En el viejo Oklahoma

El 22 de abril de 1889 unas 50.000 personas cruzaron rápidamente la frontera con toda suerte de vehículos para reclamar "tierras sin asignar" en el territorio de Oklahoma. Es lo que se conoce como la Carrera por la tierra.
Pues bien, unas pocas décadas después tendrá lugar allí también la Carrera del petróleo, en la que varias decenas de carretas cargadas de oro negro tratarán de llegar a tiempo de cumplir el contrato a Tulsa, la capital del petróleo.
Y es que a principios del siglo XX se descubrieron en aquel territorio importantes yacimientos de gas y de petróleo, donde acudieron en masa los buscadores de fortuna. No todos la van a conseguir como Jim Gardner (Dekker), un empresario ambicioso y sin escrúpulos establecido en Sapulpa acostumbrado siempre a asumir riesgos, "En la vida hay que saltar primero y mirar después".
A esta ciudad llega también un vaquero en busca de empleo, Daniel F. Somers (Wayne), y una atractiva maestra, Catherine Elizabeth Allen (Scott).
Tenemos pues planteado el triángulo amoroso, en el que la mujer va a jugar un papel muy especial. Es maestra de escuela, lo que hace sonreír de desprecio a los hombres. Es autora de un libro cuyo título ya refleja su propia personalidad, "Una mujer atrevida", lo que también es objeto de burlas por parte de sus pretendientes. Es una mujer cultivada, "Nunca he vivido ni viajado salvo en los libros", que necesita ampliar horizontes, "Voy dónde la gente sabe en qué siglo estamos".
Una forma de pensar independiente que, a comienzos del siglo XX cuando empiezan a circular los primeros automóviles y realizan sus ensayos para volar los hermanos Wright, choca con la mentalidad de muchas personas, "Una mujer que se vale a sí misma es tan peligrosa como comer con una navaja".
También se encontrará en algún momento la horma de su zapato, como cuando reclama al no encontrar un asiento libre "¿Tendrá que haber algún caballero en este vagón?", para escuchar a continuación "Bienvenida al siglo XX". Donde las dan las toman.
Tema pues original, sobre todo teniendo en cuenta que la cinta es de 1943. Guion consistente, bien trazado, sin lagunas, con un fraseado elegante. Lo mismo que la realización que presenta personajes creíbles y convincentes, sobre todo en el caso de Allen y de Bessie Baxter (Rambeau), propietaria de un hotel y mujer de rompe y rasga. Desde luego las féminas muestran una personalidad mucho más sólida que los varones. A destacar entre estos al viejo cascarrabias Despirit Dean (Hayes).
Espléndida ambientación, vestuario, fotografía y paisajes. Buenas escenas de la carrera con los carros cargados de petróleo, en los pozos, el baño de los dos protagonistas o el baile de las vedetes en la cantina.
Lo peor con diferencia es el doblaje que hemos padecido. Tal vez por ello tampoco sea la de Wayne una actuación muy convincente. Justo castigo por haber andado en armas su personaje en la poco honorable acción americana en Cuba y Filipinas.
En cualquier caso, un buen western con toques de comedia que recomendamos. Una pena la escasa atención que hasta ahora ha concitado en FA.

Este filme es la mejor despedida al personaje cowboy de todos los tiempos, correcto el "gringo" John Wayne... Con un final petrolífero durante los tiempos de las paces con las reservaciones Indias y progreso industrial, las fotografías en este filme son épicas como para ponerlas en un marco, casi al fin del Oeste entrando el siglo XIX, Wayne como actor limitado pero con un arquetipo de personaje que caló y a fondo, bonachón, justiciero, duro, ingenuo, conformista que enfurecerá a una Martha Scott que quiere comerse el mundo y ser parte de su personaje en sus novelas, un malo ambiguo Rebel Randall que claramente es un seductor, embaucador, millonario.

Una de mis últimas adquisiciones en Color por IA, ahora Rhonda Fleming acompaña el reparto con la exuberante coreografía, así que sírvanse con este espectáculo que se le da bien, un John Wayne que no tiene reparos en trabajar para Rebel Randall, un Cheroke Paul Fix truhan y el inseparable amigo George "Gabby" Hayes que junto a él pone la dosis de comicidad, singular, temperamental, rivalidad, histórica en las refinerías de Tulsa.

Típica historia en la que el vaquero alto, guapo, fuerte y humano se tiene que enfrentar al rico de la zona, habitual avaro, traidor, cobarde y sin escrúpulos. En este caso, además de la chica, una concesión petrolera, la del débil, pero con la ayuda del pueblo y de los indios puede emprender una lucha, muy desigual pero que se puede producir al hacerse lícita a través de las autoridades. Hasta aquí una más de John Wayne, auténtico protagonista de la cinta, acompañado, bastante bien, por Albert Dekker, un actor que no tuvo relevancia en papeles principales, y una Martha Scott bastante cumplidora. También es interesante observar una de las etapas más relevantes de los EE. UU. La llegada del ferrocarril, la paz con los indios, la búsqueda del petróleo, y todo eso mientras se mantenían, a duras penas, las viejas costumbres del lejano, pistolero y rancio Oeste. La película apenas tuvo el reconocimiento por parte de la Academia de mejor banda sonora y sonido no alcanzando ninguno de los dos. Película para los amantes del género, como es mi caso.

Aparece ante nosotros uno de los más conocidos rostros de la historia del cine, un John Wayne en pleno despegue de su carrera, aunque bien es cierto que para la realización de esta película ya llevaba pegados unos cuantos tiros. No obstante es inevitable destacar su juventud, la frescura de su presencia y gracias al papel que interpreta, un protagonismo mucho más agradecido que su compañero y rival en Oklahoma. No es una obra maestra desde luego, pero no cabe duda que para los aficionados y seguidores del western supone una muy buena manera de invertir el tiempo. La misma aparición de Wayne en el tren es memorable, con la silla de montar de un caballo y una rudeza que sí va a ser característica propia suya en muchas más películas en adelante.

Estamos en Oklahoma, en un boom de los tantos que hubo en el nuevo continente, en esta ocasión agarrados de la mano de la fiebre del oro negro. No importa cómo pero Wayne se ve metido en el negocio de la extracción del petroleo, aparecen por ahí unos indios lamentables (las cosas como son) y los personajes con más o menos gracia van tirando a veces para el lado de la comedia y a veces para el propio desenfreno del cine de aventuras a todo ritmo. En todo caso no es una película memorable, pero mola ver al joven Wayne (aunque ya tenía 37 tacos aparenta menos) dando caña allá donde va.

"- Ey, no me lo puedo creer, pensaba que estabas preso en alguna cárcel.
- No, llegamos a un acuerdo con los ciudadanos de los pueblos: si el sheriff estaba en la ciudad, alzaban una bandera blanca y nos quedábamos fuera... y viceversa".

Film que se podría encuadrar en el género del western, aunque yo creo que no, al menos totalmente, por más que la época, ya con los primeros coches en carretera, casi le representa, pero más bien es un cine épico, con acción, comedia, algo de drama y romanticismo.

Está francamente bien, gracias a un esforzado guion, con buenos diálogos y una dinámica realización de Albert S. Rogell, autor de algunos buenos títulos.

Los intérpretes están excelentes, con un John Wayne algo atípico pues te sonríes bastante con él y sus salidas y sentencias "de su abuela".

Buenos característicos, extraordinarios extras que se juegan la vida en difíciles escenas conduciendo carros a todo trapo.

La verdad es que no le falta de nada, aunque su metraje podría haber sido algo más reducido, pero se ve bien, gusta al ser muy entretenida y deja un buen sabor de boca.

Estuvo nominado a dos Óscars, mejor banda sonora a film de drama/comedia y mejor sonido.

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