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Gente sin importancia

Drama. Romance Al enterarse de que, una nueva empleada del Hotel-restaurante de su amigo Émile, se ha escapado con un joven soldado, el camionero de mediana edad, Jean Viart (Jean Gabin), traerá a la memoria la suerte de romance y drama que él mismo vivió con Clothilde Brachet (Françoise Arnoul), una bella joven que se refugió en él para calmar su soledad. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
19 de mayo de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se la conoce de veras, se da uno cuenta de que, en la joven Clothilde Brachet, no se asoma ni la menor intención de hacer daño a nadie. Sólo busca ese poco de amor que, según comprendemos luego, su madre y la falta de un hogar consistente le denegaron. Obligada a valerse por sí misma desde muy joven, pues, su progenitora no quiere obstáculos ni amenazas en la nueva relación que ahora sostiene, Clo –como prefiere que la llamen- ha llegado hasta el Hotel-Restaurante La Caravane, el cual regenta un buen hombre que perdió su pierna derecha, pero donde no se encuentra un ambiente suficientemente grato como para que las muchachas se animen a establecerse por largo tiempo, pues, la clientela la constituyen, sobre todo, camioneros entre los cuales hay algunos bastante burdos para tratarlas. Deseando huir de allí, como ya lo han hecho otras tantas jóvenes, Clo es llevada en su camión por Jean Viart, un hombre casado y con tres hijos, entre ellos una chica adolescente. Al notar su decencia y caballerosidad para con ella, en el segundo encuentro, Clo se insinúa con él y así comienza un complejo romance que, a sabiendas de que parece imposible –Viart además la dobla en edad-, ambos sostienen para llenar un vacío que, sobre todo a ella, le ocupa todo el corazón.

Lo que sucede después, nos cala muy hondo, nos extingue irrestrictamente toda capacidad de juicio o de condena, y nos hace sentir que hay seres muy bellos en la vida que, por alguna extraña razón, no obtienen todo lo que se merecen. Clo, con su transparencia, su sencillez y con esa voluntad que nada exige y nada toma con egoísmo, nos conmueve profundamente y nos inspira protegerla, como inevitablemente le ocurre a Jean ante su pequeña, frágil y dócil presencia.

Haciendo una vez más de guionista-director, Henri Verneuil, se reunió otra vez con François Boyer para la adaptación de la obra, “Des gens sans Importance”, que Serge Groussard (1921-2016) publicara en 1949. El resultado ha sido óptimo, y de nuevo, el director francés da cuenta de una sensibilidad y un entendimiento humano absolutamente ejemplar. Que la película no haya tenido la difusión que se merece, sólo se explica por el asfixiamiento del mercado que, con su inmenso poder, ha logrado el cine made in Hollywood… ¡y una gran lástima que carezcamos de un público fuerte que indague, que se quite las cadenas del imperioso mercado, y que sea capaz de ir más allá del deplorable “alimento” que le ponen en la boca!

“GENTE SIN IMPORTANCIA” es cine romántico excelso y acrisolado. Me recuerda, de alguna manera, a la maravillosa, “Amor Prohibido” de Frank Capra, pues, de nuevo estamos ante unos personajes que se ven ante esa línea donde pareciera imposible conservar los principios, pues, surgen otros impulsos tan potentes y magníficos que, el paso adelante se da sin que ninguno consiga percatarse. Y lo inextricable es que, en esta nueva perspectiva, también hay grandeza, porque brotan por igual poderosos sentimientos de protección, de entrega irrestricta… y de amar contra cualquier riesgo.

Ese gran actor que fuera siempre, Jean Gabin, tuvo aquí el primero de cinco encuentros con el director Henri Verneuil, y su personaje es de esos que se recordarán siempre, especialmente entre los que ya somos mayorcitos. Françoise Arnoul, en cambio, tenía aquí su quinta y última aparición junto al director que tanto la admiró, pero podemos afirmar que dejó la más profunda huella con su bella piel morena, su “inocente” picardía, y sobre todo, con esa suerte de personajes a los que supo imponer sentimientos y personalidades admirables.

“GENTE SIN IMPORTANCIA” se merecería mucha más importancia de la que hasta ahora ha tenido. Durante el Festival de la Luz (2013), Bertrand Tavernier, presentador del homenaje que se le rindió a Henri Verneuil, y quien, al igual que Truffaut, también ha considerado, éste, como uno de los mejores filmes de los años 1950, dijo mientras lo presentaba: “Verneuil no ha tenido todavía un examen crítico a fondo”.

Estamos de acuerdo.
Luis Guillermo Cardona
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16 de abril de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gabin, junto a sus tres compañeros de carpa, Fofón, Milikín y Fofitón, triunfa como payaso serio en "El loco mundo de los payasos" de TVE. Una tarde discute con Chinarrón y abandona el circo de sus éxitos para hacerse camionero. Conduce muchas horas siempre por la misma carretera de mierda y acompañado de su alegre y avispado compañero Berty. Gabin, sin embargo, ya no se divierte como antaño y su cara se le ha desfigurado por completo a causa de las continuas y desagradables flatulencias de Berty, verdaderamente insoportables en el interior de la minúscula cabina del camión. A causa de estos olores y de los causados por los pies cuando Berty duerme y airea alegremente sus pinreles en la cara de Gabin, a éste se le ha ensanchado la nariz de tal forma que ha sido requerido en varias ocasiones para doblar a Karl Malden.

Ambos hacen parada y fonda en un cafetucho de carretera llamado "La Caradehaba" regentado por un cojo palizas para el que trabaja una linda muchacha que, al ver los andares de Don Pimpón de Gabin, toma las de Villadiego con un oficial norteamericano. En una de las elegantes y luminosas habitaciones de "La Caradehaba", Ñaplas Gabin recuerda con alegría contagiosa un episodio del pasado. Una hermosa joven llamada Clo se enamoró de su apolínea figura, su risueño y expresivo rostro y su firmeza de valores. Todo fluye perfecto y los dos pipiolos lo pasan en grande retozando locuelos entre las sábadas de seda de "La Caradehaba", lugar que visitan con frecuencia. Pero, ¡hay que joderse! Un mal día, el jefe de Gabin descubre que, en un viaje de trabajo entre Vladivostok y Nueva Delhi, su infatigable conductor ha realizado una parada de veinte días en "La Caradehaba" sita en La France. Los indios se han quedado sin su cargamento de cobras bailarinas y han montado en cólera. El jefe de almacén de la empresa de transporte, con su habitual sensibilidad y delicadeza, comunica a Gabin su despido inmediato, a lo que éste responde, en un enésimo alarde de templanza y educación, incrustando al almacenero en la máquina del café, entre el espresso y el macchiato. Clo, mientras tanto, se gana la vida como limpiadora de habitaciones en un lupanar a 2.000 francos la hora. A los cinco minutos de colocar toallas sobre las cama abandona el duro y tedioso trabajo y se reúne con Gabin a la sombra de su camión. Ambos inician una huida desesperada compartiendo el hediondo cubículo aún perfumado por el simpático Berty.

¡Ah! Ha sido un sueño. Ya me lo parecía. Otra joya durmiente del sobrevalorado cine francés clásico que sigue los cánones de sus contemporáneas desarrollando la enésima historia capaz de conducir al espectador al tedio más insoportable, a la amargura más profunda o al puente más cercano, bien para vomitar o bien para perpetrar el último salto proclamando: "La vida es una mierda".

P.D.: Es la octava película que veo de Jean Gabin. Hubo un tiempo en el que me pareció un gran actor. Ahora cada vez tengo más claro que Gabin sólo interpreta a Gabin. Y sólo le reconozco una actuación portentosa en una película inolvidable: "Moontide" (1942) dirigida por Archie Mayo y Fritz Lang. Evidentemente lejos de Francia. Fue rodada en ese insignificante país que tantos odian llamado Estados Unidos.
el chulucu
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7 de mayo de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una joyita sepultada por el olvido y la crítica sesgada. Muestra en todo su horror la vida de los perdedores ante lo cual no hay nada qué hacer, incluso comportándose bien.

Clo es la expresión de la belleza sencilla sin aspavientos ni grandes aspiraciones diferentes a vivir lejos del moridero donde está empleada y se encuentra con un alma gemela, Jean, víctima también de las circunstancias familiares y laborales.

Dos colosos actores.

Queda reducida a su real dimensión la vida del camionero, si es que eso lo es.
Edmundo
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