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Plácido

Comedia En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
30 de marzo de 2021
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¿Qué mejor momento del año para demostrar uno su inmensa benevolencia y caridad? Porque son fechas de compartir, olvidar las diferencias sociales y arrimar el hombro para sostener al prójimo...
antes de que se caiga de boca sobre el arroyo del que todos salimos y se percate de la pantomima...

1.961 fue un año en el que se engendraron enormes obras del cine como "El Buscavidas", "Uno, Dos, Tres", "El Juicio de Nuremberg", "Yojimbo” o "Como en un Espejo"; en la 34.ª ceremonia de los Oscar el premio a Mejor Película Extranjera se lo acaba llevando la del maestro sueco. Pero ahí está compitiendo también una pequeña gran maravilla llamada "Plácido" que ha supuesto un paso adelante no sólo en la carrera de su director, sino en la de la propia evolución de todo el cine español. Será, por tanto, sinónimo de ruptura entre una etapa y otra en lo que se refiere a clasicismo y modernismo.
En ese momento el sr. Luis G. Berlanga ha levantado polvaredas de controversia con su brutal sátira sobre la hipocresía religiosa en "Los Jueves, Milagro"; debido a ello se mantiene en un semiforzado retiro de su profesión...hasta que hace buenas migas con el prestigioso guionista Rafael Azcona. Este encuentro, milagroso, determina su colaboración para un proyecto más grande del valenciano, inspirado en un suceso tan real pero increíble como fue una campaña propuesta por el Gobierno del general Francisco Franco para que los burgueses y gente de clase alta compartiera su comida con los más desfavorecidos, bautizada "Siente a un pobre a su mesa".

Así precisamente es como quiso llamar el director a su película, pero la censura de la época se cruzó en su camino y se ha quedado con el nombre que todos conocemos, el de su protagonista y guía del esperpento que vamos a presenciar en la ciudad catalana de Manresa. De todas formas no es correcto considerar a "Plácido" obra de un solo personaje principal, pues Berlanga decide romper con su propio cine y construir una fábula a base de historias cruzadas, que plasmará en pantalla por medio de elaboradísimos planos-secuencia para dotar de una profundidad nunca vista a las situaciones colectivas.
Esta visión es fundamental para contemplar en su totalidad el revuelo que se ha armado en esa ciudad tan española como otra cualquiera de la España de la época franquista y el "boom" industrial. Mientras el irritante Gabino dirige el gran proyecto para que ricos y pobres compartan el hogar en Nochebuena, un desesperado Plácido se ve acorralado al vencerle la letra de su motocarro, usado para la campaña y único medio de existencia de su numerosa familia; se podría observar su viaje, conducido por la desagradable burocracia de las instituciones legales, como un peregrinaje aciago y terrible a través de numerosos sucesos importantes que vienen a destapar la verdad sobre las apariencias con respecto a esa labor social.

Porque la idea procede, cómo no, de los burgueses del lugar, por tanto, y debido a la evidente hipocresía, Berlanga nos sumerge, con toda su destreza tras la cámara, en los farragosos abismos de un mundo demasiado malévolo como para plantear su discurso en tan solo 1 hora y media.
Una compañía de menaje patrocina la subasta donde famosos actores son comprados como muebles de segunda mano por los ciudadanos de clase media-alta; éstos, regodeándose en su propia crapulencia, discuten sobre qué pobre van a llevarse a casa; el representante de los famosos, como es lógico, discute su comisión por toda esa buena labor que están realizando.
Mientras tanto, en el submundo, Plácido es manipulado por los bien trajeados banqueros, notarios y empleados de oficina; a su mujer Emilia le va a dar un ataque por tener que estar paseando a los niños de aquí para allá siguiéndole a todas partes; y su hermano Julián es estafado por un vendedor de cestas de Navidad. Y entre medias de este caos, un locutor de radio disfraza con mentiras muy bien urdidas la situación vivida en las casas de los ricos que han acogido a "su pobre". Mario Mattoli, Vitorio de Sica, Roberto Rossellini o Renato Castellani podían haber dirigido el film, y es que cada secuencia, plano o encuadre exhala el olor del neorrealismo más amargo, todo impregnado con el espíritu de Frank Capra, Billy Wilder, Ernst Lubitsch, Frank Borzage y Charles Chaplin.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

"Plácido" pasó la censura y se ganó todos los elogios de crítica y público, hasta llevar a Berlanga a la ceremonia de los Oscar, donde perdió contra Bergman, pero también llevó el cine español a un nuevo nivel de modernismo que sólo era posible alcanzar en el cine internacional, y demostrar que, pese al progreso y el avance, la sociedad seguía siendo la misma. Pero aquí me cabe un interrogante. Una vez el director acabó su obra maestra y recogió los altos beneficios que le reportó, ¿fue a su ciudad natal y los repartió con los pobres del lugar o simplemente comentó con sus colegas de la élite intelectual patria (burgueses, claro) lo sincera y honesta que era su película con respecto a la situación del país entre las pertinentes y autocomplacientes altanerías, risas y champagne igual que los personajes ricos que la protagonizaban?

Da que pensar, ¿verdad?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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23 de abril de 2021
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Feroz sátira del provincianismo, de la hipocresía, del caciquismo, de las convenciones sociales (que existieron desde siempre desde antes de que alguien dijese, políticamente correcto). Intromisión en la peor catadura de las relaciones humanas. Es la primera película ácida de Berlanga, qué distinta a “Calabuch”. "Plácido" es el inicio de ese tan berlanguiano, “Qué hay de lo mío”; que en mi opinión al final desvirtuó algo la genialidad del director levantino. Pero ésta es una excepción, ésta es una obra maestra; sólo que añoro la ternura que desprendían la ya dicha “Calabuch”, “Bienvenido Míster Marshall”, “Los jueves milagro” e incluso, “El verdugo”.

Pero no hemos venido aquí a hablar de Berlanga ni de La Historia del cine español sino de este largometraje. Éste es una obra coral en la que destaca, posiblemente la que fue la mejor actuación de Casen (Plácido) y de Elvira Quintanilla (esposa de Plácido). No voy a hacer un tour a través de sus actores pues son muchos y difícil de a quién destacar, y a quién no; dejé dichos los de los personajes centrales en representación de todos. La cámara sigue a un afanado y pobre padre de familia agobiado por salir adelante, por tener con qué llevar el pan al hogar, con tener con qué pagar la letra del motocarro, y mientras; le rodean personas preocupadas por aparentar bondad, conmiseración, pero sólo eso; lo aparentan. Seres que se presienten superiores y desprecian de solemnidad, los problemas de quienes consideran inferiores. Seres que se empeñan en mostrar por la ciudad sus “buenas obras”, sin importarles que el helador invierno de Castilla pueda rematar a algún viejecito; de una pulmonía.

Y todo esto lo hace con esos continuos planos secuencia, poblados y acelerados, que tan magistralmente siempre nos dispensa el cine de Berlanga. Pero a la vez narrado, contado, con claridad, con rotundidad. En diálogos acertados y concisos; y a la vez expresivos. En el guión intervienen además del propio, Berlanga, principalmente Rafael Azcona junto a José Luis Colina y José Luis Font; los cuales, todos, son garantía de un buen libreto.

Hay quien ve, en ella, una crítica a la sociedad española de la época, y es cierto. Pero no se engañe, sirve para la sociedad actual; y tiene cobertura universal. Podría ocurrir en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
Plácido Eldel Motocarro
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21 de septiembre de 2021
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La he vuelto a ver y ya casi ni me acordaba.
Hacer una crítica a esta película sin tener en cuenta el contexto de España hace 60 años sería algo injusto.
En su momento, este tipo de surrealismo debió de ser algo tremendo como crítica social y política. Hoy resulta algo atropellado.
De la producción destacaría el motocarro de Plácido; hallazgo genial.
De la dirección, su intenso ritmo que no deja respirar y el punto ácido y cómico.
De la historia, ella misma, la invitación a una cena con un pobre. Ponga un pobre en su casa y lave su conciencia.
Y sobre todo, de los numerosos actores, lo impresionante que están todos, hasta los niños; son lo mejor de toda la película. Es increible que se pueda actuar así; me quedo pasmado. A lo que añado los diálogos y la forma de hablar. Es un placer escucharlos, ¡que forma de hablar con naturalidad!, ¡qué pronunciación!, ¡qué entonación!..., un ejemplo perfecto del que deberían aprender nuestros actuales actores.
Miguel Ángel
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8 de febrero de 2022
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No es posible entender el cine español sin un puñado de películas. Eso es una certeza, como lo es que en ese puñado de películas habrá un número de títulos dirigidos por Luis García Berlanga. No un par de ellos, no. Y es que dependiendo del crítico o entendido de turno, podrán entrar en esa lista películas como EL VERDUGO, BIENVENIDO MR. MARSHALL, ESA PAREJA FELIZ o la trilogía de la transición, con LA ESCOPETA NACIONAL liderando el trío.

Sin duda esta PLÁCIDO debe estar entre esas películas, por lo que supone de ejercicio de cine coral, con escenas de interior delirantes y difíciles de rodar, unos diálogos cruzados, a veces solapados, que funcionan como un reloj, con un ritmo que no decae en ningún momento y sigue un esquema de cine clásico, de comedia canónica.

Además de todo esto, por supuesto, una crítica social a la burguesía provinciana de una España más provinciana todavía, una España en blanco y negro capaz de parir personajes como los que interpretan un excelso José Luis López Vázquez o un no menos maravilloso Cassen.

Todo funciona en esta película, en la que el espectador se implica en la figura del protagonista, llegando a mostrarse también desesperado, agobiado, ante la necesidad de pagar una letra y ver cómo cada cual va a lo suyo en esa falsa gran obra caritativa de Nochebuena que parece ser ese SIENTE UN POBRE EN SU MESA.

Los secundarios se confunden con los actores principales, todos encajan y se suplementan, la misma importancia tienen Agustín González o Luis Ciges que Quintillá o Amelia de la Torre, todos maravillosos, no me cansaré de escribirlo.

Optó al Oscar aún siendo una película muy localista, en lo que cuenta y en cómo lo hace, pero sin duda estamos ante nuestra QUÉ BELLO ES VIVIR, con ese toque de neorrealismo italiano que arrastra la película desde sus primeros fotogramas.

Berlanga, ese genio tan poco conocido fuera de España, nos regala esta joya y se pone a la altura, sin duda, de Buñuel o Carlos Saura.
melchorin
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29 de diciembre de 2022
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“Plácido” es, para mí, la película más fundamental para revisar una y otra vez cada Navidad. “Plácido” es, para mí, la gran obra maestra de Luis García Berlanga. “Plácido” es, para mí, una de las películas más importantes de nuestro cine en particular y del cine europeo en general. “Plácido” es una de las películas de mi vida.

Absolutamente todo es perfecto y se conforma para crear una joya del cine totalmente imperecedera e imprescindible para cualquier ser humano que se precie. Tomándole el pelo a la censura en su propia cara, Berlanga acribilla sin piedad a la repulsiva sociedad franquista, al hipócrita catolicismo, a la miseria de la alta sociedad, a la cobardía y egoísmo que también se predica de las clases medias, y de las clases bajas, y del ser humano en su integridad.

Porque “Plácido” te saca toneladas de carcajadas, pero de las inteligentes, de esas que hielan la sangre, cargadas de hiel y sarcasmo, de mala leche y lucidez misántropa, de nihilismo y descreimiento de todo y de todos. Por eso es una obra maestra en cuanto al contenido, alrededor de un guión firmado, como no podría ser de otra forma, por el propio cineasta y su imprescindible Rafael Azcona.

Pero esta pieza vital del cine de todos los tiempos es igual de magistral por cómo se cuenta, por su estética impoluta, impresionantemente moderna. A partir de una fotografía embaucadora en blanco y negro de Francisco Sempere, Berlanga da rienda suelta a su maestría innata para hacer funcionar películas corales que desarrollan historias a través de extensos y complejos planos secuencia que, paradójicamente, parecieren fáciles e improvisados, pero que esconden una planificación meticulosa y, justo por ello, una genialidad insuperable.

Con un elenco actoral multitudinario y en estado de gracia, destacando por encima de todos ellos ese Dios llamado José Luis López Vázquez quizás en su mejor interpretación, así como una partitura musical eterna que representa a nuestro cine de Miguel Asins Arbó, una de nuestras piedras angulares que fue nominada en 1961 al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa y a la Palma de Oro del Festival de Cannes.

Estamos ante una comedia costumbrista que esconde el más feroz ataque al franquismo y a sus repugnantes formas sociales, obligatoria de ver a la llegada de cada Navidad.
Sergio Berbel
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