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Voto de Reaccionario:
5
Ciencia ficción A bordo de la Enterprise, su capitán Jean Luc Picard recibe un mensaje de la flota. Al parecer, el androide Data, que se encontraba estudiando una sociedad primitiva, ha sufrido un ataque de locura y ha revelado la existencia del equipo de investigación a los habitantes del planeta Ba'Ku. Pronto descubrirá, sin embargo, que tras estos hechos hay mucho más de lo que se ve a simple vista... (FILMAFFINITY)
2 de septiembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto se acaba. Penúltima entrega de la saga Star Trek, antes del reboot de los últimos años. Más de lo mismo, golpes de mano entre razas galácticas, unos buenos y otros malos, personajes un poco sosos, aunque se han sacado de la manga un par de romances, efectos especiales pasables y poco más, sino fuera por el tema de fondo que plantea, que como es más serio lo abordaré en el siguiente párrafo. Ahora os quiero hablar del problema que han tenido en esta franquicia con el vestuario de la Enterprise. En la primera de 1979, era horrendo, con esa especie de pijamas, pero luego mejoró con la clásica casaca roja y pantalón negro que se ha mantenido durante muchas entregas, hasta que el de color verde y negro se impusiera, lo cual no quita ciertas regresiones en ciertos trajes abominables en varios trajes masculinos, sobre todo en las primeras. Ahora bien, me interesa más el atuendo femenino, en el que han desaprovechado una oportunidad magnífica, aunque visto el escaso protagonismo de las chicas, no sé si hubiera valido la pena. El caso es que el pantalón se ha impuesto a la falda, y el zapato y el corte del traje más o menos unisex, a cualquier clase de fetichismo espacial, que es muy recorrido. Y yo que esperaba, en mi fuero interno, al menos a alguna belleza con un uniforme del tipo de, pongamos, Miranda Lawson, del videojuego "Mass Effect", me refiero al cosplay porque el muñeco con la tecnología 3D es horroroso, con ese traje, tanto el blanco como el negro, y esas botas altas también negras que son tremendamente sexys, en internet hay muchos ejemplos, me he dado con un canto en los dientes.

Y ahora lo prometido es deuda. El argumento de "Star Trek: Insurrección" gira sobre unos habitantes de un planeta, que cuentan con un bien muy valioso, del que otros quieren apropiarse. Mutatis Mutandis sería como los indios de las praderas que bajo sus pies contaban con miles de millones de toneladas de petróleo. La pregunta clave es ¿quién tiene derecho a esa tierra, entendido también el subsuelo? Los liberales clásicos, con Locke a la cabeza, defendieron que sólo los que la trabajasen, motivo por el cual "los salvajes" podían ser echados de su hábitat natural sin ningún pudor, cosa que efectivamente se hizo sobre todo en el siglo XIX. Hoy pensamos exactamente lo contrario, que si hay una tribu en un determinado territorio, le pertenece. Es decir, la propiedad de la tierra es para el primero que llegue, lo cual es una idea poco rigurosa. Por otro lado, los antiguos partían de otros conceptos como, por ejemplo, que toda la tierra pertenecía al Rey, que a su vez la donaba a los nobles, que la cedían a los campesinos. La ficción jurídica, pues no pasaba de ello, podía ampliarse mediante el derecho de conquista: esas propiedades pasaban a la Corona que a su vez las volvía a entregar a sus anteriores poseedores o a otros nuevos, lo que a veces daba lugar a grandes abusos, el caso de la conquista de Hispanoamérica. Otra posibilidad es dividir los bienes en públicos, que sería nacionalizados (agua, recursos minerales...), y privados. Aunque al final la solución está en sustituir el derecho de propiedad absoluto de raíz liberal por el limitado, especie de usufructo. O dicho de otro modo, nada es nadie y todo es de todos.
Reaccionario
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