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La paz empieza nunca

Drama Inspirada en la obra homónima del periodista y escritor Emilio Romero. Poco antes de la guerra Civil Española (1936-1939), un grupo de amigos falangistas sueñan con una revolución que transforme España y se dedican a difundir sus ideas entre la población. Al estallar la guerra, uno de ellos, López (Marsillach), está a punto de morir fusilado, pero salva la vida gracias a un republicano. A continuación, se une al bando nacional. Al ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2013
23 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, chicos, veamos esta película sin anteojeras, sin complejos, sin rojos ni fachas. Imaginemos que se ha hecho en Hollywood y que cuenta la lucha de los yanquis contra los malvados nazis.....pues nos queda una película resultona, tirando a buena.

La intriga está conseguida, la acción se dosifica perfectamente, el interés se mantiene durante las casi dos horas de montaje.

Hasta la historia de amor de Conchita Velasco,¡qué guapa!, pega en la trama.

Lástima de actor principal, Marsillach es MUY malo y él solito fastidia bastantes escenas.

Menos mal que nos queda Carlos Casaravilla, ese actorazo, feo como él solo, pero ¡qué bueno!....
Infierno de Cobardes
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22 de junio de 2020
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores películas que han reflejado la contienda civil española en el cine. Su éxito y solidez vienen en que se basa en una gran novela del mismo título escrita por uno de los maestros del periodismo, Emilio Romero, y por la cual recibió el premio Planeta en 1957.

Otro de los condicionantes del éxito de esta película radica en su espectacular reparto con grandes de los mejores intérpretes de nuestro cine: Adolfo Marsillach, Jesús Puente, Carlos Casaravilla, Concha Velasco… Todos dirigidos con la mano maestra de uno de los directores injustamente olvidados como es León Klimovsky
Curiosamente Marsillach y Puente volvieran a demostrar la química de talento que desprenden ambos en la obra maestra “Sesión Contiua”, la gran película sobre la cinefilia.

Esta película es una adaptación fiel de la novela y básicamente es una visión del conflicto y sus consecuencias. Una reflexión sobre aquellos jóvenes idealistas que querín luchar por la paz, la justicia y el pan para todos, pero que acabada la guerra sienten la decepción en muchos aspectos porque ellos tenían una aspiración de integrar a todos.
En este sentido, es una película, que adelantada a su tiempo, tenía un discurso de reconciliación de una guerra entre hermanos, cuando uno de ellos afirma: “en el fondo, ellos también buscan lo mismo que nosotros, la paz, la justicia…”

Siguiendo una fluidez narrativa que atrapa al espectador, la película se divide en tres partes:
La primera ambientada en 1936 donde se va reflejando los acontecimientos históricos de un clima de violencia y persecución con la quema de templos e iglesias, el asesinato a sacerdotes y personas de ideologías distintas a las imperantes.

La segunda parte pertenece propiamente a la guerra como consecuencia al anterior clima de violencia que ya se hacía insoportable y estalla la contienda fratricida. En esta parte se emplean imágenes documentales reales, lo que dota a la película de un realismo muy efectivo.

Y la tercera parte de la película, para mí la mejor, es la que acontece a finales de los años 40 y es propia al cine noir y de espionajes. Se desarrolla el tema de los maquis, un tema nunca tratado en el cine de la época o tratado muy al soslayo por películas como “Dos caminos” o “Torrepartida”. En esta parte de la película se ve esa insólita mezcla de géneros: toques de melodrama, carcelario, noir, espionaje… Todo un deleite muy bien ensartado.

La película constituye toda una reflexión sobre las consecuencias de una guerra en la que luego nunca empieza la paz porque sus consecuencias son interminables. El maestro del periodismo español Emilio Romero, autor de la novela, lo iría desarrollando en sus muchos libros, donde afirma la tesis de que aún hoy y a pesar de los 80 años de paz conseguidos, por culpa de muchos partidos revanchistas, la paz empieza nunca porque no la dejan fraguar, no la dejan cuajar. Cuando por fin se hizo una apuesta decidida por la amnistía mutua y por no volvernos a tirar en cara los delitos de los unos ni de los otros, para muchos partidos nuevos irresponsables que han dinamitado esa gran apuesta de amnistía, perdón y reconciliación y vuelto a fomentar el rencor, el odio, el revanchismo. Por ello, vista hoy esta película cobra una actualidad inusitada, porque podemos afirmar junto con el protagonista, que después de una guerra entre hermanos, la paz empieza nunca…
Oscar
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25 de agosto de 2010
20 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice por ahí, o mejor dicho, siempre había leído por ahí que se trata de una película ambigua. Es una broma después de ver la cinta, pues de ambigua no tiene nada de nada. Es claramente partidista y su visión, casi cincuenta años después de su realización, causa un poco de vergüenza.
Si no da demasiada es porque, técnicamente no está nada mal y Klimovsky logra un trabajo en primer lugar entretenido, ameno, a pesar de su larga duración, más de la cuenta dado lo que se narra, y con estimables aspectos como la buena fotografía en blanco y negro, resaltando, por ejemplo, bellas localizaciones de Covagonda y/l Cangas de Onís. Pero se sigue bien y, vista hoy en día, se puede decir que es más bien una peli de aventuras, más que el drama profundamente conmovedor y social que se pretendió en la época de su estreno.
El plantel interpretativo es importante, con Adolfo Marsillach, Jesús Puente, Conchita Velasco, Carlos Casaravilla y muchos más, haciéndolo bastante bien, aunque con diálogos un tanto chistosos oídos hoy en día.
Ignacio Larrea
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25 de julio de 2011
27 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película donde claramente se refleja el sacrificio de una generación por lograr la paz para todos. El franquismo como pocos saben fue un movimiento político que se debe dividir en dos partes; antes de 1959 y a partir de la visita de IKE a España. La película refleja precisamente esta división narrando la vida de los protagonistas como herederos de la primera parte del franquismo y hacedores de la segunda. La película me gustó mucho por el buenísimo guión y la interpretación de los actores, dirigida como no se hace hoy en día con un ritmo en algunos momentos lento para reflejar la situación de angustia vivida por los personajes. El titulo refleja una realidad difícil de digerir la división de España en LAS DOS ESPAÑAS y la intención de Franco de evitar enfretamientos eliminando el último reducto en Asturias procedente directamente de la Guerra Civil y referente claro a la Revolución de Asturias. A pesar de que ésta es una realidad el intento de muchos españoles por evitar la división se manifiesta en la película cuando se incorporan imágenes reales de la Plaza de Oriente y en una pancarta se lee NI ROJOS NI AZULES TODOS JUNTOS. ¿Se conseguirá esto algún día?
shark91
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6 de noviembre de 2012
31 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué alivio, menudo descanso me ha quedado. Convencido como estaba de que nunca lograría saber los motivos de la guerra civil española, ni por qué acabó ganándola Franco ni cómo se lo montó Ese Hombre para gobernar durante casi cuatro décadas España sin que apenas nadie le chistara, y he aquí que esta película, cortesía del TDT Party, ha venido a abrirme por fin los ojos. Sí, mis descarriadillos amigos, tirad vuestros inútiles y tendenciosos estudios históricos, que aquí está la edificante historia de López, uno de esos héroes anónimos que restituyeron a una nación en ruinas el antiguo brillo de su esplendor imperial, para devolveros a la senda perdida de la españolidad.

López, se nos dice, quiere una nación unida, una justicia social y una patria libre. Tan alta nobleza de ideales no puede conducirle, claro, sino a la Falange. Con reparos, eso sí: al pobre no acaba de gustarle lo de arrojar octavillas a los rojos y salir por piernas de sus tiros. Por suerte, un par de estos tiros matan a uno de sus nobles y utópicos camaradas y toda duda queda disipada. Una ermita en llamas, por cierto, ayuda lo suyo. De modo que el bueno de López, en julio del 36, coge su fusil y corre a repartir paz, libertad y justicia social.

Y entonces es cuando queda claro que los republicanos no podrán ganar la guerra ni hartos de vino. Ni fusilar como Dios manda saben los tíos. Se apiñan en manadas de veinte, derrochando alegremente munición para apiolar a un tío con las manos metidas en los bolsillos. Son un hatajo de embrutecidos zopencos que se dejan engañar como pipiolillos. Se van tan panchos al monte y dejan a falangistas heridos en sus casas para que vayan conociendo bíblicamente a sus mujeres. ¿Cómo van a ganar la guerra? La pasta que se hubieran ahorrado Hitler y Mussolini de haberlo sabido. Lo raro es que aguantaran tres años.

Después de la guerra, al pobre López, lejos de descansar, se la acumula el trabajo. Ni echarse un ratito en el sofá puede el hombre. No sólo tiene un niño por año, sino que participa en manifestaciones contra la ONU (“Ellos tienen U.N.O., nosotros tenemos dos”), con la mayoría silenciosa cómodamente instalada en el cementerio, y, por si fuera poco, desmantela, casi solito, a una banda de maquis asturianos, liderados por un gañán con bigote de millonario mexicano, trajeado como un empresario del ladrillo, putero y juerguista. Mala gente, no hace falta decirlo: cuando se aburren, van y matan un cura. Ayuda, eso sí, que su servicio de información sea el de la Señorita Pepis, pero ni eso ni que López parezca un espía de chiste de Forges quitan un ápice de mérito a su noble y arriesgada tarea.

He aquí, en suma, la historia de un capullo. No es, sin embargo, una historia cualquiera. Capullos como López los hubo a puñados, a millones. Capullos callados y obedientes que nunca levantaron la mirada del suelo y que creyeron que la paz consistía en matar perros para que no hubiera rabia. Mis padres y mis abuelos, sin ir más lejos. Y los vuestros.
Normelvis Bates
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