The Man I Love

Pero algunos miran las estrellas. Son tantas las obras maestras de Raoul Walsh que uno, a veces, olvida y deja de lado sus producciones aparentemente menores, esas que hacía en un pim pam pum como el cine en estado puro contenido en estos 90 minutos con un perfecto sentido de la narración, la construcción de personajes y el ritmo. Tres hermanas, un mafiosillo mujeriego dueño de un club, un músico atormentado, una, dos tres historias de amor, celos y deseo. Y en primer plano, Ida Lupino iluminando cada recoveco de la película con la música de George Gershwin de fondo. Muy destacable.

Ida Lupino. Una mujer clave en la industria, en el cine, en este tipo de arte... Intimista, con toques de cine negro, algo trillada en el argumento de mujer de gran visión de la vida, con experiencia, que aporta su grano de arena para la resolución de algunos problemas familiares.
Canciones muy conocidas, standar del cancionero americano sirven de escusa para la presentación del personaje: Why was i born? y The man i love básicamente. La música es de Max Steiner, un clásico en sí mismo...
Ella esconde un pasado oscuro en Nueva York, pero no se muestra, y, sin embargo, es vidente. Una mujer de mundo, que sabe de las cosas... Es, precisamente, lo que necesita la familia, y probablemente sea capaz de resolver los problemas, otra cosa es que eso sirva para organizar su propia vida, porque es claro que ella ha vuelto a su casa por alguna razón no especialmente confesable...
Algo trágico se masca, se presiente... no tiene un tono optimista, antes al contrario. Tienes un presentimiento de soledad, de abandono, de desastre.
No es una obra mayor de Walsh, rodada tras un gran éxito como Objetivo: Birmania (1945)

Raoul Walsh en la dirección asume este drama romántico familiar con toques de cine negro y se pone al servicio del sentimentalismo atendiendo a una especie de estilo a lo " Casablanca" ( discúlpenme, no me acribillen), no por su parecido en la temática o en el argumento ( que no tienen nada que ver) sino en cierto estilo artificioso, ya saben, una atmósfera melancólica, buena música que refuerza el dramatismo, diálogos poco naturales pero muy evocadores y una protagonista ( Ida Lupino), que al igual que Bogart en aquella, nadie sabe bien quién es y cuál es su pasado, tan sólo reconocemos en ella a una loba solitaria con mucho recorrido detrás y cuyos vaivenes han forjado un carácter que la hace dueña de su destino.
Y si Bogart en Casablanca tropezaba con su pasado que venía a su encuentro, Lupino parte en su búsqueda, al retorno al hogar familiar y, una vez allí, tendrá que solucionar los diversos problemas que afectan a su familia, al tiempo que el amor, un amor breve, fugaz e intenso despertará sus sentidos al arrullo de las cálidas notas del piano.
Junto con el principal argumento, la historia se divide en varias subtramas que Walsh maneja bastante bien, si atendemos a la dificultad que supone guardar un equilibrio entre ellas y darles una cohesión evitando la dispersión.
Ahí es dónde se adivina la maestría de un director que, partiendo de un guion bastante caótico, aunque los numerosos personajes están muy bien dibujados, logra aglutinar y proveer de cierta solidez esta amalgama apelando a las emociones que se tiñen de nostalgia y melancolía en un relato que recurre al romanticismo evocador, junto con otras pequeñas historias, no del todo redondas, pero sí ciertamente entretenidas.
Lupino trabaja muy bien y me encanta el personaje que interpreta. A pocos personajes femeninos se les ha otorgado este poder sobre su vida y sobre la de los demás, sin que necesariamente tuviera que convertirse en una mujer fatal. Aquí ella es el hombre que lo resuelve todo pero sigue conservando íntegramente su feminidad.
La música buenísima. Pena de guion, que se le ven las costuras ! Aaayyygg !