Las cicatrices de Drácula

Recapitulando, tenemos siete películas sobre DRÁCULA en la HAMMER con CHRISTOPHER LEE. Las cuatro primeras eran: DRÁCULA (HORROR OF DRÁCULA), DRÁCULA PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS, DRÁCULA VUELVE DE LA TUMBA, y EL PODER DE LA SANGRE DE DRÁCULA. Estas cuatro están encadenadas: el conde es resucitado en función de cómo fue exterminado en la anterior. Las dos últimas son DRÁCULA 73 (DRÁCULA A.D. 1972) Y LOS RITOS SATÁNICOS DE DRÁCULA, que tienen en común que el vampiro acampa en el LONDRES de los 70, con incluso algún personaje secundario que repite.

Pero ésta, LAS CICATRICES DE DRÁCULA, que es la quinta de la saga, es una obra completamente independiente. Y no sólo en el terreno argumental, sino en el estético, en el que se nota que no tiene nada que ver con las anteriores y posteriores. Si quizás con la trilogía de CARMILLA, la de las eróticas vampiresas en camisón (VAMPIRE LOVERS, LUST FOR A VAMPIRE, TWINS OF EVIL). Además incorpora elementos clásicos de la obra de STOKER que se obvian en las demás, como la conversión en murciélago o las escapadas del héroe por la pared del castillo. También tenemos reminiscencias de los clásicos FRANKENSTEIN en las hordas de pueblerinos que se rebelan con fuego frente al castillo. Pero quizás lo más divertido sean las vodevilescas historias del comienzo, con un trasfondo erótico que hacen únicas estas peliculillas. La maqueta del principio y el novedoso final no tienen desperdicio. ¡¡Viva la HAMMER!!

Rojo de sangre, bruma densa de misterio, ritmo de intriga, miradas de complicidad o de miedo, intenciones aviesas y siempre un guiño de seducción.
Tensión, desasosiego y, ejerciendo como maestro de ceremonias, un destino que puede enseñar su rostro más abyecto en cualquier momento.
Cuando el conde Drácula anda por medio ninguna conjetura entra en el campo de lo imposible.

Hammer Productions posee su método, su criterio, su estrategia, sus objetivos, su pulso narrativo y un lenguaje cinematográfico propio.
Por eso se le ha admirado durante décadas.

¿Por qué la considero la "oveja negra" de la saga de Drácula de los estudios Hammer?
Porque si ves la antología completa, es fácil comprobar que cada film es continuación del anterior y que la saga en conjunto funciona mejor si la separas en distintos grupos aunque pertenezcan a la misma continuidad.
"Drácula", "Las novias de Drácula" y "Drácula, príncipe de las tinieblas", son la indisoluble trilogía de Terence Fisher, a continuación tenemos el doblete formado por "Drácula vuelve de la tumba" y "El poder de la sangre de Drácula", que son películas de distintos directores pero muy bien conectadas, por último tendríamos las dos películas que se ambientan en el siglo XX, dirigidas por Alan Gibson.
¿Dónde deja eso a "Las cicatrices de Drácula"? Si dijéramos que en tierra de nadie, no sería necesariamente una exageración.
Afortunadamente nos queda la posibilidad de emparejarla con la novena entrega de la saga, una extraña película llamada "Kung Fu contra los 7 vampiros de oro", que también fue dirigida por Roy Ward Baker.
En cuanto a esta sexta entrega, se siente como un recopilatorio entretenido de lo mejor de la saga dentro de una película más bien pobre; una película que no es mala, pero que ya ofrece una inevitable sensación de refrito que la hace palidecer al compararla con sus cinco hermanas mayores.
Con todo, resulta una bastante mejor película que las dos que dirigió Alan Gibson.
A pesar de que Christopher Lee ya empezaba a sentirse cansado del personaje de Drácula en 1970, una vez más volvió a interpretarlo con toda la profesionalidad que se puede esperar de él.
La dirección de Roy Ward Baker es bastante interesante, naturalmente sin llegar a los niveles de Terence Fisher en ningún momento, pero la estética general de la saga se mantiene, y aunque por momentos esta entrega puede ser más fiel a la novela original de Stoker, tiene algunos momentos un tanto descuidados.
Por ejemplo, la escena en la que el conde Drácula trepa por la pared del castillo, aunque bien intencionada, está demasiado iluminada y eso hace que el efecto se note bastante, pero ningún efecto es tan feo como el murciélago de plasticorro que se ve en ciertas escenas. ¡Si a veces se le ven hasta los hilos!
Me gusta especialmente la pareja que forman Dennis Waterman y Jenny Hanley, también contamos con el actor recurrente de la saga Michael Ripper, que ya había aparecido en las entregas II, IV y V. En todas haciendo papeles diferentes, pero destacando en ésta por tener un personaje más trabajado y completo.

Es una película que apuesta más por el gore y eso la hace especialmente vistosa, el problema es que a menudo la historia pasa más en un segundo plano y eso queda reflejado como un síntoma que los que entendemos de esta saga, podremos reconocer claramente como el inicio de su decadencia.

En Las cicatrices de Drácula observamos una sexualización de la trama con un protagonista que parece un playboy y unas actrices todas ellas voluptuosas y generosamente escotadas. Christopher Lee habla más que nunca e inyecta sus ojos en sangre para hipnotizar a sus víctimas. Un risible murciélago cobra protagonismo en las escenas de acción. Los decorados y maquetas exteriores del castillo son bastante cutres.

La historia se centra en la investigación que llevan a cabo una pareja en busca del hermano de él en el castillo de Drácula. Pocas novedades argumentales para una película que hay que verla sabiendo de antemano lo que se va a ver si no se te hará insufrible.

Si de algo empieza a estar harto el Conde Dracula tras doce años de idas y venidas, quemaduras, empalamientos, tumbas de hielo -de ahí lo de cicatrices, supongo- y tanto resucitar es la proliferación inagotable con que tunantes pueblerinos y cierrabares de diversa índole -aquí el héroe y su doncella van al rescate de un hermano del primero que parece follar por castigo con todas las que se cruzan con él- se pasan a azuzarlo en su eterno descanso que muy raramente es eterno.
Aunque hablando con propiedad es un murciélago de plástico el que lo reanima vomitándole sangre porque volaba por esa zona y le sale de los huevos tirar la pota encima de su amo.
Dicho esto, pasa un poco lo mismo de siempre y al Conde, por descontado, no le gusta dejar pasar la oportunidad de hacer mojo picón con cada plebeya que lo reanima y su cortejo de pretendientes sujetavelas.
A la sexta, a la saga poco le queda por ofrecerle al espectador que no conozca bajo un mismo escenario que, por última vez, no es contemporáneo, con primeros planos de la mirada de Lee -con o sin párpados- sobre los curiosos levantalápidas y una troupe de aldeanos supersticiosos.
Christopher Lee no se privaba de seguir buscando pretextos (lo haría hasta el crepúsculo de su carrera en el lado oscuro de la Fuerza) para demostrar su pasión por la esgrima pese a empuñar la espada fugazmente o, en un arrebato de lo más terrenal tras un berrinche de celo posesivo (¿por ella o por él?), asestando puñaladas (¡¡!!).
Diría que el tal Carlston (Christopher Matthews) es el personaje más endeudado de la serie con Jonathan Harker: no por carácter ni su personalidas, sino por las situaciones experimentadas en el castillo.
Puro escapismo, como siempre. Como el de su propio antihéroe protagonista escapando al castigo del sueño eterno.
Otro mordisco más.