Juniper

Todo es confuso, la vida es confusa, las generaciones son odiosas, también encantadoras, unas contra otras al final acaban conociéndose, quizá no se llevan tan mal como creían, tienen sus diferencias, eso es lo que les hace especiales, diferentes. Me convencen mucho estas historias, me entusiasman, a veces porque yo también tengo en mi vida lo que veo en la pantalla, otras porque lo necesito, desesperadamente, y también sin necesidad, solo necesitarlo por si acaso, para un futuro próximo, o lejano, con tal de fantasear con eso que deseas aumenta vida, y también dolor, mucho.

Como he dicho antes, adoro este tipo de cuentos, se saca mucha información, se aprende, se llora (sobre todo), se ríe… Se concentra en todo eso que puede crear felicidad. Y yo estando muerto he conseguido ver la luz en muchas de éstas historias. Y también en muchas que especialmente se concentran y concluyen en una oscuridad. Sin embargo, ésta aún siendo muy agradable, inteligente y rica de sabiduría (como de normal en éstas), no consigue hacer concentrarme plenamente, tampoco emocionarme (espero que ese sea uno de los objetivos, si no…) y sentir esas emociones de luz. Puedo imaginarme en ella su agujero brillante del que se puede escapar fácilmente pero no volver de manera tan sencilla.

Cabe destacar que sus personajes e intérpretes son de lo mejor de la película, a los cuatro principales les puedo coger fácilmente cariño, si no lo he hecho ya. Hay épocas que soy más sensible que un caniche, otras que soy el diablo emocionalmente; eso no significa que sea feliz, es más, no creo que lo sea ni en esas épocas, que suelen ser cortas. Y por culpa de mis bipolaridades no sé si Juniper es de verdad sensible, o todo es convencional, aunque lo fuera su camino es agradable, su conclusión es aterrorizadora. Tampoco he estado en la situación de esas dos personas, un adolescente y abuela, pero sin complicaciones podría emocionar a alguien que sí lo ha experimentado (mi madre con su abuela), alguien no tan bipolar como yo. La espero para otra de mis épocas, ojalá haya suerte.

-RICHIE VALERO

Llega tarde a nuestras carteleras esta producción de 2021; sin embargo, aprovechando que la Seminci. (Semana Internacional de cine de Valladolid) le daba la espiga de oro a Charlotte Rampling han programado esta película para el certamen y su estreno en pantallas el 1 de noviembre de 2023. Una grandísima actriz, con su particular mirada penetrante y triste, que ha sabido emplear durante 60 años de carrera y 137 filmes. 

1992, Ruth una abuela con mucho carácter enferma, ex fotógrafa de guerra y alcohólica, se marcha a vivir temporalmente a una granja de Nueva Zelanda con su hijo con el que no se hablaba y su nieto de 17 años que está pasando una gran depresión tras la muerte de su madre. La vieja malhumorada y el joven chocan desde el principio en caracteres, pero ya sabemos prácticamente todo lo que va a ocurrir porque es más que predecible. Se ha visto en cantidad de películas esta situación como "Gran Torino", "En el estanque dorado", "Valor de ley", "Perfume de mujer" etc...

Inspirada en las experiencias de la vida real del guionista y director novel, Matthew J. Saville rueda la película de forma sentimental y muy "amigable" para un público poco exigente.

Los conflictos familiares graves se van edulcorando a la vez que se van conociendo más profundamente, también hay algo de humor negro en este drama tan estándar.

El título original Juniper que quiere decir Enebro se refiere a las bayas de estos árboles o arbustos que son el ingrediente principal de la ginebra, que en la película llega a ser como una bebida medicinal que toma a diario Ruth, dando un mensaje algo confuso de la ingesta de esta bebida alcohólica en esas grandes proporciones.
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Juniper se presenta como un drama familiar que, tras su visionado, deja una cierta sensación de indiferencia. Desde un inicio, la película aclara su eje central en torno a lo relacional; esos vínculos paternofiliales y entre Sam y su abuela Ruth se establecen como una base que se sostiene principalmente por la química entre Charlotte Rampling y George Ferrier. Esta permite dotar de cierta verosimilitud la extraña dinámica entre sus personajes y, sobre todo, hace que en ocasiones no quede tan evidente el principal problema del film: la falta de profundidad.

Matthew J. Saville despliega toda una serie de temas profundos y difíciles –la depresión, el alcoholismo, el duelo o el cáncer– que generan los principales conflictos argumentales, pero no acaba de ahondar en ellos y se queda en la superficie, sintiéndose estos como meramente anecdóticos. Esa futilidad en el tratamiento de dichos asuntos dificulta, junto al tempo pausado, el empatizar con los protagonistas y conseguir que la emotividad sugerida se haga efectiva. Algo similar ocurre con los valiosos mensajes en torno al perdón y la reconciliación que sobrevuelan el largometraje y se hacen obvios en su cierre.

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La secuelas de ser fotógrafa de guerra, deja muchas heridas internas para calmar el dolor de lo vivido el personaje de la abuela (Charlotte Rampling) se refugia en el alcohol y en la juventud de su nieto, viviendo una serie de historias que creía olvidadas.
El paso del tiempo ahuyenta el miedo, pero también puede producir el no estar satisfecho de lo que has vivido y tienes que buscar una última oportunidad de vivir.
El film crea demasiados intentos por tocar el corazón de una persona que sólo quiere ser escuchada y las interpretaciones tampoco ayuda jugando únicamente con la desolación de lo sensible para regalarnos una oda de la vejez que se olvida fácilmente.