El planeta del placer (Vicious Lips)

Siempre le he tenido cariño a Albert Pyun. Hay directores malos, de obras bizarras, sin personalidad, como esas producciones de "The Asylum" del canal Syfy y que ponen en La Sexta. Pyun siempre ha sido otra cosa. Tenia su estilo. Ahora, enfermo, rueda poco y sus productos son muuuy mediocres. Pero en los 80 quiso poner una línea que separase sus producciones de serie Z de las del resto de directores.

Vicious Lips es una mala película. Apenas cuatro ideas esbozadas para un guión, en medio de algún consumo lisérgico. Diálogos tontos. Quiso hacer una especie de "Calles de fuego", una especie de musical ochentero, con espectaculares chicas de pelos cardados en un futuro extraño, en el que forman una banda femenina y deben ir al local "Radioactive dreams"(¡toma autohomenaje!) para consagrarse como artistas. Pero le salió un conjunto de secuencias inconexas, con un fondo musical o bien con actuaciones, tampoco demasiado bien rodadas. Pasamos de un planeta a otro, en el que naufragan. Y ahí, media película se la pasan en la nave, peleándose y pintándose, para pasar a un entorno de videoclip de Russell Mulcahy, con tules vaporosos colgantes y luces a contraplano. Hay algunos monstruos, algunos zombies caníbales junto a mucho postizo y pelucas de colores. Nada tiene sentido en el planeta, donde aparecen para ayudarles rubias espectaculares en top-less, algo muy de Ed Wood.

Actores muuuy malos, casi de fan-movie, como parecen los primeros minutos. Sea una broma o una ida de olla, hay que tener mucho aguante para ver el filme. Mucho.

Una de esas películas que, pese a ser malísima (que lo es), tiene cierto encanto que la hace especial.
Se nos presenta un futuro bastante ¨punk¨, donde una banda de rock con sintetizadores ha conseguido un hueco para tocar en el local más importante de la galaxia. El problema: que tienen que cruzar la galaxia entera en un día. Y, por el camino, la nave choca contra un meteorito y acaba estrellándose en un planeta aparentemente desierto.

La idea, original es, eso es indudable. El problema es que gran parte de la película básicamente nos muestra a las protagonistas yendo de un lado a otro y teniendo diálogos de besugos,

Es pura serie b, barata pero resultona, que se deja ver si no esperas gran cosa.

'Vicious lips' tiene una portada molona, un look ochentero alegre y desenfadado, y varios temas pop-rock cañeros. Todo lo demás es de baja calidad.

Los efectos especiales son cutres. Hay una escena donde la nave espacial se aproxima a un planeta, y se nota a un kilómetro que es una maqueta. De verdad que pensaba que en cualquier momento se iba a ver la mano del que la sostenía.

Hay diversos monstruitos. El maquillaje es similar al de las pelis de esa época. En su día estaba bien, pero ahora, con monstruos hechos por ordenador, esos maquillajes sólo añaden cutrerío.

La trama es inexistente. La sensación la mayor parte del tiempo es que no pasa nada. Las interpretaciones, malas. Entiendo que las chicas son punks y deben ser pasotas, pero pareciera que están rodando de mala gana.

Pero una cosa sí me ha sorprendido gratamente y me ha hecho flipar. La nave se estrella en un desierto, y el manager sale en busca de ayuda. ¿Aparece una tribu nómada? ¿Unos bereberes? ¿Un jeep? ¿Encuentra un oasis? ¡No! ¡Aparecen en su ayuda dos rubias despampanantes en topless y enseñando nalgas, andando descalzas por la arena del desierto!

Pero lo peor de todo, lo cuento en el spoiler...

Curiosa bizarrada ochentera.

Dirigida por toda una leyenda de la serie B y Z como es Albert Pyun, el film nos traslada a un mundo futurista y apocalíptico en el que una banda de punk rock femenina Vicious Lips, se estrellan en una nave espacial por accidente en un desolador y desértico paraje donde empiezan a suceder cosas extrañas y sin aparente explicación.

El film pese a lo disparatado y sin sentido que puede resultar resulta cuanto menos divertido y pasable debido que no se toma en serio a si mismo y a su encantador aire cutre típico de los ochenta, su duración es tan escasa, no llega a hora y media, que no llega a aburrir, y dentro de lo que cabe sus decorados y fotografía no están tan mal.

Las chicas además se esfuerzan por actuar con un mínimo de decencia y hasta el mánager tiene su gracia con ese puntillo chulo y cabroncete que tiene.

Para pasar el rato

¿Habéis oído lo de que en el espacio nadie puede escuchar tus gritos? Pues eso no se aplica al berrido ininteligible, guitarras rasgadas (si no acaban hechas añicos), los mamporreos a los platos y el pedal de distorsión destrozando cometas. Si crees que todos los talents shows musicales son un mojón detestable -cosa que suscribo- cambiarás de opinión después de la "barbarellizada' odisea, casi una space opera, en la que todo lo que imagines que pueda pasarles a las Vicious Lips, una banda femipunk dispuesta a hacerse con el concurso de talentos musicales más prestigioso del universo, LES PASARÁ. Vale, o si eso dejémoslo en banda laca softmetalerilla de las que le revolvían las tripas a Ford Fairlane, pero es que lo del punk me venía a huevo para presentarlas.
Si no fuese porque ellas no existieron de verdad diría que su salto a la ficción es el evento rockero y cinematográfico que ni los Beatles, ni los Kiss, ni los Bravos ya puestos, soñaron con protagonizar en la gran pantalla de un autocine o en tugurios de sesión doble o triple (porque lo de estrenar directamente en vídeo, aparte del porno y los vhs de aerobic de Jane Fonda, aún no se llevaba ¿no?).
Albert Pyun pilota la nave con los mismos frenos sueltos por el derroche de sudor y fluídos que en 'Cromwell, rey de los bárbaros', mismas dosis de desenfadado nihilista e intergaláctico (pero sin olas) que en la postrera 'Alien From L. A.' y actitud de ciberviolencia protochapera (me lo acabo de inventar, pero también hay de eso) en no menor cantidad que en 'Cyborg'.