El hombre de la isla

Película rodada en Jávea, tengo que decir que uno de los primeros planos es de Gaudalest (Alicante), o al menos eso me ha parecido con esa puerta de entrada al pueblo y la torre de campanario en lo alto del cerro rocoso. Y es que la llegada de la mujer alemana quiere mostrarnos dónde se va a meter, no sólo en un pueblo aislado, además en un pueblo escondido, encerrado y apartado del mundo.

Y con esa foto se adelanta el tipo de personajes que habitarán el pueblo. La historia es sencilla y se puede prever su desenlace lo cual lo hace interesante porque ese final del camino de Berta, una mujer alemana que llega atraída por, en principio, un hombre sensible y romántico, es en realidad una decepción de la gordas como suele suceder. Uno llega a un sitio esperanzado con una idea y la realidad es otra bien distinta. Como Francisco Rabal y Marga López están muy bien pues uno asimila ese mundo duro y pobre que se presenta ahondando en el paisaje y en la gente para decir, en conclusión, que la película es buena.

En esos tiempos duros y arriesgados, provenientes de otros más duros, provenientes esos de otros más duros y así tirando para atrás cada vez más duros, es cuando de la miseria va surgiendo la esperanza y eso siempre queda bien sentirlo. Para eso están las películas.

Por lo menos es una obra que sabe a auténtica. Se intuye un buen drama pero no se remata.
La fotografía está bien sabiendo retratar los paisajes con la intensa luz sobre el mar, los paisajes áridos de la costa, el pueblo y las casas pero lo que más me gusta es el protagonista.

Es una especie de Mararía masculino pero en vez de en Lanzarote en Javea vista desde fuera, de quien vive en la miseria, aprisionado en una isla, sin posibilidad de prosperar y odiado por todos. Su situación queda al descubierto cuando una prometida por carta llega al pueblo a conocer en persona a su galán y la verdad queda al descubierto.

Aunque solo fuera por la fotografía de Cecilio Paniagua merece verse esta película. Hay momentos de planos del mar que son espectaculares. Lo mismo las calles y casaS del pueblo, de un blanco cegador.
Pero además está la actuación de Francisco Rabal, en un papel de hombre primitivo y duro que le viene a la perfección. También ella, la argentina Marga López está muy bien.
La escena de la “tarde de boda”, una violación, está rodada de forma que la elipsis lo dice todo.
Es muy curioso que uno de los personajes sea un pez, Nino.
Y un secundario que apareció casi en ochenta películas, José Ramón Giner.
Es la primera película De Vicente Escrivá, hasta entonces y después uno de los guionistas más prolíficos del cine español.