El tesoro de los tiburones

"El protagonista a uno de sus hombres, de raza negra:
- No dejo fumar en mi barco porque vi muchas radiografías en el hospital cuando la guerra de Corea. Una vez vi la de un soldado sano y otro fumador. El sano tenía los pulmones de un magnífico color rosa, el otro en cambio tenía los pulmones de un horrible color ne.... ¡bueno, de un color muy oscuro!"

Distraída cinta de aventuras con mezcla de thriller, que se ve es modesta en cuanto a ambiciones y producción. Vaya, que es notorio que no se han gastado muchos dólares al hacerla.
Está protagonizada, producida y guionizada por el simpático Cornel Wilde que, esta vez, no se ve acompañado de su fiel esposa Jean Wallace. Y es que, salvo la aparición de una sensual chica joven que sonsaca información al más joven de la tripulación, no hay sitio más que para machotes. Y estos están a cargo de buenos intérpretes de los mal llamados "secundarios", entre los que destaca el siempre estupendo Yaphet Kotto y el aquí psicópata de manual Cliff Osmond (interesante connotación homosexual que tiene con uno de sus hombres).
La película resulta amena, o al menos no aburre. Tiene más bien pocos mimbres pero se sigue bien e incluso tiene algunas felices escenas como la persecución de los malosos a los buenos mientras estos intentan desesperadamente llegar a una isla volcánica. También son curiosas algunas escenas bajo las aguas, a cargo de valientes especialistas.
Por lo demás, no mucho pero, repito, se puede ver sin mayor problema por más que no deje huella alguna.
Para pasar el rato y ya está.

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Llamativa, interesante, directa, floja, absurda, precipitada, mediocre, densa, reiterativa, ilógica, chapucera, plomiza, mediocre, lamentable, cansina, insoportable y decepcionante producción de aventuras que presenta y desarrolla la historia de un grupo de hombres intenta localizar un galeón español hundido en aguas del Caribe.
Lo llamativo y prometedor del título, queda como una metáfora exacta de lo que nos vamos a encontrar, una expedición en busca de tesoros que harán que surjan de las aguas más profundas, las personalidades de auténticos depredadores del oro.
La calidad técnica e interpretativa, es bastante mediocre y lamentable. Esto unido a lo evidente de lo que va a suceder, hace que el factor sorpresa o medianamente interesante, desaparezca, dejando todo en una trampa muy eficaz para caer rendido y devorado, por las fauces del aburrimiento.
Pocas cosas se salvan en esta producción de baja calidad, que me ha resultado verdaderamente insoportable y previsible.
Es preferible darse un baño relajante en otras aguas y lugares.No vuelvo a ver esta película en mi santa vida.
A destacar la presencia de un veterano del cine clásico, demostrando su capacidad para lucir palmito, con una ya edad considerable. El resto, para ver y dejarlo hundir y perder en las profundidades de los mares.

El director, guionista y actor Cornel Wilde, responsable de obras tan interesantes como Playa roja o Contaminación, realizó esta vez una película de aventuras acuáticas sobre la búsqueda de un tesoro español en unas aguas infestadas de tiburones. La situación se complica cuando a los protagonistas les abordan unos peligrosos fugitivos.

El guion no se centra únicamente en la acción y el suspense, sino que también detalla la personalidad de los personajes y los problemas de codicia que surgen entre ellos a la hora de repartirse el botín así como la tensión con los fugitivos.

Para mi la trama pierde bastante con la llegada de los huidos al barco de los cazatesoros. Quizá se deba a que no me gustan esos personajes. No me parecen atractivos, no dan mucho juego y el final decepciona. El entretenimiento da paso a un clímax demasiado dramático, demasiado real.