Ascensor para el cadalso

Pese a que el género negro se considera puramente norteamericano, Hollywood no tenía el monopolio. Poco antes que Godard iniciara oficialmente lo que se conoce como "nouvelle vague", otro realizador francés hacía una incursión en el género, adaptando una novela policíaca escrita por Noël Calef, cuyo argumento parece tomar como punto de partida a "Perdición" o "El cartero siempre llama dos veces".
Casi parece que Malle asume conscientemente dicha influencia, y se la hace asumir al espectador con un arranque del seco y contundente. Las primeras imágenes nos muestran unos primerísimos planos de Julien (Maurice Ronet) hablando con Flocence Carala (Jeanne Moreau) y animándose a ejecutar un plan que ya tenían calculado, y lo que vemos es la ejecución de dicho plan, sin grandes explicaciones, motivaciones ni antecedentes. De alguna forma, Malle no quiere contarnos como se han conocido Julien y Florence, como se han enamorado y como han decido liquidar al marido de ella. Al realizador lo que realmente le interesa es empezar su historia justo cuando ya han decidido dar el paso fatal, que será el punto de partida de los hechos posteriores.
Al mismo tiempo, corre por el film un aire de fatalismo que trae el caprichoso azar. Julien, tras cometer el crimen perfecto y justo cuando arranca su coche para ir al encuentro de Florence, se da cuenta que ha olvidado algo que le puede comprometer, quedando atrapado en el ascensor toda la noche. Noche que Malle nos cuenta a tres bandas. Por un lado el propio Julien en sus intentos de salir del ascensor, por el otro los jóvenes Louis (Georges Poujouly) y Véronique (Yori Bertin), quienes "toman prestado" el coche de Julien para iniciar una escapada hacia ninguna parte, y finalmente Florence, ignorante de lo que ha pasado que recorre los bares y locales de París en busca de Julien. Y todo ello acompañado por las notas de la trompeta de Miles Davis que, junto a la excelente fotografía en blanco y negro, son otros de los aciertos de esta excelente película.
Malle se mueve de forma excelente entre los tres escenarios que tienen lugar durante una noche, una noche caprichosa, trágica. Habrá quien quiera ver en la huida de los jóvenes Louis y Véronique un germen de lo que luego nos contará Godard, aunque su episodio le sirve a Malle para incidir sobre el capricho del azar y el fatalismo (que recuerda un gran medida a Hitchcock), puesto que al día siguiente, Julien es acusado de un crimen que no ha cometido, pero para salvarse debería confesar el que sí ha cometido.
En conjunto se trata de una excelente película que sabe mezclar adecuadamente la "femme fatale" del cine negro, el "amor fou", la rebeldía de la juventud, la sensualidad, el fatalismo, que anticipa el "no future" de los 60 y el destino, acompañado de una música de jazz densa y sugerente que contribuye a crear una atmósfera muy especial e irrepetible.

Ni bien acabé de ver el film le comenté a mi mujer que había visto una película muy interesante, que tiene lugar en París y de noche, nada menos,, con un gran final y que cuenta además con un guión ingenioso del talentoso y malogrado autor Roger Nimier sazonado con un imponente solo de trompeta capaz de estremecer a un indiferente. Iba a calificarla con ocho. Le restaba puntos por las patéticas “actuaciones” de la pareja de ladronzuelos, verdaderamente insufribles. Pero, el motivo que me lleva a darle un cinco se debe a la acertada y perspicaz observación que el (O LA?) comentarista LOVEKRAFT formula en el segundo apartado de su spoiler, al cual me remito e invito a todos a compartir y valorar dada su innegable trascendencia en la trama.

El film inicia con una conversación telefónica entre Julien Tavernier (Maurice Ronet) y Florence Carala (Jeanne Moreau), ambos dejan en claro que están enamorados y acuerdan verse más tarde en una cafetería. Antes, Julien, veterano y héroe de guerra deberá asesinar a su jefe quien también es el esposo de su amante, cuando está apunto de irse en su carro, se da cuenta de un error que comete por lo que debe de volver al edificio donde ejecutó el crimen.

A partir de ese momento, la trama se desvía hacia tres vertientes, la del protagonista masculino encerrado en un ascensor, la de Florence en un estado de agobio y desesperación en la búsqueda de Julien, y la del automóvil de él, el cual fue robado por un par de jóvenes que se escapan con buena parte de la evidencia del asesinato.

La película está basada en el libro homónimo (1956) del autor Noël Calef, el guion fue adaptado al cine por Roger Nimier y Louis Malle. Una obra de evidente cine negro con una más que evidente “Mujer fatal”, donde una serie de hechos desafortunados van armando la trama con una fluidez bárbara durante apenas hora y media, el film arma muy bien sus conceptos para terminar siendo una obra sólida y agradable.

Tres historias desarrolladas de forma paralela, tres historias manejadas de excelente forma, Tavernier un tipo tan metódico comete un error que se vuelve fatídico, que afecta a otros personajes y que lleva al film a otro plano (y otro crimen) que se aleja completamente de su inicio, estos giros en el argumento enriquecen en demasía el relato. Destaca además la música a cargo de Miles Davis, con tonos de jazz que se acoplan muy bien al tenso argumento que se está observando.

Ascenseur pour l’Echafaud es el primer largometraje en solitario del prolífico Louis Malle, un joven que un año antes había ganado junto a Jacques-Yves Cousteau la segunda Palme d’Or de la historia, con Le Monde du silence (El mundo del silencio, 1956). Aquí se presenta con un trabajo sólido, muy bien armado y filmado con un pulso envidiable, gran película.

Los años 50 en Francia supusieron el inicio de la filmografía de grandes autores, entre ellos Louis Malle que tras trabajar con Bresson o Coctau se estrena con este estupendo policiaco.

Malle dirige dirige la trama con acierto y buen ritmo. Dejando momentos de una sutileza y fuerza extraordinarios. Es espectacular ese paseo sin rumbo de Moreau (extraordinaria en su actuación) por las calles de París arropada con la música de Miles Davis.

La ventaja que tenemos hoy en día consiste en poder ver casi cualquier clásico de la Historia del Cine; tranquilamente sentado en tu casa, cuando te apetece, tienes en la pantalla una película que tiene casi 65 años.
Una película Notable, cautivadora. Cine del mejor.
La producción es sobria y típicamente francesa. Todo está sumamente cuidado y no le falta un detalle. No hay nada espectacular, simplemente la vida misma; de una Francia gris y aburrida.
La dirección hace una demostración de cómo hay que montar una historia para atrapar al espectador en un suspense y en una intriga claustrofóbicos y a la vez cautivadores. Nada de fuegos artificiales ni de espectaculares efectos especiales; ésto es lo que le va sucediendo a los protagaonistas, así son sus vidas, así sienten, y así se están comportando. Un relato perfecto, con un manejo de la cámara, en la composición y los primeros planos, soberbio; puro cerebro.
La historia, el crimen perfecto, la eliminación del marido en beneficio de los amantes, está muy bien elaborada. Realmente son tres historia que se van entrelazando entre sí como el engranaje de un reloj: el amante asesino con todos sus contratiempos e infortunios, la esposa infiel, que no quiere creer, que no sabe lo que sucede y deambula por doquier, y las tropelías de una pareja de adolescentes convertida en ladrones y asesinos. En cierto modo son unos personajes que no son libres porque sus desafortunados destinos ya están escritos y sometidos al designio de los Dioses. Sus vidas, antes de empezar, ya estaban determinadas.
Con respecto a los protagonistas, todos muy correctos y rígidamente dirigidos, destacaría un poco a Jeanne Moreau; y digo sólo un poco porque es un papel muy clásico, contemplativo y algo requetevisto.
De la música pues qué decir, no voy a descubrir ahora a Miles Davis.