Morir mil veces

Uno de los más notables thrillers de los 80 en el cine americano, mucho más conseguido y depurado que otros de más fama.
Este thriller tiene y mantiene a lo largo de todo su metraje una sólida atmósfera pesimista, ruda, áspera, en un tono crítico hacia el caracter rayano lo podrido de la sociedad que nos circunda (visto ahora 20 años después resulta premonitorio) y las carencias afectivas de los individuos que viven en ella. Jeff Bridges está muy adecuado y muy bien en el papel y Andy García se revela interpretando a un villano muy peculiar.
En fin, un thriller que huele a cierto clasicismo y que lanza buenos aromas.

Cinta que recupera la acción y la trama clásicas americanas siguiendo el patrón sin cambios. Se agradece verla mucho y recordar aquéllos coches tan bellos. Bridges encaja perfectamente en la historia y todo funciona perfectamente, es un clasicazo para disfrutar sin poder exigir elementos extraños o puristas. Película de palomitas y refresco con recuerdos ochenteros.

Un estropeado Hal Ashby, dos años después del estreno de la película moriría, dirige este interesante film policíaco que supuso el segundo trabajo de Andy García como actor encarnando a un despiadado traficante de drogas y un excelente Jeff Bridges como policía alcoholizado. Rosanna Arquette y Alexandra Paul aportan la nota sexy al conjunto. Aunque el resultado es desigual y fuera un fracaso taquillero importante, la película tiene un pase.

Bridges liquida de un disparo a un criminal cuando éste le ataca con un bate en una operación de la policía para capturarle. Incapaz de soportar el daño causado se coge un chuzo galáctico y le despiden del cuerpo. Cuando se recupera en Alcohólicos Anónimos conoce a una prostituta que le pone en contacto con un traficante de drogas. Poco después la puta es brutalmente asesinada y Bridges vuelve a recaer en la bebida pero a pesar de su deplorable estado iniciará una investigación por su cuenta para aclarar lo sucedido.

Recuerdo que esta película la vi cuando andaba flipado con El precio del poder y como el guión era de Oliver Stone y trataba de drogas, sudamericanos y tías buenas, me imaginé que iría del mismo palo. Pero me equivoqué y tal vez por eso me decepcionó, sin embargo viéndola en la actualidad compruebo que no está tan mal como pensaba. Ciertas cosas no han envejecido bien como la chirriante banda sonora del otras veces inspirado James Newton Howard y la estética hortera que recuerda mucho a la sobrevalorada Corrupción en Miami.

No obstante se deja ver, la trama no es que sea gran cosa pero se disfruta con el talento de sus dos protagonistas. García demuestra su versatilidad al convencer haciendo de malo aunque tenga cara de bueno y Bridges se luce como un hombre acabado por la bebida (el careto que pone al despertarse en el hospital es impactante) pero lo suficientemente inteligente como para salir adelante. Arquette y Paul eran dos actrices en proyección que lucen palmito aunque todos esperábamos que la primera mostrase sus encantos pero nada.

Y para terminar me gustaría comentar que la edición en dvd de la película es lamentable. Primero porque se ve de puta pena, recuerdo que en vídeo la calidad de imagen era mejor. Y segundo porque en el dvd hay escenas que no aparecen. Faltan cuatro minutos del comienzo, concretamente la secuencia en la que Bridges se carga a un maleante. No creo que la hayan censurado por su violencia sino porque la edición del film en este formato es tan cutre que simplemente se la han comido.

Acabo de completar un ciclo sin saberlo. Cine negro de los 80 y 90. Confieso que el motivo es la nostalgia de esas películas que veía de pequeño y no entendía. Ahí va una buena lista para recicladores cinéfilos que hayan visto esta película: Body Heat (Lawrence Kasdan, 1981), Against All Odds (Taylor Hackford,1984), The Last Boy Scout (Tony Scott, 1991) y Things to do in Denver when you’re dead (Gary Fleder, 1995)

En una película de cine negro siempre hay un buscador de la verdad (detective privado, policía, investigador de una agencia de seguros...) que suele ser un perdedor más o menos atormentado. Siempre le persigue un pasado que no le deja en paz y siempre tiene cierta afición por el alcohol del que en España se toma con gaseosa. Éste, sin duda, se lleva la palma. La puesta en escena y los giros del guión son algo exagerados pero con Jeff Bridges te crees cualquier cosa.

Nos habíamos olvidado de por qué Andy Garcia era un actor prometedor cuando empezó su carrera. En esta película a tiene su primer papel relevante interpretando una réplica a escala de Tony Montana. De joven mafioso latino está casi a la altura de la súper generación anterior, Al Pacino, Joe Pesci, Robert de Niro... Siempre le tocaron papeles menos carismáticos y títulos menos legendarios, y bueno vale, no es un actorazo como cualquiera de los tres que he mencionado. Por ello seguramente su caída ha sido más pronunciada. No se hizo el hueco entre los estereotipos de Hollywood que los Señores de Niro y Pacino nos infringen desde que cumplieron los 50, y al igual que ellos ha envejecido sin renovarse lo más mínimo. Además tuvo en Antonio Banderas un duro competidor con el que disputarse el cupo que Hollywood reserva a personajes latinos.

Reaparecen un montón de caras conocidas de los 80, actores secundarios que completaban con oficio el reparto de las producciones estándar. Alexandra Paul, la única Vigilante de la Playa que se mojaba los pies en la ducha o una guapísima Rossana Arquette que también prometía y ahora apenas la vemos. Otro detalle muy de la época es el inevitable sintetizador en la banda sonora, la gran innovación musical de los 80.

Es divertido ver que esa nostalgia es compartida por parte de la industria y Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) es buena prueba de ello.

Un ex-policía alcoholizado anda tras la pista del hombre que asesinó a una prostituta en los bajos fondos de Los Ángeles.

La última película de Hal Ashby, un sólido thriller criminal con Jeff Bridges dando vida a uno de esos antihéroes de novela negra, en este caso salido de la pluma de Lawrence Block. El relato nos conduce, a través de una atmósfera enrarecida y pesimista, hasta escenarios tan curiosos como la plataforma de transporte hacia una mansión o la guarida del villano, de inspiración gaudiana.



"Todos tenemos nuestros vicios."