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Leto

Drama Leningrado, un verano a principios de los 80: la escena del rock de la ciudad está en pleno apogeo. Viktor Tsoï, un joven músico que creció escuchando a Led Zeppelin, T-Rex y David Bowie, está tratando de hacerse un nombre. El encuentro con su ídolo Mike y su esposa, la bella Natacha, cambiará su destino. Juntos construirán una leyenda como pioneros del rock ruso. (FILMAFFINITY)
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recomendación: leer Limonov de Carrere sobre el underground cultural moscovita durante los años 70,más verosímil y peligroso que lo que nos muestra Leto.
Leto transcurre entre la nada y la inanición cinematográfica. De relleno, unos números musicales bastante cutres, adornados con efecto cómic y versiones infames. ¡Menudo destrozo le hacen al Psycho Killer de los Talking H.!
Kirill nos arrulla durante dos horas para contarnos algo que un chaval de bachillerato te lo graba con su móvil en cinco minutos con romance, ruptura, reconciliación y boda incluidas.
Las poses artificiales, los clichés de rokeros que a veces parecen el coro de la iglesia con sus guitarrinchis ensayando en casa o en la playa para la misa del domingo y hasta el actor principal Teo Yoo que se tira toda la película con una sola expresión, bueno en un plano enarca las cejas y la sala prorrumpió en una ovación, incluso se oyeron gritos pidiendo un Oscar.
El estado de confusión de Kirill al dirigir Leto es equiparable al batiburrillo musical que proponen estos rokeros: un desconocimiento absoluto.
José Miguel
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19 de enero de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la cerrada y dura Unión Soviética de principios de los años 80 un grupo de jóvenes apasionados por la música intentan dar rienda suelta a sus composiciones y melodías, siempre supervisadas por la censura moscovita.

Esta película rusa es un auténtico tostón con letras de canciones tan vacías y ridículas como las interpretaciones de sus actores, más propia de una escuela de teatro universitario. No entro en ningún momento en el blandengue planteamiento del director que no consigue dar con la tecla en ningún momento ni mostrar la verdadera “movida soviética” de la época. Muchas secuencias son puro surrealismo, por no hablar de que la relación que se desarrolla entre el trío protagonista ni te interesa ni el director hace nada para solucionarlo. Parecen puestos por el Ayuntamiento. En definitiva, una bala perdida para mostrarnos el auge del rock and roll como alternativa a escapar de la de cruda realidad de un país asolado por sus guerras internas y externas. Siempre será invierno en Rusia…

Sacapuntas de oro: Hay un cierto ingenio visual que aporta frescura y fantasía.

Sacapuntas de madera: Todo es innocuo e inofensivo. Ni tiene buenas canciones ni los protagonistas hacen nada para mejorarlo. No siempre lo independiente es mejor, para muestra un botón.

Nota: 1 Sacapuntas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edusaenz
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26 de abril de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leto es una oda al rock’n’roll de la década de los 70. El largometraje plasma los valores de la inconformidad y el hedonismo con toques nihilistas que caracterizaron el movimiento punk. Los protagonistas analizan obsesivamente las canciones de David Bowie, T. Rex, Iggie Pop y Lou Reed, mientras tratan de recrear su magia.

El director se centra en la relación entre los dos músicos, Viktor y Mike. Su amistad se nutre de una rivalidad sana y de admiración mutua. Para ambos, la música es mucho más importante que cualquier problema terrenal. El relato se centra su juventud; la fama es una quimera a perseguir mientras tratan de disfrutar al máximo de cada momento. Su actitud punk los convierte en enemigos del estado y sus canciones rock conforman una protesta contra el régimen.

La noción del arte para “pasarlo bien”, que tanto enfatizan los protagonistas, se traslada al
guion y al estilo visual de la misma película. Se añaden diversas secuencias musicales que mezclan acción con complejas coreografías; Cabe destacar la interpretación de Psycho killer durante una pelea en un tren. Tras estos desvíos ocasionales de la trama, aparece un personaje que rompe la cuarta pared para recordar al público que la representación de los eventos es una exageración de la vida real. La imaginación del director también participa en el film a través de dibujos a mano sobre los fotogramas.

En definitiva, Leto hará disfrutar a todo fan del rock de los 70 mediante sus constantes referencias al género y a sus pioneros. El director captura la esencia DIY (do it yourself) de la música de la época y la presenta envuelta en un aura de fantasía. Todos estos elementos encajan a la perfección para expresar las tribulaciones de dos músicos que anhelan la libertad absoluta durante la represión comunista.

www.contraste.info
Revista Contraste
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25 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una especie de falso documental con la forma de un gigantesco video clip que relata los comienzos del rock and roll a principios de los ´80 cuando todavía la Unión Soviética se manejaba como un régimen opresor de las libertades individuales y políticas, y por lo tanto, también las artísticas. No obstante ello, comenzaban a abrirse algunas rendijas, a la vez que el régimen experimentaba algunas grietas que permitían que en forma soterrada y en clandestinidad algunos músicos y cantantes comenzaran a mostrar sus trabajos en lugares reducidos y muy controlados por las autoridades. Ciertas expresiones culturales comenzaran a tener su espacio bajo un sistema siempre recto y verticalista.
Leto (Verano en castellano) comienza su historia en una playa cercana a Leningrado (hoy San Petersburgo) donde un grupo de jóvenes de aspecto hipesco, la mayoría músicos y poetas, se juntan para pasar un fin de semana en libertad mostrando sus trabajos, haciendo oír su música, escuchando los discos de Occidente prohibidos en la Unión soviética que por otra parte, eran hits en todo el resto del mundo, a la vez que disfrutan de la vida, se dejan llevar por el amor libre, tratando de imitar un fin de semana de libertad al más puro estilo occidental en una especie de imitación de los movimientos hippies de fines de los `60, principios de los `70 cuando la guerra de Vietnam era “el tema” y la juventud americana alcanzaba congregaba grandes masas de protesta.
En la Unión Soviética comenzaba a percibirse signos de un muy modesto cambio. Se perciben signos que más tarde se conocerían como la Perestroika o el deshielo soviético de la mano de Mijaíl Gorbachov que tuvieron epicentro en la economía soviética más que en el ámbito cultural. El clima creativo inicia un proceso de lenta distensión. Hay controles pero no persecuciones.
Kirill Serebrennikov, es un director ruso nacido en 1969, próximo a cumplir sus 50 años, que tiene una filmografía de 8 títulos, de los cuales no se ha visto ninguno en Argentina con la excepción del que estamos comentando, por otra parte, estrenado esta semana. Serebrennikov puede ser considerado más que un hijo de aquella perestroika, un soñador de la libertad que vivió ya, con 20 años, la caída del muro de Berlín y la transformación de la Unión Soviética en la República Rusa.
El film puede dividirse en dos partes. Una introducción y un desarrollo, donde en la primera parte se presentan los protagonistas y se describe el ambiente sumamente controlado que se vivía en la Unión Soviética, mientras que la segunda parte del film se concentra en seguir la historia de un músico de rock, (con su esposa y su pequeños bebe) y su amigo poeta, que conforman un triángulo amoroso siempre presente pero nunca consumado, muy representativo de todas las represiones de aquella época pero también un símbolo de la lealtad y la amistad.
Las dos escenas iniciales están entre lo mejor de la película. Una es la ya comentada de la playa. La otra es del regreso en tren a Stalingrado. Esta escena es sencillamente extraordinaria. Su montaje transcurre en un vagón del tren, el cual se transforma en escenario de un video clip gigantesco que adquiere la apariencia de un sueño de libertad que termina cuando el tren llega a la estación y las calles grises de San Petersburgo imponen su realidad.
Serebrennikov narra su historia guardando un notable equilibrio entre la forma de documental que imita al video clip, encerrando la idea de un gran sueño de libertad compatible con la necesidad de realización personal de cada uno de los personajes principales. Lo hace de manera muy fluida, siempre acompañado por la música de aquella época, aprovechando al máximo su mirada documentalista no permitiendo que la fantasía del musical se apodere del relato realista que en definitiva es lo que interesa: la historia de dos músicos que trascendieron su época en aquellos años donde todavía siquiera se intuía la posibilidad del deshielo soviético.
Charly Barny
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1 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Leto" (Verano), de Kirill Serebrennikov, muy celebrada en la edición de 2018 en Cannes. Creo que ningún aficionado al rock (y a la música en general) debería perdérsela, pues resulta muy ilustrativa y didáctica sobre cómo vivían la pasión por la música en Leningrado a finales de los 70 un puñado de jóvenes, en plena eclosión punk. Pese a las dificultades y pese a que reunirse a escuchar y tocar era una actividad casi clandestina, la revolución generacional llega inevitablemente a cualquier rincón gracias al atractivo y al poder y vitalidad de una música que contaba con héroes de la talla de Lou Reed o David Bowie.

Me parece muy bien resuelta la idea (mediante la introducción de diversos números musicales) de como la música puede sugestionar hasta el límite alterar una realidad decadente y desesperada, no digo más para no hacer spoiler.

Aunque basada en personajes reales, no es nada parecido a un biopic sino más bien un fresco costumbrista que con acierto mira hacia dentro de los personajes, quedando de manifiesto la carga de denuncia social y de época sin necesidad de desviarse de la historia. Rodada a ritmo de fantásticos y nerviosos planos-secuencia (quizá muy influida por 24 Hours Party People), con una sensacional escena inicial en la playa y con un bellísimo blanco y negro, es una película que recomiendo porque, qué diablos, finalmente T-Rex, Lou Reed, Iggy Pop, Talking Heads, Blondie, Beatles o Bowie están presentes en todo momento.
griffinjazz
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