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El presidio

Drama. Thriller Kent Marlowe, bajo la influencia del alcohol, atropella y mata accidentalmente a dos personas. Recibe cargos criminales y termina en una prisión cumpliendo 10 años al lado de criminales de diverso pasado; Butch Smith es un avezado criminal, con varias reincidencias, y es quien manda en el bloque de celdas. John Morgan (un individuo agradable que comparte la celda con Kent) es un falsificador que aparentemente se ha regenerado y desea ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
19 de julio de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca con Kent Marlowe (Robert Montgomery), un hombre que en la noche de fin de año atropello a un hombre cuando conducía en estado de embriaguez, entrando a cumplir la condena de 10 años a la que ha sido condenado a una cárcel llamada “The big house” y que a la llegada del furgón vemos como una inmensa y amenazadora mole.
Tras el protocolo de rigor, que consiste en requisa de sus efectos personales, cacheo, entrega de uniforme y charla del alcaide James Adams (Lewis Stone), es encerrado en una pequeña celda con 2 consumados delincuentes, un fornido y duro criminal llamado 'Machine Gun' Butch Schmidt (Wallace Beery) y John Morgan (Chester Morris) un consumado ladrón.
A partir de aquí tenemos un magnifico y recio drama carcelario, que nos muestra por primera vez (al menos que yo sepa, que hasta el descubrimiento de esta película creía que “Soy un fugitivo 1932” de Mervyn LeRoy era la pionera, lo cual no resta un ápice a la extraordinaria película protagonizada por Paul Muni) la dura vida en el interior de una prisión, en la que solo los más fuertes sobreviven, con todo tipo de personajes y situaciones que luego hemos visto en 1001 producciones de todo pelaje ambientadas entre los muros de una carcel y con un muy entretenido desarrollo de la trama, en base a la relación que se establece entre los 3 compañeros de celda, la trama amorosa entre Morgan y la hermana de Kent, Anne (Leila Hyams), cuando este consigue fugarse y va tras ella para vengarse por lo que cree que le hizo John antes de evadirse y el extraordinario film de acción en que se convierte en su tramo final (sorprende la intensidad y poderío con que están rodadas para la época de producción).
Súmese la excelente actuación tanto de Wallace Beery (nominado al Oscar de 1930 por este papel) en el papel del duro “Ametralladora” Butch, como de Chester Morris en el del otro kíe carcelario, un digno trabajo por parte del resto del casting y la innovación por parte de MGM (en un tipo de producción dominado por Warner) de adaptar un guion escrito por una mujer (Frances Marion), la cual se documento en la mítica prisión de San Quintín para ello y gano justamente el Oscar al mejor guion (además también obtuvo el Oscar a la mejor banda sonora) y tenemos una extraordinaria película de visión obligatoria.
tiznao
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25 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera mujer estadounidense en actuar como Corresponsal de guerra (durante la I Guerra Mundial) y ganadora de dos premios Oscar: El primero por el filme que nos ocupa, “EL PRESIDIO”, y el segundo, al año siguiente por “El campeón” (ambos filmes protagonizados por Wallace Beery, convertido desde entonces en una cotizada estrella), la periodista, novelista y guionista, Frances Marion, es la autora de una frase que, sobre todo en Hollywood, se ha aplicado con rigor en muchas ocasiones: “Escribir guiones para cine es como escribir en la arena cuando sopla el viento”.

Aunque la frase apenas aplica levemente en el filme que dirigiera George W. Hill, quien sólo hizo las modificaciones indispensables por las condiciones de rodaje, la usamos para resaltar que Frances Marion fue una persona muy crítica con la sociedad que le tocó vivir y el problema carcelario la comenzó a preocupar desde que se enteró del motín que, el 3 de octubre de 1929, se produjo en la prisión de Canon City, la cual causó numerosas muertes, incluida la del líder de ese cruento hecho. Respaldada por la MGM, la valiente señora Marion, personalmente comenzó a visitar la cárcel de San Quentin, pues, quiso documentarse sobre todo lo concerniente con aquellos sitios donde, comúnmente, los seres humanos llegan, no para rehabilitarse y encontrarse, sino para degradarse hasta el punto de perderse.

Trabajando muy estrechamente con el director Hill -hasta resultar que su relación termináse en matrimonio-, “EL PRESIDIO” se ofrece, entonces, como un efectivo filme que pretende demostrar los grandes vacíos e imperfecciones del sistema penitenciario, donde hasta a los tanques de guerra es capaz de acudir cualquier loco alcaide, para apagar una sublevación que, casi siempre puede evitarse, asegurando un trato digno y condiciones humanas de retención.

Dadas las particularidades de la censura de la época, al filme le falta cierto rigor al recrear bastante blanda a la guardia del penal; al pulir un lenguaje que, en la vida real, abunda en palabras soeces y en frases poco elaboradas; y también al mostrar a los reclusos de muy buen aspecto en general, cuando bien sabemos que, en la realidad, suele haber unos cuantos bastante intimidantes. Aquí, hasta los dos más “temidos” son un par de tipos encantadores, cuya “dureza” es más una máscara para protegerse, que algo que realmente les salga del corazón.

Pero, la trama llega porque hay en ella mucho calor humano, detalles muy significativos que ponen en cuestión de que lado es que se ubica el mal, y porque deja bien claro que, desde entonces, el sistema penitenciario muy, pero muy poco, asume su obligación de respetar los derechos humanos. Y ¡qué curioso que, es por esta misma razón, por la que los hombres -casi todos del pueblo raso- se llevan allí para castigarlos!

Logrando un significativo tono gris en su eficiente fotografía y con unos imponentes planos que ubican a los presos en sus precisas condiciones (ocasional arrogancia, estados de sumisión, ovejas de rebaño, maña y rebeldía), el director solidifica un filme al que Wallace Beery (Butch), Chester Morris (Morgan) y Leila Hyams (Anne), añaden altas cuotas de espíritu humano, con lo que, “EL PRESIDIO”, se convierte en la gran antecesora de los filmes carcelarios, siendo inevitable hallar elementos, aquí incluidos, en los títulos posteriores.

La MGM confió tanto -y acertadamente en esta historia- que, simultáneamente, encargó que se hicieran versiones en español, francés y alemán, asignándolas a otros directores y con diferentes repartos para cada idioma.

Y bueno es recordar las palabras del alcaide: “La cárcel no produce una mancha en el hombre, pero si tiene una se la resalta”.
Luis Guillermo Cardona
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27 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se trata de una película de denuncia social, sea por lo que sea, el sistema penitenciario de aquella época queda a salvo de toda crítica. De hecho, pese a las quejas por la comida, cualquiera que vea "The big house" no va a encontrarse con una vida dura entre barrotes precisamente, con un colegueo difícil de creer y ausencia absoluta de malos tratos. No obstante, me gusta que haya vida más allá de los muros del penal, que lo que haya afuera sea motivación para una vida mejor, aunque sea a través de una relación amorosa difícil de creer.

Efectivamente, más adelante vendrá el cine denuncia y hasta el subgénero de fugas, pero todas vienen de aquí, sea mala, buena o regular, en 1930, cuando hacía cuatro días que existía el cine sonoro, "The big house" puso la primera piedra. Cierto es que lo que suma aquí es su espectacular final y que de forma asombrosa es complicado establecer el protagonismo en una persona. Parece que es un recién llegado el que lleve el peso de la película cuando acaba siendo un reconocido ladrón con el que comparte celda.

En todo caso, la parte final es para no pestañear, me ha sorprendido enormemente y me doy la enhorabuena a mí mismo por tener la curiosidad cinéfila de seguir escarbando hasta llegar a un cine que pronto tendrá un siglo de vida. Se me eriza la piel mientras lo escribo: un siglo casi desde su realización.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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14 de mayo de 2015
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Nominada a cuatro oscars: película, Director (George W. Hill), Actor (Wallace Berry), Guión (Frances Marion) y sonido ( Douglas Shearer), consiguió el de guión y sonido.

Dirigida por George W. Hill e interpretada por Chester Morris, Wallace Berry, Robert Montgomery, Lewis Stone y Leila Hyams en los principales papeles.

En ella se cuenta como Kent (Robert Montgomery) Ingresa en la cárcel por matar a un peatón bajo los efectos del alcohol. Es enviado por el alcalde de la prisión (Lewis Stone) a una celda con dos peligrosos delincuentes: Butch (Wallace Berry) y Morgan (Chester Morris). En este momento, la película dejará de lado al personaje sobre el que parecía que giraría la acción, para centrarse primero en Butch y luego en Morgan. Esto no sucede porque si, ya que hay un motivo, aparte de ser giros de guión que no dejan de sorprender.

Así, el momento que Kent entra en las celdas donde están sus nuevos compañeros es aprovechado para conocer a Butch, convicto peligroso y follonero capaz de armarla donde se encuentre. Ejemplo: comedor o motín en la cárcel.

Por su parte, el personaje de Morgan, que había sido un mero acompañante de Butch, pasa a tomar el protagonismo después de la historia del cuchillo que acaba en sus manos en el momento menos adecuado.

Aunque posiblemente sea Chester Morris el que tenga mas minutos en pantalla, el nominado al oscar fue Wallace Berry. Esto no es extraño ya que es él quien tiene mejores momentos, como los momentos antes nombrados o su reacción al recibir la carta. También destacable la escena en la celda de aislamiento oyéndose solo su voz y la de su compañero.

La película se estreno en Estados Unidos el 14 de junio de 1930.
jesus
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8 de octubre de 2018
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Ganadora de 2 Oscars, una película sobre presiones, que fue la pionera este género. Sí bien, viéndola a día de hoy es bastante light (los presos son muy buenos y los policías muy ingenuos), al ser de las primeras en atacar este tema, no está nada mal.

Buena historia, buenos actores. Lástima de Chaney que iba a ser el protagonista, pero falleció de cáncer, y el destino eligió a Wallace Beery que le sirvió de trampolín al ser relegado de Hollywood a la llegada del cine sonoro. Esta película le volvió de nuevo a la fama y fue el actor mejor pagado durante 2 años.

Aunque el actrativo de Chester Morris no pasa desapercivido y un joven Robert Montgomery tampoco.

Hay un par de escenas muy grandes para ser de 1930 y hace que la película se vea con interés. Aún falta para que la música dentro de las películas sea algo normal, es quizás por la costumbre, es lo que hecho de menos.
edugrn
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