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Los desafíos

Drama Tres formas distintas de ver y expresar cómo una situación que parece normal termina desembocando inexorablemente en un estallido de violencia. Un padre que teme perder una hija. Un marido que se siente engañado. Un viajero que decide que su viaje y el de sus compañeros no tiene por qué continuar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
28 de julio de 2009
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película la componen tres episodios independientes, todos ellos con el sexo y la muerte (Azcona mas tremebundo que nunca) como eje, producida por Elías Querejeta y financiada por el protagonista de los tres episodios, Dean Selmier (el años más tarde “mad doctor “ en el “El colegio de la muerte 1975” de Pedro L. Ramírez y “La novia ensangrentada 1972” de Vicente Aranda) y dirigidos por Rafael Azcona en compañía de los por aquel entonces alumnos de la Escuela Oficial de Cinematografía, Claudio Guerín (el primero), José Luis Egea (el segundo) y Víctor Erice (el tercero).
El primero nos sitúa en un chalet (rodado en las afueras de Madrid) en el que la familia (tanto en la vida real como en la ficción del episodio), compuesta por Carlos (Francisco Rabal), Fernanda (Asunción Balaguer) y Cuqui (Teresa Rabal) reciben la visita de Bill (Dean Selmier), un oficial norteamericano que es un ligue de la chica y que antes de partir hacia Roma a un nuevo destino se pasa a visitarla, iniciándose una extraña relación en la que son evidentes los enfermizos comportamientos y celos del padre y los coqueteos de la madre con el militar.
El segundo arranca con una pareja de turistas norteamericanos, Alan y Bonnie (Dean Selmier y Bárbara Deist) que tras ser sorprendidos curioseando en una finca de reses bravas (rodado en el cacereño pueblo de Granadilla) son invitados por Germán (Alfredo Mayo), el dueño de la finca, a visitar esta, donde vive en compañía de su mujer Lola (Julia Gutiérrez Caba) y Benito (Fernando Sánchez Polack), un recio y curtido capataz y hombre de confianza, y nos cuenta las consecuencias para todos los implicados que tienen las bromas sexuales de los liberados turistas con la gente recia del campo (a mi juicio el mejor de los 3 y por el que un inmenso Alfredo Mayo obtuvo el premio a mejor actor en la edición de 1970 del “Circulo de escritores cinematográficos”).
Finalmente en el tercero vemos a Charlie, Julián, María y Floridita (Dean Selmier, Luis Suárez, Julia Peña y Daisy Granados), 4 jovenes que viven en una especie de comuna (rodado en el segoviano pueblo de Quintanar) con plena libertad sexual y las consecuencias de la decisión de Charlie por querer ser el gallo del corral.
Interesante y entretenida propuesta (sobre todo el segundo episodio) en el que se pueden adivinar algunas de las claves que luego veríamos en la filmografía de los 3 noveles co directores.
tiznao
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17 de octubre de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas de episodios de más relevancia histórica en el cine español por cuanto supuso el debut de Víctor Erice. Se trata de tres episodios dónde se reflexiona acerca de cómo tres situaciones normales desembocan en un estallido de violencia. Por partes:
Primero: dirigido por Guerín. Un padre teme perder a su hija y tras la llegada de su novio extranjero la tensión irá a más. Muy buena interpretación, a la cabeza Rabal haciendo de actor junto a su mujer Asunción Balaguer (ex-actriz también) y su hija Teresa Rabal como el elemento desencadenante del conflicto. De aquí se pueden extraer no pocas y maliciosas lecturas. Guerín define muy bien a los cuatro personajes y desarrolla la acción con pulso y claridad. Es un episodio magnífico, el mejor de los tres.
Segundo: lo único rodado prácticamente por Egea. Un marido sospecha que su mujer lo ha engañado, después que él lo hace continuamente. Alfredo Mayo encabeza el reparto y en un contexto caluroso y rural, Egea logra transmitir la tensión sexual y la violencia a punto de explotar. Un trabajo notable.
Tercero: el capítulo rodado por Erice. Un viajero decide interrumpir un viaje y con ello el de sus acompañantes. En nada prácticamente se parece al depuradísimo cine posterior de su autor. Erice logra misterio y desprende no poca ironía, hasta un surrealismo insólito (el gran protagonismo que se da al mono, a la piara de cerdos...). Sus movimientos de cámara y el uso de algunos planos son muy llamativos, así como de la música. Es el episodio más arriesgado, quizás el menos satisfactorio, pero igualmente bueno. Muy guapa Daisy Granados.
En síntesis: un buen film, con Dean Selmier protagonizando todos los episodios, Azcona colaborando en el guión y el sello de Elías Querejeta, siempre agradable, recorriendo de arriba a abajo todo el film. Fotografía del maestro Luis Cuadrado (de ayudante Teo Escamilla nada menos). Los capítulos tienen varios puntos en común: la violencia, el erotismo, el deseo sexual, la frustración, la infidelidad.
Si el desafío era ofrecer un digno y buen trabajo cinematográfico, los tres cineastas aprueban con notable.
kafka
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26 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra compuesta por tres mediometrajes de tres directores españoles diferentes. Una cuidada producción española de 1969 que reunió a tres de los directores que en el momento tenían más impulso innovador en una época en que no sólo el cine sino la cultura en general estaban lastrados por la censura del régimen franquista.

En el primero de estos mediometrajes, de Claudio Guerín, se nos introduce en un mundo denso y de fuerte tensión entre un matrimonio de actores, hija incluida, y un militar americano que ha aparecido por la casa. José Luis Egea es el autor del segundo episodio que se desarrolla entre una pareja joven de turistas norteamericanos que juegan al peligroso juego de las infidelidades. La tercera entrega para esta trilogía es de Víctor Erice y narra el encuentro en un pueblo abandonado de dos estudiantes españoles con un americano, una chica y un chimpancé.

Una idea fundamental de Querejeta fue dar entrada a realizadores jóvenes y prometedores, que luego tendrían un futuro muy dispar. Claudio Guerín conseguiría un notable éxito con La casa de las palomas (1972), pero falleció al año siguiente durante el rodaje de su segunda película en una fatal caída. Víctor Erice rodó ''Los desafíos'' justo antes de su obra cimera y más conocida, El espíritu de la colmena (1973) a la cual le seguirían El sur (1983) y El sol del membrillo (1992); una larga carrera para tan poca producción concretada en películas. Y José Luis Egea tuvo en ''Los desafíos'' su única y última cinta; gran director con enorme capacidad narrativa como se ve en su capítulo, dejó de hacer cine profesionalmente dedicándose a la publicidad.

La idea de esta obra surgió de unas conversaciones de Querejeta con el actor norteamericano afincado en España Dean Selmier y el Coproductor Bill Bloom que ya había financiado este tipo de películas en Italia. Así, Querejeta, Bloom y Selmier deciden a hacer esta obra episódica, protagonizados los metrajes por el mismo actor (Selmier), lo que iba a dar unidad al conjunto.

Pero justamente buscando unidad, Querejeta decide que sea Rafael Azcona quien básicamente escriba los guiones, en consonancia con el universo-Azcona, y para que los tres mediometrajes tuvieran una semblanza, una impronta equivalente. Por ello que decide también trabajar con el mismo equipo con el que trabajaba, siempre: Primitivo Álvaro como Jefe de producción; un grande y ya clásico Luis de Pablos con la música; excelentes Luis Cuadrado y Teodoro Escamilla con una fotografía esplendente. Y otros. Este equipo hizo meritoria esta película, sobre todo para la época en que se gestó y construyó, tiempos de plomo.

Hablando de Azcona, las tres historias tienen una estructura y también un tema común en consonancia con lo que el guionista escribía en esa época: la obsesión por el deseo, el erotismo, la represión y todo cuanto eso conlleva, en un encuadre de calor asfixiante, igualmente cargado de contenido simbólico. Pero ante todo, las tres historias giran en torno a un extraño que hace su aparición en un lugar o en una familia que desbarajusta la rutina cotidiana, y que hace que los personajes rompan sus hábitos y costumbres e incluso pierdan la moral pequeño-burguesa. Son películas llenas de insinuaciones sexuales pero también de desconfianzas y de rencor, un juego muy peligroso que pone las cosas al borde de un estallido o de un final fatídico. O sea, relatos todos ellos estructurados a partir de un esquema dramático, parcialmente similares, que dieron a la película un sentido genérico. En todas las historias hay cuatro personajes (españoles y americanos) que se relacionan entre sí, con el sexo como leit motiv, que les llevará de una situación aparentemente tranquila, sencilla y sosegada, con una explosión final de violencia y muerte, siendo los americanos las víctimas. No me podido sustraer a que a mi memoria viniera la celebérrima obra argentina Relatos salvajes (2014), por el carácter impetuoso y límite de los relatos de esta obra: ¡quién sabe si Zifrón no había visto esta película antes de hacer la suya!

En el reparto tenemos al actor principal Dean Semier, prácticamente un desconocido, estadounidense y que tuvo una breve carrera, siempre en el cine español. Semier interpreta muy bien el rol de extraño y seductor yanqui, un sujeto capaz de engañar y llevar a los otros personajes circundantes por derroteros insólitos para sus formas habituales de comportamiento. Este rol de cizaña peligrosa lo hace más que mejor. Pero son muy importantes los grandes actores secundarios, como una imponente Julia Gutérrez Caba, una excelente Asunción Balaguer, muy bien Daisy Granados o Fernando Sánchez Pollack, Teresa Rabal que cumple de lujo; Julia Peña, Luis Suárez y Barbara Deist muy bien. En fin, la verdad es que el reparto es magnífico. Pero quiero destacar a Paco Rabal y a Alfredo Mayo, ambos protagonistas de dos de los episodios, representando a personajes engreídos, arrogantes, soberbios y sobre todo, antipáticos; con el añadido de que están interpretando la antítesis del arquetipo que ambos solían representar: en estos papeles ya no son galanes sino gente detestable y antipática.

Estamos ante un obra del mejor cine español de los sesenta que habla de la doble moral de muchos españoles en aquel momento histórico, y del oscuro sistema moral imperante en el que las tendencias naturales humanas, sobre todo el sexo, eran duramente reprimidas por fuerzas políticas, religiosas y policiales incluso, que se avinieron a crear un clima de auténtico ahogo, siempre bajo el rasero de la hipocresía, todo lo cual es denunciado en esta cinta episódica hecha con un enorme talento de parte de todos sus realizadores, actores y demás profesionales que participaron en este trabajo.
Kikivall
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24 de octubre de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco se puede añadir a las muy acertadas reseñas que aparecen aquí, por lo que me limitaré a subrayar lo muy original por intensa que, en conjunto, resulta esta arriesgada película. Obviamente, no será de fácil digestión para todo el público (no perderemos el tiempo en explicar por qué), pero si miras la película sin prejuicios y te pones en la piel del espectador sesentero, te llevarás una muy grata sorpresa al encontrar tres historias tan intensas como bien rodadas. Amor, celos, envidias, pasión, venganza, dominación, egoísmo, frivolidad, poder, paternalismo, infidelidad, desconfianza y, en suma, muchas más cosas. No se puede pedir más en tres historias cortas; lo que demuestra que, habiendo talento, en cine se puede contar mucho en poco tiempo.
En fin, muy buena.
amdg
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22 de diciembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que tiene ese atractivo misterioso característico de las producciones de Elias Querejeta de determinada época y que se divide en tres historias distintas. En la primera lo que se describe es la aparición de un norteamericano con sus costumbres y sus rarezas en una familia típica española y a través del enfrentamiento entre los personajes de Rabal y Selmier se definen muy bien las diferencias de mentalidad que entonces podian tener los españoles con los americanos. Asunción Balaguer está brillante en una creación verdaderamente grotesca y hay algunos encuadres bellos. Su autor Claudio Guerín murió accidentalmente rodando "La campana del infierno" después de haber realizado importantes trabajos televisivos también. En la segunda historia vuelve Selmier a interpretar al americano que aparece dentro de un marco típicamente español estableciendose unas relaciones morbosas entre los personajes. Vuelve a haber belleza formal y el cortometraje resulta bastante divertido especialmente por sus diálogos. Lástima que Egea no volviera a filmar porque habría sido un buen autor. Erice había intervenido en el guión de "Oscuros sueños de agosto" y aquí aprovechó bien la oportunidad ofrecida por Querejeta filmando una historia que sugestiona desde el comienzo y en la que encontramos a Daisy Granados, una actriz importantísima en Cuba y que volvería a conectar con el cine español muchos años después. Erice hace en su episodio un experimento muy curioso.
Cromatico
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