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Metrópolis

Ciencia ficción. Drama Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre ... [+]
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Críticas 216
Críticas ordenadas por utilidad
3 de septiembre de 2013
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para alguien como yo, que está lejos de ser minimamente conocedor de la inmensa mayoría del cine mudo que se ha realizado, Metrópolis es, al igual que nombres clásicos del cine americano como Chaplin o Buster Keaton, y junto a El Acorazado Potemkin, una de esas referencias que, incluso los aficionados menos versados en el asunto, tienen, casi, la obligación de conocer. Así que con más respeto que miedo he decido cumplir con la obligación pendiente, y enfrentarme a las casi dos horas y media de la nueva versión, restaurada en 2010, de la obra de Fritz Lang. A modo de resumen diré que la experiencia ha sido alucinante, excesiva, y, tal vez, agotadora.
Fritz Lang dirigió Metrópolis en 1927, hace ochenta y seis años. Y lo mejor es que para entonces ya tenía una carrera importante a sus espaldas de casi una decena de películas. Experiencia adquirida que le sirvió para hacer frente a un proyecto colosal como era el Metrópolis.
La historia de Metrópolis se situa en un futuro lejano por aquel entonces, como era el año 2000. Metrópolis es una ciudad en la que la diferencia de clases se pone de manifiesto de manera especialmente gráfica, con los ricos y poderosos viviendo en el lujo y en la opulencia en la luminosa superficie de la ciudad, mientras que los trabajadores viven en las profundidades donde realizan trabajos cercanos a la esclavitud. En esas profundidades una mujer, María, tiene absortas a las masas predicando bondad y amor. El hijo del hombre más poderoso de la ciudad, John Fredersen, cae rendido a los pies de esta mujer, en contra de la opinión de su padre. Por su parte hay un inventor que quiere saldar sus cuentas pendientes con Fredersen, creando un robot cuya presencia será definitiva en el desarrolo final de los acontecimientos.
Lo primero que llama la atención de Metrópolis es su impresionante diseño visual. Por encima de cualquier otra consideración Metrópolis es un derroche de imaginación portentoso. La reconstrucción de esa ciudad del futuro (hoy ya pasado) es uno de los alardes más fascinantes que se hayan hecho nunca (e insisto en su año de producción, 1927). Por mucho que ahora se generen universos digitales absolutamente sorprendentes, los decorados artesanales y las imaginativas resoluciones visuales de Metrópolis son de una rotundidad asombrosa y que resulta absolutamente moderna.
Por lo demás la historia es casi más apabullante, incluso, que el propio envoltorio. Empieza la cosa de forma razonable, pero en el momento en que el inventor pone en circulación su robot la historia se desmadra de forma tan arrebatadora como agotadora, para culminar en una última parte donde las grandes masas se adueñan de la pantalla con absoluta maestría.
Sí es verdad que la conclusión o moraleja final palidece por su simpleza y obviedad ante la extenuante maestría de todo los visto hasta entonces.
Para el recuerdo queda, entre otras cosas, la presencia de la actriz Brigitte Helm que ofrece su cuerpo y su rostro tanto a la virginal María como al inquietante robot con rasgos de mujer que genera el principal conflicto de la historia. Su trabajo es asombroso y encaja perfectamente con el tono de la película.
Que a estas alturas Metrópolis sea un clásico del cine, no solo de ciencia ficción, es algo indiscutible, por más que sea una película tan ambiciosa y tan excesiva que pueda resultar hasta cierto punto discutible. Discutible como solo las grandes películas deben ser.

8.5
ernesto
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22 de marzo de 2012
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anoche tuve la gran oportunidad de ver por primera vez este clásico del cine junto a muchas otras personas que la volvieron a ver pero renovada. La atmósfera fue perfecta: una sala improvisada en el hermoso patio del pabellón central de la Universidad Nacional de Córdoba (Pabellón Argentina) bajo un cielo nublado que prodigó algunas pocas gotas que hasta coincidieron con el dramatismo de algunas escenas y la excelente interpretación de músicos en vivo que, honestamente, admiraré sólo por haber interpretado tan compleja pieza musical por 2 horas y media.
La versión de Metrópolis que vi, ha sido reeditada incluyendo un total de 25 minutos inéditos que fueron encontrados en una copia positiva de 16mm en el Museo del Cine de Buenos Aires. Tras muchos trámites de índole de autenticación y restauración que tardaron más de 9 meses, la nueva versión fue presentada en el último festival de Berlín y ayer fue exhibida en mi ciudad.
Creo que es fantástico el trabajo de investigación casi detectivesco que está detrás de lo que admiré en la pantalla y el resultado es impecable.
Una vez dicho esto la película me conmovió y asombró de muchas maneras. En primer lugar por el arte tan elaborado de las imágenes desde el diseño de la ciudad, hasta las catacumbas, la Catedral, las imágenes de las alusinaciones del protagonista y el robot. En segundo lugar por las tomas tan bien logradas, los planos detalles y otros recursos técnicos que no había visto en otras películas de esa époco e incluso posteriores. Las actuaciones son totalmente magníficas, a algunos les pueden parecer exageradas y antinaturales, pero es cuestión de entender que las limitaciones de aquel entonces precisaban de interpretaciones fuertes para transmitir las emociones de los personajes y esto se logra impecablemente. La partitura musical es muy emotiva y transmite más de lo que esperaba, en ocasiones desesperaba, asustaba, conmovía, en fin, no extrañé los diálogos para nada.
Por otro lado, sí puedo decir que las constantes referencias al catolicismo son un poco molestas, así como el final al estilo "y vivieron felices para siempre", pero eso es sólo porque no quiero que parezca que he quedado más que encantada con esta obra y no hago más que alagarla.
Es muy interesante notar cómo una película que está cerca de los 100 años de antigûedad pueda tratar temas como la explotación, la brecha socio-económica y el temor al fin del mundo con los que podemos identificarnos actualmente. No habla muy bien de la sociedad actual, ya que demuestra que en 100 años no hemos logrado evolucionar demasiado.
Simplemente me he enamorado de esta película recién descubierta por mí y redescubierta por muchos que ahora podrán verla reeditada.
Sakura23
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30 de enero de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué tiene el cine mudo que me gusta tanto?, yo mismo me respondo al decir que creo que es el reflejo de otra época, que al verlo ochenta años después llega directo al corazón, la obligatoriedad de ser un buen intérprete y la grandeza de los buenos directores en crear imagen tras imagen algo entendible sin decir ni una sola palabra.
De Metrópolis quiero decir que, aún estando incompleta, pues le faltan trozos es una genialidad, una obra de un visionario. No es fácil, recuerdo que estamos en 1926, tener esa visión de futuro, (sucede algo similar a lo que pasa con Blade Runner, pero sesenta años antes) como poco hace falta mucha creatividad.
El decorado es maravilloso, toda una gran ciudad, o mejor dicho, toda una gran Metrópolis futurista, totalmente modernista, y ese afan de crear laboratorios complejísimos y máquinas que ni ellos mismos sabrían para qué utilizar pero que dan ese aire sofisticado y tecnológico que es justo el que la película pedía, y los primitivos efectos especiales, hoy irrisorios ante la tecnología actual no hacen más que alimentar el universo de ciencia ficción al que se nos quiere transportar.
Además, es pionera en la inclusión de humanoides que no han llegado hasta nuestros días.
Aparte de todo esto, el argumento da para una historia de amor muy bonita de las de antes, y para la lucha de clases en plenos años 20, época dorada del capitalismo y la lucha de clases que queda reflejada en la película. En ella vemos las penosas condiciones en las que vive el proletariado, y el contraste con la ciudad vanguardista que gobierna el gran empresario.
Es imposible no relacionar la estética con Tiempos Modernos de Charles Chaplin, por lo que supongo que Metrópolis sería de gran influencia en el desarrollo de la misma.
Es una auténtica injusticia que estas películas caigan en el olvido el cine actual debe mucho a los pioneros, aunque el buen cinéfilo tiene a estas películas donde se merecen, en el Olimpo del cine. Imprescindible.
Carlos A Hernanz Mayoral
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11 de marzo de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver la última versión (restaurada y con rótulos explicativos de las escenas desaparecidas) solo tengo palabras de aprecio para esta película. A pesar de que tuvo cierto fracaso cuando se rodó, el tiempo ha puesto en el sitio que se merece a esta cinta. Lang rueda una obra pretenciosa, adelantada a su época, que habla de la manipulación, de la inteligencia artificial, del avance de la revolución industrial, del capitalismo y de la clase obrera. Además, el director hace un uso del lenguaje cinematográfico muy correcto y cuidado. Fundamental su visionado para todos los amantes del cine.
Segundo Premio
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9 de agosto de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente grandiosa película que reúne de forma magistral elementos tanto religiosos como del materialismo; tanto de la ciencia ficción como del surrealismo, construyendo una historia de proporciones épicas, totalmente fascinante y original, que el paso del tiempo en modo alguno le resta impacto y actualidad. El manejo de recursos, la dirección y la enorme imaginación en la elaboración de los escenarios se combinan para crear una cinta visualmente deslumbrante, con efectos especiales muy bien logrados considerando las limitaciones de la época. Del lado menos favorable está un guión no 100% sólido y algunas escenas algo repetitivas que alargan el metraje.

De más está decir que resulta por momentos increíble que tal obra haya sido realizada en 1927, obra de un verdadero visionario.
mikealeks
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