The Fifth Cord

Siendo este film de una época, principios de la década de los 70, que se corresponde con el apogeo del "giallo" italiano, al menos el "giallo" volcado a las tramas en torno a asesinos y asesinatos sorprendentes y barrocos, decir de "El día negro" que es un estupendo ejemplo de este tipo de cine es decir lo mínimo; la historia mantiene el interés a través de una típica sucesión de asesinatos, investigados por un periodista con problemas con el alcohol y con una complicadísima vida sentimental, Andrea Bild (Franco Nero). Destaca alguna escena realmente terrorífica al final, con un niño como posible y previsible víctima, así como la fotografía en color del prestigioso Vittorio Storaro. La música de Morricone, más discreta de lo que cabía esperar, se ajusta al conjunto.

En general, es una obra sumamente sofisticada en el plano puramente visual, con algún plano que parece rodado con lente de gran angular. Con todo, esta estilización visual también está presente en el "giallo" del Dario Argento de esos mismos años.

Giallo donde prima el elemento de investigación e intriga sobre el exhibicionismo propio de gran parte de las obras del género. Hay violencia, claro, y sexo chungo, pero se muestran de forma bastante más comedida que en las películas de, por ejemplo, Dario Argento, y el acento se pone en las investigaciones sobre los crímenes que hace un periodista cercano a las víctimas (Franco Nero). Naturalmente hay una galería de posibles culpables para despistar al espectador, incluyendo como no podía ser de otra manera ricos depravados, mujeres fatales y delincuentillos de poca monta. Y un giro final relativamente sorprendente.

El ritmo es ágil, la estética menos recargada que en otros gialli ha resistido bien el paso del tiempo, y contar con un actor de la solidez de Franco Nero también ayuda a que el resultado sea más que digno.

No demasiado conocida, pero superior en mi opinión a otras obras del género con más fama como "La cola del escorpión" o "¿Qué habéis hecho con Solange?".

No sé si fue consciente o inconscientemente, pero el personaje que interpreta Franco Nero en esta película resulta una transposición setentera, en periodista, del Marlowe que interpretó Bogart en los años cuarenta: gabardina como outfit distintivo de trabajo, alcohólico, seductor maltratador que no tiene reparos en pegar a alguna de sus amantes y si se tercia, se ejerce la violencia sin reparo para extraer información a los entrevistados. Franco Nero se luce en su papel, aunque en algún que otro momento está sobreactuado. La fotografía de Vittorio Storano es sugerente y subyugante en muchas secuencias de las película. La banda sonora de Ennio Morricone resulta atmosférica, pero no es de sus mejores composiciones. Lamentablemente, flojea el guion, ya que, a medida que trascurre la película, se va perdiendo el ritmo y el interés por saber quien es el asesino, además de que, como es tópico en estos casos, se juega al despiste, con una vuelta de tuerca un tanto forzada. Aún así, esta película no ha envejecido demasiado ni ha perdido su fuerza visual. Recomendable para los amantes del guiallo y del cine setentero

Que nadie busque una trama sólida, un argumento plausible o unos diálogos brillantes. Lo que importa en esta película es la planificación, la atmósfera, los movimientos de cámara (no en vano el director de fotografía es el gran VIttorio Storaro). La historia es lo de menos. Una excusa para encadenar una serie de asesinatos ausentes de gore, lo anuncio desde ya, se trata de un giallo en que nadie pierde los papeles a la hora de exhibir sangre y vísceras. Franco Nero, por aquello de que le da a la bebida una cosa mala, se pasa un pelín en su composición del prota, un periodista de lo más inverosímil que va largando puñetazos como un púgil profesional. Asoman diversas estrellas venidas a menos, con o sin frase, como Edmund Purdom, Ira von Fürstenberg o la desaprovechada Pamela Tiffin, tan rica ella. Morricone se comporta con discreción y la cinta se olvoda mansamente.

Buen relato de intriga policial, en el que se dan muchas características del "giallo" italiano, pero faltan otras que algunos echarán de menos: hay asesinos en serie, mujeres guapas, y desnudos femeninos a mansalva, pero el gore descontrolado del que hace gala otras producciones aquí brilla por su ausencia.

Se trata de un thriller en el que el protagonista no es un detective como tal, sino de un periodista (Franco Nero) que se empeña en buscar al asesino de unos crímenes en los que misteriosamente parece estar relacionado. Lo hace no ya sólo por buscar titulares, sino porque la policía lo tiene como principal sospechoso y se ve en la obligación de limpiar su nombre. Franco Nero hace de antihéroe, alcohólico y violento, que aprovecha sus dotes de observación periodística para intentar desentrañar un caso en el que hay mucha gente mezclada, por lo que se hace necesario un pequeño esfuerzo por parte del espectador para seguir el hilo: no sólo de tetas vive el "giallo".

Técnicamente, la dirección de Luigi Bazzoni está repleta de una variedad de encuadres que ayudan a dar más peso a la intriga, desde picados a cámaras ocultas. Luego cabe siempre destacar al gran Ennio Morricone en la banda sonora, aunque esta vez tan sólo acompaña correctamente.

En cuanto al elenco, destaca la interpretación de Franco Nero, el que fuera el mítico Django en el spaguetti-wetern homónimo de 1966, y al que Tarantino volvió a echarle el ojo para un cameo en su “Django desencadenado” (2012).