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La ciudad es nuestra (Miniserie de TV)

Serie de TV. Drama. Thriller 6 episodios. Baltimore, 2015. La muerte en circunstancias sospechosas de Freddie Gray, un joven negro bajo custodia policial, ha provocado una ola de disturbios. La ciudad alcanza un nuevo récord de asesinatos. Bajo presión por la oficina del alcalde y por una investigación federal sobre la muerte de Gray, la policía de Baltimore recurre al Sargento Wayne Jenkins y a su unidad de élite de agentes de paisano, para librar las calles de ... [+]
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
11 de mayo de 2022
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
El regreso a Baltimore de David Simon dos décadas después de firmar la monumental ‘The Wire’, toma forma de miniserie (seis episodios) y lleva como título ‘La ciudad es nuestra’. Como es habitual en el creador estadounidense, la producción, que corre a cargo de HBO, no defrauda. La urbe, conocida en tiempos recientes por los efectos devastadores que las drogas están dejando en múltiples ámbitos, penetrando en sus entrañas, constituye un escenario propicio para que el género policiaco lidie con narcotráfico, delincuencia y corrupción, explotando sus endebles y cambiantes códigos de poder.

La propuesta toma como punto de partida la muerte del afroamericano Freddie Gray y la huelga de brazos caídos de una parte del cuerpo policial que siguió a la investigación del suceso. Ocurrido en abril de 2015, supone una afrenta más de la larga serie de brutalidades padecidas por la gente de color en aquel país. Con estos mimbres se disecciona el derrumbe moral de un lugar. En la constatación de la capacidad corrosiva y contagiosa de la corrupción cuando ésta pisa terreno abonado, Simon deja constancia de su lucidez como narrador, dejando paso al pavor.

‘La ciudad es nuestra’ fija su atención en un agente de la policía local al que da vida Jon Bernthal, fantástico con esa imagen de boxeador medio sonado, mirada perdida, vencido por las muchas pendencias pasadas. La otra cara de la moneda es una defensora de los derechos civiles (Wunmi Mosaku), sin mando en plaza pero intentando sondear la profundidad del agujero. No es pequeño. La tensión entre fuerzas federales y locales vuelve a emerger en el país de las barras y estrellas.

La serie atesora el nervio de la sordidez, con un relato salpicado de saltos temporales que atrapa al espectador sin remedio. Basa su potencial en un guion punzante, dónde los diálogos entre personajes, ya sea en interrogatorios, conversaciones grupales o cara a cara, es de lo mejor que he visto este año en televisión.

Imprescindible

Escrito Por Juan Pablo Martínez corchano para http://rockandfilms.es
Juan Pablo
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1 de agosto de 2022
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena miniserie sobre un tema candente sobre el que merece la pena profundizar. Siempre estoy atento a todo lo que hace David Simon porque suele responder siempre a la definición que he dado en mi primera frase. Probablemente nunca alcanzará el nivel que logró con The Wire, pero si aquella es considerada por muchos la mejor serie de la historia, exigirle a alguien que todo lo que haga tenga nivel de "mejor de la historia" es poco realista. Yo no le pido la excelencia, por eso esta miniserie me parece un producto aceptable, pero bien es cierto que tiene varios aspectos mejorables.

Mucho hablan sus espectadores de que lo que aleja a esta serie de ser top es que los personajes no son tan atractivos ni están tan bien desarrollados como en otras series de Simon o que la estructura narrativa elegida, con saltos constantes hacia atrás y hacia delante en el tiempo, puede acabar resultando confusa o mareante. A ello yo añadiría que la interpretación de Jon Bernthal es una de esas que amas u odias por su sobreactuación desmesurada. Yo soy de los que me sacaba un poquito de la serie ese exceso.

Pero realmente ninguno de esos puntos es lo que para mi penaliza verdaderamente a la serie. Todo eso yo podría pasarlo sin mucho problema si la serie, ya que tanto se compara con The Wire, hubiese tenido algo que tenía aquella y no tiene esta: poner sobre la mesa todas las piezas del prisma. Allí se explicaba mucho mejor que aquí el origen de los males; de la ciudad, de sus personajes, etc... Aquí de eso se dan meros brochazos superficiales sin entrar más allá, se limita más a retratar la parte que ya todos conocemos, los delitos de la policía.

En otra serie bastante analítica como era The West Wing hay un par de frases que cabría haber pensado aquí a la hora de escribir los guiones. "Si les pedimos que sean mejores que nosotros les estamos pidiendo que nos mientan". Con esto quiero decir que a menudo esperamos que nuestros representantes afronten ciertas situaciones con una entereza/moralidad/honradez/resiliencia/etc.. que quizá nosotros no tendríamos: las situaciones a las que se ven expuestos, las carencias y el cómo se intentan compensar esas carencias, el rencor que va acumulando todo ello por dentro, los niveles de estrés continuado al que se someten... Creo que una persona es, como decía Ortega y Gasset, "ella y sus circunstancias". Nadie sería la misma persona si la cambias de circunstancias y si uno ha vivido alguna vez situaciones de estrés sabrá perfectamente cómo puede uno llegar a pensar "no estoy siendo yo ahora mismo". Otra buena frase de The West Wing que cabría recordar es "no nacieron queriendo ser terroristas", del mismo modo que ahí hablaban del tema islamista sería perfectamente aplicable aquí a la policía corrupta, igual que lo aplicamos cuando hablamos de que en zonas pobres la delincuencia es mayor y no es porque esos chavales nacieran queriendo ser delincuentes. El cómo llegaron ahí es importante porque es clave para analizar el problema y pensar en cómo solucionarlo. Ese cómo llegaron ahí es lo que no está bien mostrado en esta serie.

Unido a ese factor de "el origen del monstruo", hay otro paralelo que sería mostrar cómo el sistema no funciona. De nuevo se dan brochazos aquí y allá pero no se termina de entrar bien a fondo en ello y las pocas pinceladas que se sueltan sobre la disfuncionalidad del sistema van más ligadas al castigo que al origen. Y cuando tienes 6 horas y ves que el 90% del minutaje se dedica a reiterarse sobre distintas formas de delinquir por parte de la policía, uno se pregunta si no se podría haber repartido mejor ese tiempo, cambiar escenas reiterativas por otras donde se nos ahondase en esos dos asuntos clave, cómo llegan a convertirse en eso esas personas y cómo el sistema promueve que eso suceda. Hay un discurso del prota en un bar ante su cuadrilla donde explica que no les va a pasar nada mientras sigan dando cifras. Esto es algo que puede ser extrapolable a muchas empresas y profesiones. Yo mismo lo he vivido siendo trabajador de una multinacional de telecomunicaciones. Y he pensado viendo la serie lo mismo que pensaba cuando lo viví en persona, que sí, que me da asco el que se salta las normas y hace barrabasadas para que le resulte más rentable el curro, viví años esperando que cayese sobre ellos la justicia que merecían, pero más asco me da ver que los de arriba lo sabían y no solo no hacían nada sino que querían que fuese así porque de mientras nadie denunciase ellos ganaban cifras y si algún día alguien denunciaba pues no pasa nada porque dirán que fue el currito el que cometió la ilegalidad y ellos se lavan las manos como Poncio Pilatos.

En mi opinión, esto es como las plagas, si te centras solo en los bichos que ves no acabarás con la plaga, tienes que ir a por los nidos y no solo eliminarlos sino ver por qué se hacen nidos ahí, averiguar donde están las brechas de seguridad y cerrarlas. Así se acaba con una plaga. A la vista está aquí cómo centrarse solo en lo evidente, en la primera línea de batalla, no soluciona nada porque al final lo único que consiguen es que la violencia aumente al hacer que los polis pasen de jugársela. Ahí es donde la serie para mi tiene un debe, su espíritu es concienciar, pero no se conciencia mucho si se muestra solo lo obvio, echo en falta que me muestren cómo se crean esos monstruos y cómo se crea ese sistema. Poner tiritas sin limpiar la herida es un poco brindis al sol. Y lamentablemente aquí se habla más de lo primero que de lo segundo. Por eso The Wire era excelente y We Own This City solo es aceptable. Pero como dije al principio, no se se puede exigir siempre la excelencia y esta miniserie, con sus carencias, sigue siendo un producto que recomendaría.

Nota: 6,5
El Tito Mel
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15 de junio de 2022
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva serie con el sello de David Simon, otra vez en Baltimore con guion inteligente y elaborado. Trama de corrupción policial sintetizada en seis capítulos. Gran despliegue de personajes que obliga a prestar un poco de atención.

Al ser una serie más corta que otras de su estilo (The wire, Deuce,Treme, etc.) obliga a resumir y a presentar los objetivos con mayor claridad, sabemos claramente a dónde va. No es que tenga más nervio crítico que series anteriores, sino que lo presenta de un modo más claro y contundente.

La serie nos ofrece una perspectiva panorámica amplia, llena de conexiones y reflexiones que nos permiten ver problemas de la organización social de los humanos con sus problemas estructurales endémicos y las múltiples dificultades para cambiarlos. Racismo, corrupción, cinismo, ambición, instrumentalización política, mafia policial, pusilanimidad y colapso institucional, etc. desfilan por la pantalla, obscenamente desnudos. Una serie estimulante para todo aquel que disponga de coraje y estómago para no apartar la mirada. Sin embargo, la serie no busca tanto señalar a "los malos", sino el substrato estructural que alimenta y hace crecer las lacras sociales y la telaraña que permite su enquiste.

El estilo es meticuloso, sobrio, constante, uniforme, objetivo, explicativo y sin maniqueísmo ni tretas de ninguna clase. Un trabajo honesto, lucido y agudo que logra perforar la costra superficial de paz social para quien esté dispuesto a escuchar con seso.
MiqBala
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14 de agosto de 2022
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Simon y HBO, es una relación impresionante, armónica, bien diferenciada y envidiable para todos; el creador de “The Wire” “The Deuce” de la mano de HBO, adapta a pantalla televisiva compactada en miniserie, libro de Justin Fenton “Somos dueños de esta ciudad” , adoptando mismo nombre titular la presente serie narra de manera ordenada, fría y verídica el “trabajo policial honesto” de un equipo de elite adscrito a la policía de Baltimore que desempeñan el rol de incautación de armas y drogas, vestidos de civiles, monitoreando y haciendo cumplir el imperio de la ley en las duras calles de una de las ciudades ( o la más peligrosa) de los Estados Unidos; luce cuando menos llamativo que la más grande serie de televisión de índole policial, también realizada por Simón para HBO (The Wire), ocurra en Baltimore, ciudad principal de Maryland, sintonizada en equivalencia (en menor proporción claro está) “We Own this City”, no solo sigue a un grupo de policías, se viaja muy dentro con ellos con realismo absolutamente impropio de una serie de televisión por cada una de las misiones de nuestros amigos vaqueros.

Al igual que “The Wire” y (disculpen el punto de comparación), la serie no solo limita su historia al modus operandi policial, amplía su base de narración hacia diversos mecanismos de corrupción presentes y arraigados en el departamento que se trasladan de generación en generación como si de una tradición medieval se tratase, la desconfianza, miedo y terror de ciudadanos comunes para con los cuerpos policiales, hartazgo social, dolor de la destrucción social continuado año tras año, la política como ejercicio demagógico de las ilusiones de las personas constituyen en totalidad, un grandísimo punto a favor del trabajo de Simon, alegando que el problema no es circunstancial o momentáneo delimitado a solo un grupo de policías que hacen de la ley su accionar, al contrario, todo un sistema dedicado a extorsionar, manipular y doblegar a aquellos que alguna vez juraron proteger, desgarradora crítica social y política del mundo en que vivimos, lamentablemente solo, una pequeña parte de ese vasto escenario donde solo rige la supervivencia del más fuerte.

Diálogos sumamente inteligentes y precisos, dirección milimétrica, Jon Bernthal interpretando con veracidad al sargento Jenkins (protagonista de esta historia, jefe de la unidad), él y resto de su equipo, seguidos muy de cerca por cámara a través de cada una de las calles de Baltimore donde solo vale el trabajo policial honesto para poder sobrevivir.
Cepeda
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25 de mayo de 2022
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece, por fin, que el dueto Simon y Pelecanos han recobrado buena parte de la esencia de aquel milagro cinematográfico (por más que se estrenase exclusivamente en la televisión), que era The Wire.
Se nota en muchas de sus virtudes, como el tono pausado, la complejidad de la trama, la ambivalencia e incluso la conversión de los personajes, y una profunda crítica a un sistema policial de una ciudad que,seguramente, hace o debió de hacer aguas por todos sus costados. Además, la serie no juzga, se limita a exhibir. No le interesa el discurso moralizante, sino más bien mostrar la realidad de un momento determinado, en la icónica ciudad estadounidense. Y la realidad es la de un departamente de policía desbordado, incapaz de hacer frente a una galopante delincuencia, y, por supuesto, a la misma burocracia que, con mano distinta a la que le priva de recursos, le concede la gracia de la inmunidad ante una cruda y patente brutalidad policial. No te doy el dinero, pero haced lo que podáis con lo que tenéis.
La conversión de Jenkins (portentosa actuación de Jon Bertham), parece decirlo todo, aunque tampoco cae en los tópicos y en el manierismo de juzgar toda una administración por unos cuantos, por más que hagan mucho ruido. Buen trabajo policial hay, y mucho.
El cóctel se perfecciona con una trama digna del mejor noir (como se nota Pelecanos), y un trato al espectador partiendo de que es alguien medianamente inteligente, y por ende más interesado no tanto por lo que pasará, sino por todo lo pasado hasta llegar al presente, y de qué manera.
wasdred
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