Blue Collar

Detroit en los 70. Sus años dorados como la fábrica mundial de automóviles. Hoy en dia, Detroit es pasto de decadencia y de miseria como se puede ver en "Empeños a lo bestia". En los 70 las cadenas de montaje estaban constituidas por mano de obra que, a la vista de la película, trabajaban por sueldos bajos y muchas horas. Su ocio pasaba por beber en los bares y fornicar con furcias. Y tener una familia numerosa a la que no poder mantener. Ese sufrimiento hoy ya no existe. Fueron sustituidos por robots, en una cadena de montaje completamente mecanizada, que no precisa de trabajadores ni de sindicatos.

EE.UU. en los 70. La lucha por los derechos laborales llevaba a la presencia de sindicatos que no solian gozar de apoyo por parte de la patronal y que costaba introducir en las fábricas. Lo vimos en el clásico de Martin Ritt "Norma Rae"(1979). Sin embargo, ese poder paralelo al del empresario también podía tener sus corrupciones. Lo vimos en "F.I.S.T., símbolo de fuerza"(1978, N. Jewison), sobre un sindicalista del ramo de los transportes- un magnífico Stallone - y como la mafia extendía sus tentáculos en ese mundo.

Schrader debuta en la dirección con esta película sobre tres trabajadores - tres don nadie, como los define un secundario - que, ahogados en deudas, deciden robar a su sindicato y descubren mucho más. "Blue collar" se aplica a los trabajadores de nivel más bajo, en contraposición con los "white collar" (cuello blanco) que son los ejecutivos. También veremos como patronal y sindicatos tienen los mismos intereses - la explotación del trabajador sin que se queje demasiado - en una pantomima en la que nada es realidad. Lo que ocurre en la fábrica y como cambian de roles los protagonistas recuerda, en parte, a "Rebelión en la Granja", una lúcida reflexión sobre el movimiento obrero, sus ambiciones, traiciones y demás.

De los tres amigos, dos afroamericanos y un descendiente de polacos, igual de pringados, al final, uno de ellos le echa en cara al polaco que es blanco y que siempre tendrá más oportunidades ¿El típico victimismo? ¿Racismo inverso? Si bien es cierto, por lo que relata un sindicalista viejo, que hasta los setenta no trabajaban negros por evidente racismo, en el momento del filme no ves diferencia entre trabajadores blancos y negros-igual de explotados- y todos conviven en el mismo bar. La diferencia está en los cuadros de mando, de la empresa y sindicalistas, todos blancos.

El film es una interesante reflexión sobre la sociedad americana, sus tabúes, frustraciones, racismos en un mercado laboral que parecía explotar a sus trabajadores a destajo, sin permitirles tener una vida fuera de la fábrica, siendo unos extraños para sus familias, a las que apenas ven y saben de sus cuitas. Engranajes de una maquinaria inhumana. Como en "Tiempos modernos".

Interesante film de debut de Paul Schader, que en sus comienzos era un director más que prometedor, aqui con una incisiva crítica a la clase trabajadora norteamericana y a sus corruptos sindicatos, que en vez de defender a sus trabajadores les estafan y les roban. Poco complaciente con los currantes, amargados cargados de hijos y deudas por pagar, agobiados por encargados toca pelotas y bocazas, sin embargo cuando tienen ocasión de mejorar su situación, acaban traicionandose a si mismos, sobre todo el personaje de Richard Pryor. Rodada con ese entrañable y cutre aire setentero, por lo demás el mundo laboral, en muchos casos sigue así por desgracia, pese al tiempo transcurrido.

Después de una dura jornada de trabajo te mereces una cerveza (o más) en el bar con tus compañeros, para reír, para olvidarte, para quejarte o para lamentarte con ellos de las malas condiciones del trabajo. Esos retratos sociales son maravillosos y quedan para la historia, más de cuarenta años después podemos comprobar con nuestros ojos el ambiente que existía en una cadena de montaje en Detroit. Irreprochable, más que correcta, son vidas que parecen reales, con sus problemas de deudas, con sus miserias y sus mierdas, cada uno con su familia haciendo lo que pueden. En ese aspecto es impecable, incluso por la denuncia que se realiza del estamento sindical y los trapicheos con la empresa, desde la base, desde los cuellos azules a los que hace referencia el título de la película, que lanza varios puñales una vez avanza la historia...

¿Quién decide qué familia es más importante?; ¿la tuya o la mía?; ¿quién no quiere ascender para tal vez dejar las cosas tal como están por beneficio propio?; ¿quién de verdad no quiere comer gambas dos veces por semana?; lamento quejarme del tono de comedia de sobre todo la primera parte, descoloca bastante teniendo en cuenta cómo evoluciona luego todo. Tras un robo bochornoso toparse con la seriedad de las situaciones triangulares entre la ley, el sindicato y los trabajadores implicados me han descolocado. Costa-Gavras se arrancaría los ojos, porque con un tema así no se debe bromear.

En todo caso aplaudo la denuncia, los hechos mostrados no debían quedar lejos de la realidad probablemente, hay tantas cosas que se debieron tapar que creo que si nos lo explicaran todo superaría cualquier límite de nuestra imaginación. No digo ya lo que es capaz de hacer un sindicato mafioso sino la patronal y los grandes ejecutivos de las corporaciones. Me cago en la leche, la base siempre será la base, llámalo proletario, explotados, clase media (una risa) o coste de trabajo en un sumando más...

Y es que los sindicatos en EEUU no son como en España, ya lo sabíamos y esta película no remedia la realidad y la visión de lo que son en realidad. La corrupción y el favoritismo como medio de de tirar hacia adelante, los valores que se dejan atrás para ascender o cambiar de puesto sin el menor obstáculo, las luchas internas, y las tácticas empresariales, "divide y vencerás", esto ya es antiguo, y aquí se refleja la idea en el mundo industrial de los 70.
Bajo mi criterio 6 sobre 10

Zeke (Richard Pryor), Jerry (Harvey Keitel) y Smokey (Yaphett Kotto) trabajan como operarios fabricando coches en una cadena de producción que les lleva horas de trabajo sin descanso. Pero como trabajadores tienen sus derechos aunque no están contentos con el Sindicato que les representa. Así que deciden tomar cartas en un asunto que les huele a corrupción por lo que deciden robar la caja fuerte. Su plan les llevará a ser objeto de varias manipulaciones por parte de las altas esferas del Sindicato y ellos mismos tendrán que decidir por su suerte al tener en sus manos un cuaderno de anotaciones que puede comprometer a los que deberían defender los derechos de los trabajadores.

Primera película del guionista Paul Schrader (que contó con su hermano Leonard para coescribir el guión) y que dio como resultado un film del que vale la pena hablar aunque estemos en tiempo de crisis. La floreciente producción de la industria del motor no impide que sus peones trabajadores se vean sometidos bajo una constante presión que les acaba convirtiendo en objeto de manipulación por sus propios intereses. Incluso en las épocas de vacas gordas pero absorbidos por los impuestos y los gastos en la economía doméstica, los tres personajes interpretados notablemente por Pryor, Keitel y Kotto (aunque éste último un exfuera de la ley de armas tomar y de dudosa reputación) representan el perfil del trabajador frustrado, descontento e inconformista con la vida que le ha tocado vivir.