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Críticas de Pedro Triguero_Lizana
Críticas 1.468
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
31 de marzo de 2024
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Esta película de ciencia-ficción de bajo presupuesto, producida por los Hermanos Milner (Dan y Jack), parece una explotación o una versión del pobre de "La mujer y el monstruo" (Creature from the Black Lagoon, 1954), de Jack Arnold, sólo que el monstruo submarino, esta vez de agua salada, tiene menos gracia. Los personajes van y vienen, todos desconfían de todos, y a la trama científica -un oceanógrafo (Michael Whalen) crea seres marinos mutantes mediante el uso de materiales radiactivos- se le superponen una subtrama amorosa y una subtrama de espionaje.

El resultado es una historia lenta y algo aburrida, y no se entiende muy bien que algunos consideren a este largometraje como una obra de culto. Eso sí, destaca la extrema ambigüedad moral que se da al personaje del científico loco, y también destaca la dualidad entre la chica buena (Cathy Downs) y la mala (Helene Stanton). El título es tan extraño como toda la trama: queda claro desde el principio que el monstruo marino no es un fantasma ni mide diez mil leguas. Pero, claro, había que compensar la notoria pobreza de medios con un título sensacionalista que llamara la atención del respetable.
Pedro Triguero_Lizana
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7
30 de marzo de 2024
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La última película del llorado John Garfield, "Yo amé a un asesino", es una buena muestra de cine negro que además se adentra en un subgénero tan norteamericano como el de la invasión del hogar, esto es, el cine en el que un personaje o varios se introducen en un hogar ajeno para hacerse fuertes en el mismo. De hecho, este film se anticipa en eso a otra mezcla de "noir" e invasión del hogar como "Horas desesperadas" (The Desperate Hours, 1955), dirigida por William Wyler pocos años después y protagonizada por un envejecido Humphrey Bogart.

La película de Berry, marcada tanto por la temprana muerte de Garfield en 1952 como por la caza de brujas de principios de los años 50, cuenta con un guión que, según Víctor Arribas en su libro "El cine negro" (publicado por Notorious Ediciones en 2010, página 346), fue escrito en buena parte por Dalton Trumbo, que no figuraba en los créditos iniciales por estar ya represaliado por la mencionada caza de brujas. Arribas comenta también en su libro, en la misma página citada, que la historia se basa en una novela publicada en 1947, y basada a su vez en hechos reales. La película sobresale por sus buenas interpretaciones, por la tensión de las situaciones presentadas y por su acusada violencia, por ejemplo en la cena en la que Nick (John Garfield) obliga a la familia a la que secuestra a comer pavo a punta de pistola.

A juzgar por el desestructurado hogar en el que el protagonista vive con su madre (Gladys George) y por el aspecto, mucho más limpio y ordenado, de la casa que toma por la fuerza, se puede decir que el verdadero anhelo del ladrón no es tanto (o no es sólo) el botín del robo sino el vivir en un hogar diferente, con una familia diferente, pues su verdadero hogar resulta pobre, odioso y desagradable, tan desagradable como su madre. Pero es tarde para cambiar: Nick se muestra violento, desconfiado, manipulador, frío. Es curioso que Garfield cargara con un papel tan duro y tan poco simpático en el último trabajo de su carrera cinematográfica, pero en cierto modo estaba anticipando a otros villanos y antihéroes del "noir" y del "neo-noir" USA de los 50 y los 60. Es de justicia destacar, por último, la banda sonora y la fotografía en blanco y negro.
Pedro Triguero_Lizana
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8
27 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rigurosamente contemporánea de un film emblemático como "¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú" (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964), de Stanley Kubrick, "Ladybug Ladybug", una de las primeras películas de Frank Perry, es mucho menos conocida pese a tratar sobre lo mismo, el miedo a la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial que, indudablemente, sería nuclear. Que trate de lo mismo no significa que lo haga de la misma manera: el film de Perry trata este asunto desde una perspectiva seria y no frontalmente sino de un modo oblicuo y mucho más ambiguo; la acción nos sitúa en un colegio de enseñanza primaria de los EE.UU. en donde, una mañana de verano, salta una alarma que significa que ha estallado la guerra. El director (William Daniels) organiza un simulacro de evacuación de los alumnos que ya se ha hecho antes, sólo que esta vez significa llevar a los niños a sus casas. A la mitad del metraje descubrimos que ha sido una falsa alarma, pero las dudas persisten, por la incomunicación que reina entre los habitantes de la escuela y el resto del mundo, incomunicación que se prolonga cuando un grupo de niños se refugia en un refugio antibombas de una niña de la escuela.

Con un título basado, según IMDb, en un poema, "Ladybug Ladybug" es una obra curiosísima que retrata tanto los miedos de una época, la Guerra Fría, como la inocencia de la niñez y la preadolescencia. Se prima el contraste: la amenaza de una muerte colectiva y total frente a la celebración de la vida; el paisaje idílico y tranquilo frente a la destrucción posible, representada por el vertedero; los planes para el futuro frente a la posibilidad de que no haya tiempo (ese reloj de los créditos iniciales) para ningún tipo de futuro; la obediencia a las normas frente a la rebelión a las mismas...

Con exteriores rodados en el estado de Pensilvania, esta película logra un raro sentido de lo lírico, propio de las primeras obras de Perry -"Elisa" (David and Lisa, 1962)-, y un suspense realmente angustioso, en tanto que se nos lleva a un paraíso que puede desaparecer en cualquier momento. Pese a las excesivas vacilaciones del guión, es un gran film, a veces fascinante, que merece su categoría de obra de culto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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6
20 de marzo de 2024
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"Noche de miedo" es una película muy curiosa. No es tan graciosa como se supone que debería ser, siendo una comedia, y la trama es bastante previsible, porque de un modo u otro todo en esta historia está basado en otras películas o series de TV, sobre todo de terror, y sin embargo es admirable por sus estupendas interpretaciones, por unos excelentes efectos especiales y por una notable maestría en la dirección, la fotografía y el montaje. La historia empieza como la de "La ventana indiscreta" (Rear Window, 1954), de Alfred Hitchcock, y continúa con una serie de homenajes a la miniserie "El misterio de Salem's Lot" (Salem's Lot, 1979), dirigida por Tobe Hooper, por ejemplo en cuanto a la pareja de cazavampiros, formada aquí por un adolescente (William Ragsdale) y un hombre mayor (Roddy McDowall).

La película de Holland está pensada para un público no sólo joven sino descreído, que no cree en vampiros, como los adolescentes de esta historia. Se crea así una relación entre lo real y cotidiano y lo sobrenatural que por otro lado es típica del cine fantástico de los años 80. El personaje de McDowall es clave porque es un actor de cine venido a menos que presenta un programa de terror que ve Ragsdale; McDowall es un cobarde, por supuesto, pero se redime cuando se presenta la oportunidad de su vida y debe enfrentarse a vampiros de verdad. A destacar la secuencia de la discoteca, la de la transformación de vuelta de Stephen Geoffreys (de lobo a hombre), la secuencia en la que se deshace literalmente el personaje de Jonathan Stark, y el subtexto homosexual que hay en la relación entre los personajes de Stark y Chris Sarandon.
Pedro Triguero_Lizana
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6
18 de marzo de 2024
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Tras el rodaje de "Cayo Largo" (Key Largo, 1948), John Huston quiso liberarse del férreo sistema de estudios de Hollywood, y para ello se asoció con el productor Sam Spiegel para crear una productora independiente, Horizon Pictures, siendo el primer proyecto de esta compañía (con el apoyo de Columbia, claro) el extraño film político/negro/melodramático "Éramos extraños", que ése es el título que da en español la edición en DVD que he visto yo de esta película. "Éramos extraños" no se merece la relativa invisibilidad que ha sufrido a lo largo de las décadas, sobre todo comparada con otras obras de Huston. Para empezar, hacer un film sobre unos revolucionarios que tratan de matar a un presidente de Cuba, por más que éste (Machado) fuera un dictador, era una osadía en el Hollywood de fines de los años 40, en plena "caza de brujas" con listas negras y paranoia anticomunista de por medio. La primera secuencia, en la que vemos cómo los parlamentarios cubanos se van achantando ante la decisión de eliminar la libertad de reunión por parte del gobierno de la época, es brillante y habla mucho acerca de los Estados Unidos de 1949. En cuanto a lo demás, el guión es interesante, y la fotografía en blanco y negro crea una atmósfera opresiva y oscura, tan opresiva y oscura como la aventura política que se narra.

Pero luego está el reparto. En el mismo, hay tres actores mexicanos con los que se trata de dar color "hispano" o "latino" a la película: Pedro Armendáriz, Ramón Novarro y Gilbert Roland. Roland canta y toca la guitarra con bastante salero, y Armendáriz, como esbirro del régimen de Machado, está muy bien: haciendo el papel del "malo" tiene una gran presencia y da miedo hasta cuando come cangrejos. Sin embargo, la pareja protagonista, John Garfield y Jennifer Jones, aunque por separado eran grandes actores, no acaba de funcionar como tal: su romance resulta un tanto convencional y previsible, a Garfield se le nota un poco apagado, y Jones no era la actriz más idónea para un personaje así, con tan poco "glamur". Ésa es la trampa en la que incurre con frecuencia el cine de Hollywood: todos son guapísimos, hasta los revolucionarios que ponen bombas y pegan tiros. Y hay que creerse que son cubanos aunque hablen en inglés y sin acento cubano.

Pese al peso de estas convenciones y falsedades, que no hacen muy creíble la historia, es un largometraje entretenido que vale la pena ver tanto por sus valores puramente estéticos y visuales -aunque abuse, por cierto, de las sobreimpresiones- como por recordar una parte poco conocida de la historia de Cuba y, de paso, por reflejar indirectamente el clima de miedo desatado por el "macartismo" de fines de los 40 y principios de los 50 en los EE. UU.
Pedro Triguero_Lizana
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