoy pensamos exactamente lo contrario, que si hay una tribu en un determinado territorio, le pertenece. Es decir, la propiedad de la tierra es para el primero que llegue, lo cual es una idea poco rigurosa. Por otro lado, los antiguos partían de otros conceptos como, por ejemplo, que toda la tierra pertenecía al Rey, que a su vez la donaba a los nobles, que la cedían a los campesinos. La ficción jurídica, pues no pasaba de ello, podía ampliarse mediante el derecho de conquista: esas propiedades pasaban a la Corona que a su vez las volvía a entregar a sus anteriores poseedores o a otros nuevos, lo que a veces daba lugar a grandes abusos, el caso de la conquista de Hispanoamérica. Otra posibilidad es dividir los bienes en públicos, que sería nacionalizados (agua, recursos minerales...), y privados. Aunque al final la solución está en sustituir el derecho de propiedad absoluto de raíz liberal por el limitado, especie de usufructo. O dicho de otro modo, nada es nadie y todo es de todos.