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Los Fabelman

Drama Film semiautobiográfico de la propia infancia y juventud de Spielberg. Ambientada a finales de la década de 1950 y principios de los años 60, un niño de Arizona llamado Sammy Fabelman, influido por su excéntrica madre, artista (Michelle Williams), y su pragmático padre, ingeniero informático (Paul Dano), descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a contar historias y a forjar su propia identidad.  [+]
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Críticas 133
Críticas ordenadas por utilidad
13 de febrero de 2023
30 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Spielberg es un director irregular (imagino que como la mayoría), pero cuando acierta, alcanza un nivel cinematográfico extraordinario. Afortunadamente, la historia lo juzgará por sus grandes obras (que no son pocas) y olvidará las malas.

The Fabelmans entra de lleno en la categoría de sus buenas películas. Pero ¡ojo! que nadie se lleve a engaño: esto no es Indiana Jones ni Minority Report ni Parque Jurásico. No es una peli de aventuras. No es una fantasía de ciencia ficción. No es de acción.

La película es especialmente interesante para los aficionados al cine como arte, porque muestra cómo un niño descubre la magia del cine, aprende su lenguaje y se apoya en el arte cinematográfico para entender la vida y sus dramas, sus contradicciones y sus retos. Su descripción del cine, de su fuerza y de su potencial resulta entrañable.

Nos cuenta también las pequeñas y grandes historietas de su familia: sus tensiones, sus relaciones e influencias, sus dramas... Sinceramente... aunque hay partes interesantes, me parece una parte excesivamente alargada, especialmente al final. Pero es verdad que por momentos resulta fascinante asistir a la vida familiar de alguien tan conocido. Uno se siente casi como un voyeur, observando furtivamente el proceso de maduración personal y artística del joven Spielberg.

La película brilla especialmente en el aspecto formal y estilístico. La composición de los planos, los movimientos de actores y su coreografía con la cámara, los propios movimientos de cámara, la iluminación... es Spielberg en estado puro. Su elegancia formal -cuando está inspirado- es insuperable. Y no es poco decir.

A los actores se les aprecia especialmente inspirados, con Michelle Williams a la cabeza. Todo el metraje destila autenticidad, y -como diría Hemingway- Verdad.

Sin embargo, no es perfecta. Hay varios bajones de ritmo, especialmente en la segunda mitad, y ciertas tramas y situaciones no aportan demasiado o están excesivamente alargadas (así como aún personaje, bastante desdibujado).

Pero "The Fabelmens" nos regala 5 ó 6 secuencias brillantísimas, ya sea por su encanto, por su hondura, por su estilo o por una mezcla de todo ello.

En conjunto resulta una película muy convincente, entrañable y que se nota tremendamente trabajada. Gustará más a los aficionados al cine o a los dramas familiares, y seguramente decepcione a quien busque una película dinámica o con una trama compleja.
Xabi
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5 de febrero de 2023
60 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película autobiográfica sobre la juventud de Steven Spielberg. Narra cómo se va fraguando la pasión del director por el cine desde su infancia.

Pinta un retrato visualmente atractivo de su familia y las dos visiones tan distantes que tienen sus padres de entender el mundo.

Lo mejor de la peli son, sin duda, los 10 minutos de actuación de Judd Hirsch (uncle Boris) y el speech que le da al niño sobre las dificultades que entraña el mundo del arte. También destaca la genial actuación de Michelle Williams.

Mas allá de eso la película resulta plana y demasiado extensa. Da la sensación de que Spielberg la hace más para el y para su familia que para el público, que era una cuenta pendiente consigo mismo. Quizás por eso no llegues a empatizar demasiado con la historia y la vivas desde una cierta distancia.

Si no se supiera quien es el director no la nominan ni a los premios Feroz.
burguets
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30 de enero de 2023
39 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Spielberg se toma a sí mismo como tema y narra su propia infancia y adolescencia (de forma edulcorada y peliculera, aun cuando mantenga aspectos conflictivos, como la infidelidad de su madre y el divorcio de sus padres). Solo adquiere un buen nivel en el primer tramo del film, dedicado a su infancia, a su obsesión por recrear un descarrilamiento de un tren que viera en una película. El resto, pese a la corrección técnica y la calidad de los intérpretes (Michelle Williams, fundamentalmente), no pasa de una caprichosa recreación de recuerdos (sin el genio carnavalesco de Fellini). No convence el momento en que el joven aprendiz de cineasta decide dejar la cámara ni sus difusos motivos, no convence su primer amor ni su primera ruptura, ni el resto de homenajes a sí mismo y a los suyos que se permite. Como siempre, el cine de Spielberg mantiene el dinamismo y una buena parte del encanto del Hollywood clásico, pero también su descorazonadora superficialidad, falta de audacia y sensiblería.
Capitan Ahab
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28 de febrero de 2023
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era cuestión de tiempo que Steven Spielberg acabase dirigiendo una película como “Los Fabelman”; más allá del hecho coyuntural de que los relatos cinematográficos de infancia y adolescencia contados en primera persona se hayan puesto más o menos de moda hoy en día (Cuarón, Sorrentino, Gray o Branagh recogiendo el testigo y siguiendo la estela abierta en su día por los Fellini o Truffaut). En cualquier caso, estamos ante un caso excepcional: a lo largo de su ya dilatada carrera, Spielberg se ha encargado previamente de dejar por el camino las suficientes miguitas de pan para que quienes crecimos viendo y amando sus películas sepamos a estas alturas todo o casi todo sobre él. De un modo sutil y transparente a la vez. No hay nada pues que se cuente en “Los Fabelman” que en principio nos deba pillar de nuevas. Gracias a sus películas más icónicas, con el tiempo hemos podido ir descubriendo no sólo detalles de la personalidad del director, sino también episodios concretos de su vida, especialmente de sus primeros años en el mundo. Supimos así de su temprana cinefilia y de su precocidad en el oficio de hacer películas, o de su estricta educación en el judaísmo desde la más tierna infancia. El de Ohio nos habló también entre líneas del bullyng que sufrió durante su etapa adolescente o, con algo menos de sutilezas, del trauma que le supuso,también en la edad púber, el divorcio de sus padres.

Puede que ese “deja vu” constante en la obra spilberiana le reste puntos a una propuesta tan en principio incontestable como esta. A cambio, en “Los Fabelman” nos encontramos con un Steven especialmente cauto a la hora de manejar un material tan sensible como el que tiene entre manos, que reprime como nunca sus ramalazos y sus tics habituales (aunque haberlos también haylos). A pesar de que la ocasión se prestaba, el director se nos muestra sorprendentemente menos tendencioso, manipulador y blandengue que en otras ocasiones (que conste que no siempre ha de verse matiz peyorativo en estos tres adjetivos). Spielberg vuelve a jugar la baza de lo emocional y vuelve a ganar. Nos vuelve a ganar como espectadores.


La diferencia básica estriba en que mientras a Cuarón o a Branagh les puedes respetar más o menos como realizadores y profesionales, lo de Spielberg directamente es otra cosa. A Spielberg lo consideras parte de tu vida y - por qué no - hasta de tu familia, es como ese tío lejano que tienes en América y que de vez en cuando te trae regalos en forma de películas. Por tanto de entrada ya no puedes sentir de la misma forma “Belfast” que “Los Fabelman”. Además un film de Spielberg puede ser bueno, malo o regular, fallido o acertado, mediocre o sublime, lo que nunca puede dejar de ser es una experiencia emocionante. Y cada estreno de Spielberg era (es) siempre un acontecimiento; recuerdas perfectamente en qué cine lo viste, con quién lo viste, si el de al lado hacía ruido con las palomitas o si la sala estaba llena o vacía. Quizá al final lo de menos fuese comprobar que la película no había colmado las expectativas previstas.

Como dice un buen amigo mío, Spielberg tiene el don mágico de volvernos niños antes incluso de que eche a andar el proyector (un señor francés que trabajó con él le dijo “Haz algo con niños” y se sacó de la chistera “ET, el extraterrestre”). ”. En “Los Fabelman”, Spielberg vuelve a su propia infancia que es también un poquito la nuestra. Con la perspectiva del tiempo, que uno ya tiene sus años, uno también descubre que no vivirá un momento más mágico dentro de una sala oscura que aquella primera vez en la que se sentó delante de una pantalla grande esperando a que se apagasen las luces. Lo más cercano a eso es siempre una película de Spielberg. Lo reconocerán incluso quienes hoy han renegado ya definitivamente de él y son más de Albert Serra o Apichatpong Weerasethakul, pero crecieron viendo “En busca del arca perdida” o “Parque Jurásico”. Puede que si le dan una oportunidad a “Los Fabelman” vuelvan a sentir esa magia y a recuperar esa inocencia que un día perdieron entre la penumbra de un patio de butacas.
Juan Solo
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5 de febrero de 2023
40 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay gente que tiene ese don de parecer interesantísima contando sus últimas vacaciones o como fue la fiesta de anoche. Lógicamente, uno suele pensar que la vida entera de sus protagonistas es la hostia. Luego en cambio descubre que detrás de este autobombo hay un trabajo de 8 a 8, dos niños, una hipoteca. La mierda de siempre vamos.

Con Steven pasa lo mismo. Sabe contar historias y consigue que su acampada en familia parezca una risa cuando en realidad debió de ser un coñazo como un piano. La peli es un poco eso: su vida rebosante de banalidad (familia judía cultureta, infidelidades, hostias en el cole) contada como si fuese la mayor aventura jamás vivida.

Pasadas las dos horas, mientras Steven muestra por enésima vez lo mucho que le gusta su cámara, el espectador se sobresalta como si le hubiesen dado una colleja y se pregunta; ¿pero dónde cojones están Indy, Slot Chocolate y el extraterrestre del teléfono? Uno venía aquí pensando que le iban a explicar de dónde sale el néctar de las mejores historias. En cambio, se encuentra con una escena cutre de una tía bailando delante de un coche y otra de bullying escolar que hemos visto por lo menos veinte veces en el cine.

Antes de sentarnos a ver la peli, ya sabíamos que iba a durar dos minutos y que nos meterían un homenaje al cine. Queda muy bien eso de dejar babeando a la tipa que acaba de romper contigo porque siempre pensó que eras un poco pardo, y es extraño ver a Paul Dano hacer de tío normal ¿Pero de dónde cojones te sacaste lo del T-Rex comiéndose a un notas mientras caga en una letrina? No jodas, Steven.

La peli levanta el vuelo al final, cuando por fin Steven muestra algo de la forja del artista que presume ser. Pero uno se queda con la sensación de que toda la peli debió haber sido así, y no el relato de otra vida anodina más.
javi
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