El niño y el muro

El niño y el muro me gusta por, efectivamente, el niño, la historia de un niño alemán (aunque la producción sea mexicana y las voces recuerden a las series de Scooby Doo) que vive en Berlín al que la construcción del muro que divide a los buenos de los malos (lo que pasa es que él no sabe ni de buenos ni de malos) le supone un recorte en sus juegos de calle. Y ahí entra de lleno el muro, que dividirá una bonita historia de amistad, no exenta de simbolismos y metáforas.

Porque el niño, de apenas 5 ó 6 años, no entiende de políticas ni por qué está ahi el muro, él desde su inocencia sólo ve algo que les impide jugar (vivir, diríamos nosotros) en libertad.

Hay otras sub-historias que interesan menos. Y es curioso, mi nota hubiera subido quizá si alguna de esas historias se hubiesen eliminado, quizá la película hubiera durado 50 minutos o aún menos e igual hubiera sido beneficioso para el conjunto de la película.

Aceptando la tremenda licencia, tan del cine de antes, de que los personajes, alemanes todos ellos, tengan ese marcadísimo acento mexicano por ser los actores que los encarnan de la misma nacionalidad que la película, 'El niño y el muro' se ve con cierto interés y simpatía. Y es que está bien, y lo que quiere plantear y reivindicar es bonito, y funciona, además de estar redondeado con un final de esos cortantes para provocar un efecto más impactante en el espectador.

El problema principal es que se diversifica mucho en subtramas que poco o nada aportan a la historia principal; y es algo desconcertante porque hasta bien avanzado el metraje no sabes muy bien por cual se van a decantar, tal y como está planteada y estructurada la pelcula. Y parece a veces que están sólo para alargar el metraje, ya que parece que se olviden de ellas o no les importe cerrarlas y desarrollarlas más ampliamente.

La película no evita ser moralista (de hecho está demasiado subrayada en ese afán mensajístico), y hay una denuncia clara de lo que fue el muro de Berlín y la división de familiares, amigos y conciudadadanos por las irreconciliables diferencias en cuanto a ideología política entre las dos Alemanias de aquel tiempo. Esas citadas historias secundarias sirven al menos para contraponer el punto de vista adulto con el infantil, y así reivindicar claramente la limpia e inocente mirada de los niños pequeños con respecto al muro protagonista de los telediarios del año 1989.

La película se beneficia también de que el pequeño protagonista es muy expresivo y muy majete, provocando la empatía inmediata del espectador con él. Y también se comprueba que la malograda Inma de Santis (hay coproducción española) siempre fue muy guapa, incluso con 6 añitos.

Hay dos razones por las que probablemente esta película merezca ser salvada. La primera, la entrañable amistad, ese tipo de amistad incondicional, que solo se suele dar en la infancia, entre dos niños de corta edad y que desafía al muro que divide la ciudad. La segunda, la odisea que para el protagonista supone, primero que le compren un balón, y después, una vez perdido, recuperarlo. Quien haya sido niño, podrá recordar ese momento de la vida en el que casi todo giraba en torno a tener un balón y jugar con él.
Pero hay otras cosas que quizás hagan que "El niño y el muro" se quede solo en una película entrañable. Hay tramas en las que apenas se profundiza y que parecen puros elementos decorativos (por ejemplo: algunas historias de amor, como la de la hija del comerciante) y, en general, todo lo que no está relacionado con lo que cité como elementos destacables anteriormente.
De todas formas no está mal ver, de vez en cuando, este tipo de películas y recuperar un poco, otra vez, lo que era la infancia.