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Ojos en la noche

Intriga. Cine negro. Thriller Duncan, un detective ciego, intenta ayudar a su vieja amiga Norma, que está preocupada porque un antiguo novio anda ahora cortejando a su hija de 17 años. Cuando el tipo aparece asesinado, Norma se convierte en la principal sospechosa, pero Duncan, con la ayuda de su perro Viernes, acabará descubriendo que detrás de este asesinato se oculta un complot de proporciones colosales. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
9 de agosto de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente film de intriga detectivesca, dotada de un guión portentoso y unas interpretaciones estupendas, sobre todo del protagonista, un Edward Arnold genial en su difícil papel. Un personaje lleno de inventiva, humor y acción cuando toca, ayudado por el simpar perro "Viernes", que roba los planos a sus colegas humanos con enorme facilidad.
La trama es cierto que por la mitad o así se complica un tanto, pero todo adquiere enseguida sentido y llega a apasionar por su mezcla de sutileza, brío narrativo y constantes gotas de humor.
Lacerantes diálogos, brillantes escenas como la del tiroteo en la habitación a oscuras y una sabia realización de Fred Zinnemann, en su primera etapa antes de alcanzar sus magníficos trabajos posteriores.
Pero aquí consigue alcanzar altos objetivos, como el de entretener enormemente además de dotar de gran calidad cinematográfica al conjunto.
Una notable película, buen ejemplo del cine dorado de Hollywood.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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22 de marzo de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para comenzar su aventura americana, el vienés Fred Zinnemann no pudo haber escogido mejor carta de presentación.
Nos hallamos ante un thriller en el que la mano del director convierte la trama argumental en un juego de sabias complicidades mediante las que consigue que el espectador se implique y sienta que forma parte del proyecto.
Domina todos los resortes del ritmo y sabe dosificar con maestría la exposición de los datos, de las referencias y de los detalles necesarios para que el largometraje mantenga siempre un alto nivel de intriga y emoción.
Y no se puede dejar de destacar la gran altura a que raya un soberbio Edward Arnold en el contexto de una magnífica labor de interpretación por parte de los protagonistas.
ABSENTA
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27 de mayo de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿ Qué tiene que tener un detective para subyugar al público?.
Alguna característica especial sin duda. Y no tiene por qué ser una mente especialmente privilegiada.
Nunca nos vamos a cansar de conocer nuevos prototipos de investigadores, en algunos casos, extraterrenales. Seres de ilimitado ingenio o habilidad, capaces de sacar conclusiones hasta de una piedra.
Pero, ¿Y cuándo es al revés?. ¿ Y cuando nos presentan un detective con alguna vulnerabilidad o indefensión, alguien a quien el resto de la sociedad contempla como un ser desvalido?.
_ " ! Pero si es ciego!- exclama un personaje en la cinta al darse cuenta.
_ " Sí. Descorazonador ¿ verdad?- contesta el ayudante con sorna.
Entonces, nuestra admiración sigue intacta porque el personaje trasciende su limitación e incluso consigue hacer de su defecto, virtud.
Es el caso de esta magnífica película, una modesta serie B, estupendo hallazgo que sobresale de entre las de su clase, primero, por la presentación de este magnífico personaje y su perro guía, adaptación de una novela de Baynard Kendrick perteneciente a una serie, al parecer, con el mismo protagonista.
Segundo, por ser uno de los primeros trabajos de ese estupendo director Fred Zinnemann, quien antes de dar el salto a películas de gran pesupuesto y hacia temas más críticos o sociales, ya demostraba en esta cinta lo que era capaz de hacer.
Tercero, el gran reparto que acompaña a esta película, donde a pesar de su modestia, encontramos grandes nombres que luego serían figuras. Es el caso de Donna Reed, nuestra siempre dulce y bondadosa Donna que aquí dan ganas de darle un sopapo de primera. Sin olvidar a los grandes secundarios, Ann Harding, Stephen McNally, Katherine Emery entre otros, Con estas firmas se garantiza un rato estupendo no lo duden.
Cuarto, el protagonismo de uno de los mejores secundarios de la Historia, Edward Arnold, idóneo para encarnar a este personaje de arrolladora personalidad y fuerza y con inusitado y sarcástico sentido del humor que nos va a regalar algunos momentos hilarantes junto con otros plenos de tensión y originalidad para la época e imitados en otros films.
Y dejo para el final al mejor actor al que nadie consideró merecedor de salir en los títulos de crédito y que no tiene nada que envidiar a sus colegas de especie más famosos y que sí obtuvieron ese honor. Hablo del perro.
Un magnífico pastor alemán estupendamente entrenado, un gran atleta que se va a llevar no pocas escenas en el film. También un gran actor que en una hilarante escena nos enseñará que el placer y el deber están muy reñidos y que no sólo es humano caer en la tentación sino que también es perruno.
Con respecto a el argumento en sí, no es de ahí de donde vamos a obtener la mayor gratificación. Se trata de un argumento bastante manido, una trama de conspiración nazi que se resuelve de manera convencional. No es lo importante.
Es más, yo diría que ahí está el error de la película. Comienza como un misterio negro, una intriga doméstica bien planteada pero, a mitad de metraje, la zanjan bruscamente para dar el giro hacía la trama de espionaje, desorientando al espectador hacia otros derroteros diferentes a los que tiene que volverse a acoplar. Pero, superado ese escollo, todo planea con interés, intriga y diversión. Yo me lo he pasado en grande con esta pequeña cinta. Que les aproveche.
Izeta
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1 de septiembre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haber perdido la visión durante la I Guerra Mundial, el capitán Duncan MacLain, se traslada a New York, donde constituye una agencia de detectives con su socio Spud Savage, su secretaria Rena (esposa de Spud) y dos perros pastores alemanes magníficamente entrenados (Schnuke y Driest). Mac (como le llaman sus amigos), es también un asiduo lector y le encanta hacerlo con las luces apagadas… porque él se sirve del braille, lo que le permite poner el libro hasta debajo de las cobijas. Con este personaje que, además de muy simpático resulta bastante lúcido, su autor, el estadounidense Baynard Kendrick (1894-1977), consigue demostrar que los invidentes pueden conservar su independencia y ser harto recursivos, pues, con su larga experiencia como instructor de los veteranos que perdieron la vista durante la I Guerra Mundial, obtuvo suficiente material para comprender a cabalidad el fenómeno… y para escribir una docena de novelas con su ya famoso detective. Esta labor, le permitiría convertirse en uno de los fundadores de la sociedad Mystery Writers of America y recibir el premio a los grandes maestros en 1967.

Su tercera novela, “Odor of violets” (1941), sería la primera en ser llevada al cine bajo la dirección de Fred Zinnemann y con guion de Guy Trosper y Howard Emmett Rogers, quienes -como es habitual- harían algunas variaciones: MacLain, no es ya un agente de inteligencia del gobierno sino un singular detective privado. Su asistente se llama ahora Marty y es bastante infortunado, y MacLain tiene ahora solamente un perro, al que llama Friday (Viernes)… el cual competirá muy seriamente con él como protagonista.

El cuento tiene ahora a una ‘pariente’ del detective, Norma Lawry, en líos con su preciosa y joven hijastra, Barbara, quien viene teniendo relaciones con uno de los actores de una obra teatral en la que ella participa, y que resulta ser un antiguo pretendiente de Norma de quien ella desconfía. Pero, el affaire de la pareja se convertirá en un asunto criminal… y MacLain va a tener que vérselas con toda una pandilla, para la que, asesinar, no es un gran obstáculo.

Edward Arnold, uno de los mejores actores de reparto que nos diera el Hollywood de los años 1930-50, tiene ahora a su cargo el rol protagónico de esta simpática historia, que se deja ver sin mayor reparo, pues tiene su cuento de whodunit y algunos toques de comedia satisfactoriamente logrados.

Acompañan a Arnold, Ann Harding, una de las eternas mujeres distinguidas del cine de aquellos años; Donna Reed la fascinante exreina a quien, Zinnemann, volvería a llamar para “De aquí a la eternidad”, película con la que se haría merecedora del premio Oscar; y Stanley Ridges, quien, como el mayordomo Hansen, dará mucho que hacer al sabueso que acaba de entrar en casa.

“OJOS EN LA NOCHE”, es una de esas historias de misterio con las que se reafirman cosas importantes y nos hacen pasar un rato bien divertido.
Luis Guillermo Cardona
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25 de noviembre de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante propuesta, muy típica de la época. Aunque la novela es de una tal Baynard Kendrick, bien podria ser de cualquier clásico del género.
La copia no se ve del todo bien, por momentos es muy oscura, pero me interesa terminar con todo Zinnemann. Me falta por ver Teresa (1951) y dos de 1947: My Brother Talks to Horses, y El pequeño Míster Jim. Estas dos últimas no las encuentro por ninguna parte. Ni están editadas en DVD o rayo azul ni se encuentran en ok ru o en youtube.
No es una cinta brillante. El enredo satisface la curiosidad, y tiene un metraje civilizado, pero no llama la atención. Se deja ver, claro, pero poco más. Se pierde en intentar esconder la trama y en revolver los asuntos. No se por qué, pero quizá el personaje principal del asunto, el detective, puede ser el protagonista de una serie de novelas policíacas.
ÁAD
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