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La otra mujer

Drama Marion Post, una brillante profesora de Filosofía, ha solicitado una excedencia para escribir un libro. Un día descubre que desde el estudio en el que se ha instalado para trabajar puede escuchar las sesiones de psicoanálisis de una consulta contigua. Las conmovedoras confesiones de una de las pacientes la llevan a analizar en profundidad su propia vida, que, a partir de entonces, le parece vacía y basada en el autoengaño y el miedo a las emociones. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
1 de noviembre de 2006
104 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un año después de "Septiembre", y un año antes de "Delitos y faltas", Woody Allen escribe y dirige esta deliciosa cinta con evidentes resonancias de la obra de su admirado Bergman...son algo más que obvias las referencias del maestro semita a mi admirada "Fresas salvajes", y para ahondar en lo evidente, esta película supuso el inicio de un corto idilio entre el propio Allen y el fotógrafo habitual de Ingmar Bergman,Sven Nykvist...algo que duraría hasta precisamente su obra posterior, la excelente " Delitos y faltas", una versión "sui generis" del "Crimen y castigo" del gran escritor ruso Fedor Dostoievski....

Con una excelente banda sonora plagada de cortes clásicos de gente tan reputada como Gustav Mähler y su "Sinfonía nº4" ó el "Unacompanied Cello Suite in D major" de Johan Sebastian Bach...por no hablar de otros habituales en su filmografía como el excelente tandem Weill y Brecht y su "The Bilbao Song" ó el "Gymnnopédie" de Erik Satie... esta cinta sin duda alguna es una brillante muestra del otro cine de Woody Allen...ese otro más intimista y sugerente que es capaz de facturar también este portento de la naturaleza...

De hecho obras de Bertold Brecht como "Madre coraje", y obras de Rilke como "Torso de Apolo Arcaico " ó "La pantera" u obras del pintor Klimt como "Esperanza" son esta vez las notas al pie de página de Allen...

La famosa teoría del "...¿qué hubiera pasado si...?..."...si hubiéramos aprovechado mejor las oportunidades pasadas desde la experiencia y amplitud de miras que nos da la madurez...en lugar de haber llevado una existencia fría y cerebral, carente de todo afecto humano y sólo preocupado por el culmen de nuestras metapreferencias...guíados por una vida de autoengaños y donde nos es imposible privarnos de unas mentiras que se hacen necesarias para el transcurso de nuestra existencia...

De hecho la película arranca cuando el personaje de Marion Post(Gena Rowlands), directora del departamento de filosofía de una importante universidad femenina de NY hace la siguiente reflexión: "...Si alguien me hubiera pedido que al llegar a los 50 valorara mi existencia, le habría dicho que he conseguido una buena cantidad de satisfacciones...."...

Gena Rowlands borda precisamente este papel, y nos hace compadecernos y arrepentirnos con ella, mientras damos un agradable paseo a través de los recuerdos de su existencia en clara alusión a "Fresas salvajes"...esos recuerdos que uno no sabe si los ha tenido o los ha perdido...y nos entristecemos también cuando nos damos cuenta de que su existencia ahora, cuando acaba de entrar en la cincuentena, está vacía a pesar de que ella al principio nos diga lo contrario y piense que está llena de felicidad y triunfos personales y profesionales...

Sólo al final, cuando se haya dado cuenta de lo contrario, es cuando se sentirá llena por primera vez en años...

La historia es espectacular y la narración como es habitual en Allen borda la maestría...

E X C E L E N T E.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
burton
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19 de noviembre de 2009
78 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué ocurre cuando oímos aquello que sabemos y sin embargo nos negamos a admitir? ¿Es posible ser feliz viviendo una mentira que nosotros mismos hemos creado y alimentado durante años? ¿Puede nuestro miedo a las aristas de la vida inhibirnos de dar y recibir emociones auténticas y convertir nuestra existencia en una árida abstracción intelectual que nos protege pero nos aísla de quienes nos rodean? ¿Qué es preferible, una vida apacible y rutinaria pero fría, junto a seres a quienes en el fondo no amamos y que no nos proporcionan más que una falsa sensación de bienestar, o arriesgarnos a ser sinceros, a desnudar nuestros sentimientos y admitir la posibilidad del fracaso y el error, a desviarnos del camino ficticio que nuestro intelecto ha dibujado para nosotros sin tener en cuenta la plena satisfacción de nuestras emociones? En uno y otro caso, ¿qué futuro nos espera? Y si miramos atrás, ¿qué encontramos?

Las grandes obras artísticas son aquellas que abren interrogantes, no las que proponen respuestas. Las que causan inquietud y zozobra, no las que proporcionan comodidad o sosiego. Las que no nos permiten respirar mejor, sino que nos fuerzan a preguntarnos qué hay detrás del acto mismo de respirar, su utilidad y sus consecuencias. Las que nos obligan a enfrentarnos con la vida, sea cual sea el precio que ello conlleve.

Woody Allen traza en “Otra mujer” un profundo e hiriente retrato de Marion Post, una mujer que en apariencia ha colmado todas sus expectativas vitales, que es, recién cumplidos los 50, lo que siempre aspiró a ser: una respetada profesora universitaria de filosofía, felizmente casada con un hombre tan culto e inteligente como ella. Una conversación oída por casualidad la lleva a encararse consigo misma y con su relación con quienes la rodean, y se descubre, en los ojos y la memoria de los demás, convertida en una mujer gélida, distante y exigente, en quien todos ven un juez antes que una esposa, una hermana o una amiga, un intimidante ídolo digno de respeto pero a quien nadie es capaz de imaginar haciendo el amor sobre el suelo del salón. Y Marion contempla, por primera vez, el vacío sobre el que se sustenta su vida.

“Otra mujer” es, sin duda, una de las películas más redondas de la filmografía de Allen. Todo en ella muestra al gran cineasta que hay en él y el altísimo grado de depuración al que puede llegar su cine: la sabia mezcla de realidad, sueño, ficción y arte, los diálogos, literariamente cincelados pero no impostados, la bella y limpia fotografía de Sven Nykvist, que se recrea en encuadres de turbadora desnudez y en poderosísimos primeros planos, la exquisita banda sonora (Satie, Mahler, Bach), o las ajustadas y sobrias interpretaciones, entre las que destaca sobremanera la de su protagonista principal, una sobrecogedora Gena Rowlands que logra transmitir la lacerante angustia de esa mujer que acaba de encontrar, inesperadamente, la entrada que conduce a su propio infierno. Y que ahora ha abierto la puerta.
Normelvis Bates
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9 de octubre de 2006
35 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Otra mujer Allen vuelve a ponerse introspectivo. Como apuntan algunos, más ”Bergman” que nunca. Allen adopta aquí ese tono “a la europea” de que se impregnan la mayoría de sus dramas. Allen mira, disecciona, y nunca mejor dicho con esta película, en el alma de sus personajes. Parte de un magnífico reparto en el que sobresale el nombre de la espléndida Gena Rowlands, con unos estupendos también Ian Holm, Gene Hackman o Mia Farrow.

Durante la confección del guión de la historia, Allen estuvo tentado en realizar una comedia al pensar en las posibilidades que ofrecía la trama: una mujer que conoce a otra mientras la primera escucha de forma clandestina las visitas que la segunda rinde en la consulta de un psiquiatra. Pero Allen se encontraba en un momento en el que algo le pedía otro registro. Y así fue cómo salió a la luz un drama extraordinario, de los pies... a la cabeza.

Para ello Allen sigue sin aparecer por la pantalla, en una época en la que parece mostrar cierta animadversión a colocarse delante de la cámara, concentrándose en la dirección de actores. Lo que surge de todo ello es un drama hermosísimo y descarnado. La edad de los protagonistas es en esta ocasión pasa esta vez del “september”. No hay razón por la cual en la madurez el amor no tienda a cometer delitos, parece decirnos Allen.

Éste se ha considerado siempre como un director poco o nada dotado para el drama. No será nuestra intención el contrariar ni contradecirle en absoluto, pero tampoco lo será, a la deliciosa vista de Otra mujer, de desdeñar ni un solo segundo de la película, desde que ésta da comienzo hasta que acaba el último y maravilloso plano de la misma. Otro dato nada desdeñable: encargado de la fotografía de Otra mujer, Sven Nykvis, operador tantos años de Ingmar Bergman.
cassavetes
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29 de enero de 2007
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un relato profundo y una narrativa excepcional
Una película con un ritmo pausado y reflexivo. El director nos llevará por la vida de Marion, una profesora de filosofía muy conforme con su vida y relaciones hasta que una serie de sucesos fuera de lo común la hacen reflexionar sobre sí misma, su forma de ser y sus relaciones. Una mujer desconcida será la semilla de la crisis de Marión, una mujer que no tiene nada que ver con ella ni con su entorno, pero que sin embargo será la pieza clave de lo que le está tocando vivir. Un relato profundo, claro y lineal.

Woody Allen nos lleva del presente al pasado y al subconsciente de la protagonista de una forma natural, mágica y conmovedora. El relato se estructura en forma muy original mediante una sucesión sincronizada de coincidencias y casualidades que cambian el destino de la protagonista, y que más allá de lo verosímil que sean, representan en todo caso una síntesis de lo que podría ser una situación real, y en última instancia son una mera cuestión de género cinematográfico, en donde se condensan las situaciones dramáticas y sus consecuencias. Pese a la cruda realidad de lo que descubre la protagonista en su introspección, la historia tiene un mensaje conmovedor de esperanza y optimismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fernando Sassone
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17 de enero de 2008
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra Mujer; otra película de Allen a lo Bergman, otra obra que indaga en lo intimista y lo cerebral, en la felicidad y el vacío, en el pasado y sus consecuencias...

Primer plano; la cámara quieta y fría enfoca un pasillo por el que aparece Marion Post, una profesora de filosofía a la que según sus propias palabras, "se podría decir que a sus cincuenta años la vida le ha brindado un buen número de satisfacciones". Mírenla, parece feliz... parece y nos asegura que es feliz, ¿quién lo dudaría?, es brillante, inteligente, está viviendo el momento más álgido del florecimiento de un nuevo amor, y tiene un permiso del departamento de filosofía donde trabaja para dedicarse exclusivamente a escribir su nuevo libro. ¿Qué más puede pedir?, tiene amor, proyectos y la consideración de aquellos que le quieren. Definitivamente, la vida le ha sonreído; o eso parece... porque aunque Marion se declare como una persona a la que no le gusta hurgar en el pasado, ni hacer balance de tiempos pretéritos, una rejilla en el pasillo de su nuevo y recién alquilado estudio le tocará irremediablemente su corazón. Por esa rejilla que comunica con la consulta de un psicólogo a través de una pared, sale con frecuencia la desconsolada voz de otra mujer... una voz que será el principio de la catársis que le abrirá los ojos, y apartará el velo de su visión excesivamente racional de la vida.

Sin duda estamos ante un drama, crepuscular y seco; pero no se dejen asustar por los aspectos filosóficos de su argumento ni por la sobriedad de su ritmo narrativo, porque detrás de todo eso se esconde una brillante cinta que es capaz de desnudanos a sus personajes con una sinceridad tal, que parece que escribir un guión está al alcance de cualquiera; si a eso le añaden una cámara que hace comunión con ese tono sincero haciendo uso de una infinita franqueza, pues todo fluye...

Siempre he dicho que el Allen que menos me gusta es el que se torna en Woody Bergman, pero esta vez me voy a tragar mis palabras con dignidad; esta vez me voy a confesar sin miramientos, y voy a decir... "- Me ha encantado". Y lo voy a confesar porque no está bien vivir tus propias mentiras. Ya lo entenderán mejor cuando disfruten de esta joya...

Disfrútenla.
HEIFER
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