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Sé fiel a ti mismo

Romance. Drama Historia de un joven que se muestra desilusionado de la guerra, pero el amor que siente por una mujer, le hará recobrar su coraje y patriotismo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
22 de abril de 2010
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calificarla como película de propaganda aliada de la Segunda Guerra Mundial, puede ser engañoso, pues siendo de propaganda, que lo es, está hecha con suma inteligencia y, por momentos, parece una película de suspense, a más de melodrama romántico, siendo en realidad una película de tesis con todos esos ingredientes.
La originalidad del planteamiento es total, pues el personaje de Clive, que es el bueno, el guapo, vamos, el protagonista (en este caso encarnado por Tyrone Power) es un desertor del ejército; aunque, lógicamente, no es un desertor vulgar. Es un héroe británico de Dunquerque, propuesto nada menos que para la Cruz Victoria, que asqueado de la brutalidad vivida, se aleja del frente, íntimamente trastornado. No huye de las incomodidades, del hambre, del dolor o del peligro, que afrontaría una vez más si encontrase alguna justificación moral, ética o política a tanto horror. Esa justificación se la va a dar el presonaje de Prudence (Joan Fontaine), contrapunto del de Clive. Toda la película gira en torno a ello, justificando con argumentos hermosos (ni tópicos, ni vulgares tan frecuentes en las películas de propaganda de la época) por qué es necesario luchar: no para conseguir un mundo mejor, sino para evitar que sea peor y que el suyo, su mundo, con todo el peso de su Historia, desaparezca. Por tanto, no se trata de ser mejores o peores, sino de sobrevivir y salvaguardar lo bueno que les legó su pasado. Y para ello se ha de ganar.
De nuevo Power metido en un personaje complejo, intimista y atormentado, de profundos y nobles sentimientos, y con fuerte conciencia de clase. Esto último me chirría bastante, y me explico: Power, aunque intenta pasar por proletario, a mí no me da en absoluto la imagen. Puede hacer de muchas cosas; pero de proletario, no lo veo. Su educada voz de barítono, sus maneras, ademanes y actitudes que salían de su propia personalidad, y esa cara de niño bien que Dios le dió, explican que una elegantísima, refinada y adinerada Joan Fontaine, cayera cautivada en sus brazos. No he leído la novela que da pie a la película; pero si ha de ser así el personaje del soldado, deberían haber buscado a otro actor de perfil más tosco. Con todo, como Power es un gran intérprete, medio se lo cree una y se cae en su hechizo como la Fontaine.
Secundarios grandiosos (con Thomas Mitchell y Nigel Bruce a la cabeza), una banda sonora bellísima a cargo de Lionel Newman, con canciones para levantar los corazones como "The soldiers never die", y una preciosa fotografía en blanco y negro, completan una película multigénero donde, a la postre, lo que queda es una inolvidable historia de amor, con algunas de las escenas más románticas que yo haya visto: como muestra, la antológica petición de matrimonio de Clive a Prudence por teléfono y su cita balo el reloj de la estación (a la altura de la mítica cita de "Tú y yo" en el Empire State). Hermosa película que da gloria ver.
Capu
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15 de junio de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prudence, a pesar de la oposición de su aristocrática familia, decide alistarse en el Cuerpo Femenino de la Fuerza Aérea Británica durante la Segunda Guerra Mundial. Conocerá entonces a Clive y ambos se enamoran perdidamente. Pronto Prudence descubrirá que Clive no quiere saber nada de la guerra por algo que sucedió unos meses antes.
Se trata de una buena película dirigida por Anatole Litvak llena de intensidad, romanticismo y poesía casi en su totalidad. O sea, de una hermosura estética y espiritual sorprendente y admirable. Con una puesta en escena impecable, Tyrone Power y Joan Fontaine se desenvuelven a las mil maravillas, en especial el primero, cuyas miradas recorren magistralmente todos los estadios de la emotividad. Es la simbiosis perfecta entre hombre y paisaje, entre hombre y duda, entre hombre y reflexión. La eterna lucha de uno para intentar ser fiel a sí mismo. Para mí, la pena es la parte final de la película. De pronto, la poesía cede ante el folletín prosaico y populista, el romanticismo se inclina a la horterada y, hasta la estética (hasta entonces elegante y exquisita), reduce al pobre Tyrone a un ridículo vendaje entre paciente con dolor de muelas y momia venida a menos.
el chulucu
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30 de julio de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producto de propaganda inteligentemente enmascarado en un melodrama romántico y psicologista donde un desencantado y un poco cínico idealista protagonizado por Tyrone Power tiene sus razones para no compartir el ambiente de patriotismo de la Inglaterra asediada por los alemanes en 1940. Desigual en sus momentos de patriotismo -un poco circunstanciales y periclitados- pero densa y profunda en su introspección en el carácter retraído de los afectados por los horrores de la guerra, Litvak consigue milagrosamente cumplir a un tiempo con las obligaciones del cine de propaganda sin abandonar los resortes de un melodrama interesante y cuidado. Gran labor de la dulce Joan Fontaine y magnífico Tyrone Power en su caracterización del ambiguo y un poco desquiciado Clive Briggs. La película se ve salpimentada por las breves pero destacadas apariciones de secundarios de lujo como el eterno Thomas Mitchell, Nigel Bruce o Alexander Knox –uno de los actores favoritos de Litvak- en el brevísimo papel de pastor. Buena.
Gould
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9 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje que fue estrenado en 1942 con el telón de la II Guerra Mundial al fondo en el momento en que en Inglaterra la invasión nazi cobraba carta de naturaleza inminente.
Llama la atención, por encima de cualquier otra circunstancia, la imponente fotografía en blanco y negro (A. Miller).
Su línea narrativa resulta desigual y la intensidad del relato no adquiere el grado de fluidez que apuntaba al principio ya que la acción tiende a ralentizarse por lo prolijo de las descripciones y también porque las reflexiones de T. Power, relativas a la situación bélica, poseen cierto cariz de impostura que no favorecen a su papel. aunque no tienen que ver con él como actor.

Película adecuada para el momento de su filmación.
ABSENTA
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8 de diciembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso y entretenido melodrama bélico y hasta propagandístico que se ve con gusto por la calidad de sus intérpretes, cuidada fotografía, patriótica banda sonora e inspirada dirección de Anatole Litvak.
Buceando entre lo folletinesco, lo romántico, lo supuestamente glorioso del patriotismo y heroísmo de época.
La puesta en escena está muy cuidada. La secuencia de la posada es un ejemplo de ello.
El arranque con la noticia del alistamiento de la bella aristócrata.
Algunos golpes de humor y una ligera crítica a lo establecido son otros alicientes.
Aunque luego casi todo gire en torno a la románticona historia de amor.
Si te la crees puede llegar a empachar. Y el caso que quiero creérmela, pues esa es la magia del cine.
También sirve para mejorar y edulcorar la realidad.
Mención especial a la alegría y humor que logra destilar el personaje de Thomas Mitchell.

En su estreno debió cosechar un gran éxito. Está pensada para insuflar ánimo y moral a la tropa y al pueblo en guerra.
Sin duda Logra su objetivo, sin apartarse demasiado del arte de entretener, gracias al inspirado golpe de batuta de éste artesano de origen ucraniano, que llegó a alistarse para combatir en la segunda guerra mundial,
Ya con la nacionalidad norteaméricana.
Se nota el sello del productor Zanuck.
Zappianin
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