La ventaja que tenemos hoy en día consiste en poder ver casi cualquier clásico de la Historia del Cine; tranquilamente sentado en tu casa, cuando te apetece, tienes en la pantalla una película que tiene casi 65 años.
Una película Notable, cautivadora. Cine del mejor.
La producción es sobria y típicamente francesa. Todo está sumamente cuidado y no le falta un detalle. No hay nada espectacular, simplemente la vida misma; de una Francia gris y aburrida.
La dirección hace una demostración de cómo hay que montar una historia para atrapar al espectador en un suspense y en una intriga claustrofóbicos y a la vez cautivadores. Nada de fuegos artificiales ni de espectaculares efectos especiales; ésto es lo que le va sucediendo a los protagaonistas, así son sus vidas, así sienten, y así se están comportando. Un relato perfecto, con un manejo de la cámara, en la composición y los primeros planos, soberbio; puro cerebro.
La historia, el crimen perfecto, la eliminación del marido en beneficio de los amantes, está muy bien elaborada. Realmente son tres historia que se van entrelazando entre sí como el engranaje de un reloj: el amante asesino con todos sus contratiempos e infortunios, la esposa infiel, que no quiere creer, que no sabe lo que sucede y deambula por doquier, y las tropelías de una pareja de adolescentes convertida en ladrones y asesinos. En cierto modo son unos personajes que no son libres porque sus desafortunados destinos ya están escritos y sometidos al designio de los Dioses. Sus vidas, antes de empezar, ya estaban determinadas.
Con respecto a los protagonistas, todos muy correctos y rígidamente dirigidos, destacaría un poco a Jeanne Moreau; y digo sólo un poco porque es un papel muy clásico, contemplativo y algo requetevisto.
De la música pues qué decir, no voy a descubrir ahora a Miles Davis.