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The Song of Sway Lake

Drama Tras la trágica muerte de su padre, el joven coleccionista de jazz Olli Sway (Rory Culkin) recluta a su único amigo, el joven ruso sin rumbo (Robert Sheenan), para ayudarle a robar la primera versión de un éxito vintage de la Segunda Guerra Mundial llamado Sway Lake, en la residencia de verano de su propia familia. Su plan se complica cuando su cómplice se enamora de la aristocrática abuela de Ollie, la glamurosa Charlie Sway (Mary Beth ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
27 de octubre de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia que evoca el paso del tiempo,el pasado,el apego a lo material, llena de nostalgia y de buenos momentos.Lo mejor, los actores que consiguen meternos en sus personajes y Ari Gold que nos transmite desde la sencillez que no debemos olvidar quienes somos realmente.
torresma
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6 de junio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simbologías de la película de The Song of Sway Lake

Ari Gold nos presenta The Song of Sway Lake con una sucesión de imágenes relacionadas con los sueños y la simbología. Estos son algunos de los símbolos que los espectadores pueden encontrar en la película: Sway Lake, el nombre del lago, coincide con el título de la canción que da nombre al disco de vinilo, Sway. Esta, al irse escuchando, hace de hilo conductor de la historia.

Aparece el agua del lago como fuente que emana vida, aunque, a veces, la pueda quitar, como en el caso del padre de Ollie (Hal). También como recurso de trabajo para las personas del pueblo. El terreno natural hará que se enfrenten los habitantes del pueblo y la señora Sway. Además, aparece en dos momentos concretos congelada y, por medio de «Flashbacks», rememora la nostalgia y la tentación.

El reloj de la señora Sway, abuela de Ollie, y las cartas que se escriben, son recuerdos de todo lo que han pasado juntos.

Luego, los cuerpos desnudos que reflejan en el agua las relaciones entre los hombres y las mujeres de la película.

Las relaciones amorosas en The Song of Sway Lake

Las relaciones amorosas en The Song of Sway Lake son como las que puede tener cualquier joven en la época de verano, con la diferencia de que, en esta ocasión, a lo largo de la película, se va fraguando otra relación más especial entre Nikolai y Charlie Sway, la abuela de su amigo, ya que a esta le recuerda un amor de juventud.

La atmósfera de la película

En muchos momentos de la película la historia nos lleva al pasado, al recuerdo de familiares que han dejado este mundo. También regresa a la juventud por medio de los personajes, de sus historias complicadas, la nostalgia y el lado oscuro de la era brillante del Jazz americano. Cabe destacar la banda sonora, compuesta por Ethan Gold, que dota a la historia de una gran belleza.

Numerosos premios

The Song of Sway Lake, fue seleccionada como película de apertura en seis festivales internacionales de cine y en 45 festivales de cine de todo el mundo, ganando numerosos premios antes de su estreno en los EE. UU.

A destacar, ganador-Mejor Actriz (Mery Belt Peil)-Mejor película- Vancouver GPIFF y Ganador-Barrido: Mejor película. Mejor director (Ari Gold), Mejor actriz (Mery Beth Peil), Mejor actor masculino (Robert Sheehan), Mejor Música (Ethan Gold)- SMR13 Festival (Association Française du Cinèma Independent) (Francia), entre muchos otros.

Conclusión

The Song of Sway Lake es una película para los amantes del cine «vintage», ya que tiene todos sus ingredientes: amor, nostalgia y juventud. No es un peliculón como tal, pero es recomendable si te gusta estar en tensión, porque se suceden las imágenes reales y las de los sueños y no dejarán nunca de sorprenderte.

Escrito por Lucía Llana Muñoz
Cinemagavia
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7 de junio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la muerte de su padre, el joven Oliver regresa al clásico hogar de su familia, un amplio chalet residencial emplazado a orillas de un lago. Junto a él viaja Nikolai, un ruso cuyo sentido de la extroversión es inversamente proporcional a su don de la oportunidad. Pero el objetivo de ambos no es pasar unas vacaciones de lujo, sino lanzarse al robo de una joya que ha permanecido resguardada en la residencia durante mucho tiempo: un disco de vinilo grabado durante los años 40 en aquella propiedad y que hoy día aún permanece precintado, por lo que su valor en el mercado alcanza una cifra muy alta.

The Song of Sway Lake es el título de esta curiosa historia que nos narra Ari Gold, cineasta californiano que en su segundo largometraje (tras la desapercibida Adventures of Power que él mismo protagonizó) quiere elaborar un relato donde las consecuencias de un incierto pasado sean el elemento que acompañe toda la narración. Aunque en alguna escena nos aclara qué sucedió en su momento para que la familia Sway muestre signos de desunión, reflejados en la tensión que se palpa entre abuela y nieto, Gold prefiere no pasarse de explícito a la hora de describir estos hechos y lo confía todo al poder de las imágenes.

En efecto, si bien The Song of Sway Lake no es una película que se quede corta en diálogos, estos se encuentran lejos de constituir la parte más importante de la obra. El propio carácter del protagonista Ollie y su abuela Charlie Sway, personas reservadas y ciertamente gruñonas, no invita demasiado a focalizarse en las palabras que salgan por su boca tanto como en sus gestos o en las acciones que llevan a cabo. El escenario que acompaña a la historia, una pequeña colonia residencial situada en un lugar apacible y evocador, favorece este clima contemplativo y lejos de lo turbulento. De hecho, incluso los episodios más turbios del film poseen un evidente aroma a insignificancia.

El logro de Ari Gold es conseguir que toda esta sensación de futilidad se acompase con mucha corrección al mencionado relax que transmiten sus imágenes. Pese a su ritmo templado, no hay momento para el bostezo en The Song of Sway Lake. Sin embargo, conforme avanza el film también se desarrolla la impresión de que la historia no tiene excesiva fuerza narrativa. El hecho de que una poderosa familia de un minúsculo (aunque precioso) paraje natural esté al borde de la destrucción por un pasado de desgracias y por el rencor que persiste entre abuela y nieto no termina de encajar bien con el leitmotiv de la obra, el robo del vinilo, ni con el personaje de Nikolai, a caballo entre lo que sería un desenfrenado joven de American Pie, un asesino silencioso y un gigoló. Este cóctel de buenas ideas no mezcla demasiado bien y otorga como resultado una cinta elaborada con unos propósitos loables pero que no están desarrollados como deberían.

En su conjunto, The Song of Sway Lake termina por constituirse como un film de espíritu sosegado. A ello contribuyen el apacible lugar en que se desarrolla la historia, la suave banda sonora y el carácter de sus personajes, que se muestran introvertidos y algo sombríos. Con todo ello, el visionado de la obra de Ari Gold resulta cómodo y en varios momentos logra despertar la atención, aunque en la parte final de la película ya parece evidente que no va a alcanzar un desenlace claro y adecuado que cohesione la hora y media de cinta. Los ecos de ese misterioso pasado que parece cernirse sobre la familia Sway no tienen una justificada repercusión en el presente como para que The Song of Sway Lake consiga aportar un argumento definitivo que alimente su trama.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para @CineMaldito
Kasanovic
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14 de junio de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ari Gold se adentra en el mundo del cine independiente que tanto conoce en su carrera como actor, guionista y director, para presentarnos en su segundo largometraje una historia sencilla protagonizada por dos adolescentes, Ollie y Nikolai, que acuden a la pequeña localidad en donde uno de ellos pasó sus periodos estivales, a orillas del lago Sway, con el objetivo de localizar un disco propiedad del padre del primero. En ese escenario disfrutarán de las actividades festivas, y se acercarán a las jóvenes habitantes de la zona para intentar ligar.

La película es sencilla, no tiene grandes giros y mantiene el interés por las conversaciones entre los diferentes personajes, por mezclar de manera correcta el drama con la comedia, por sacar al debate temas de interés histórico y otros de actualidad como la urbanización excesiva en una zona natural ( asunto que promueve y está muy comprometida la abuela de Ollie ), por la belleza paisajística de la zona, y por la música y canciones clásicas que escuchamos, en especial la que da título al proyecto.
Rory Culkin, el hermano pequeño de Macaulay Culkin, interpreta al protagonista, y está simplemente correcto en su papel de Ollie, sin transmitir lo que necesita su personaje.

Por contra me convencen las actuaciones de Robert Sheenan como Nikolai, que termina siendo el personaje central de la mayoría de las tramas, y sobre todo de la veterana Mary Beth Pail como la abuela Charlie y que transmite mucho en algunas escenas.
Completan el reparto Elizabeth Peña en un papel secundario, y que sorprende verla en este proyecto de 2017 teniendo en cuenta que falleció en 2014, lo que indica que la película tuvo un periodo de rodaje largo, y que interpreta a la criada de Charlie. Isabelle McNally es Isadora, una de las jóvenes que viven en ese pueblo, y con la que se relacionan la pareja protagonista.
Una película que puede tener su público y que sin ser una propuesta destacada, al menos mantiene el interés con un punto de partida sencillo.

LO MEJOR: Las canciones. El reparto, en especial Mary Beth Peil y Robert Sheehan.
LO PEOR: Tarda en arrancar.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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