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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama Tres formas distintas de ver y expresar cómo una situación que parece normal termina desembocando inexorablemente en un estallido de violencia. Un padre que teme perder una hija. Un marido que se siente engañado. Un viajero que decide que su viaje y el de sus compañeros no tiene por qué continuar. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra compuesta por tres mediometrajes de tres directores españoles diferentes. Una cuidada producción española de 1969 que reunió a tres de los directores que en el momento tenían más impulso innovador en una época en que no sólo el cine sino la cultura en general estaban lastrados por la censura del régimen franquista.

En el primero de estos mediometrajes, de Claudio Guerín, se nos introduce en un mundo denso y de fuerte tensión entre un matrimonio de actores, hija incluida, y un militar americano que ha aparecido por la casa. José Luis Egea es el autor del segundo episodio que se desarrolla entre una pareja joven de turistas norteamericanos que juegan al peligroso juego de las infidelidades. La tercera entrega para esta trilogía es de Víctor Erice y narra el encuentro en un pueblo abandonado de dos estudiantes españoles con un americano, una chica y un chimpancé.

Una idea fundamental de Querejeta fue dar entrada a realizadores jóvenes y prometedores, que luego tendrían un futuro muy dispar. Claudio Guerín conseguiría un notable éxito con La casa de las palomas (1972), pero falleció al año siguiente durante el rodaje de su segunda película en una fatal caída. Víctor Erice rodó ''Los desafíos'' justo antes de su obra cimera y más conocida, El espíritu de la colmena (1973) a la cual le seguirían El sur (1983) y El sol del membrillo (1992); una larga carrera para tan poca producción concretada en películas. Y José Luis Egea tuvo en ''Los desafíos'' su única y última cinta; gran director con enorme capacidad narrativa como se ve en su capítulo, dejó de hacer cine profesionalmente dedicándose a la publicidad.

La idea de esta obra surgió de unas conversaciones de Querejeta con el actor norteamericano afincado en España Dean Selmier y el Coproductor Bill Bloom que ya había financiado este tipo de películas en Italia. Así, Querejeta, Bloom y Selmier deciden a hacer esta obra episódica, protagonizados los metrajes por el mismo actor (Selmier), lo que iba a dar unidad al conjunto.

Pero justamente buscando unidad, Querejeta decide que sea Rafael Azcona quien básicamente escriba los guiones, en consonancia con el universo-Azcona, y para que los tres mediometrajes tuvieran una semblanza, una impronta equivalente. Por ello que decide también trabajar con el mismo equipo con el que trabajaba, siempre: Primitivo Álvaro como Jefe de producción; un grande y ya clásico Luis de Pablos con la música; excelentes Luis Cuadrado y Teodoro Escamilla con una fotografía esplendente. Y otros. Este equipo hizo meritoria esta película, sobre todo para la época en que se gestó y construyó, tiempos de plomo.

Hablando de Azcona, las tres historias tienen una estructura y también un tema común en consonancia con lo que el guionista escribía en esa época: la obsesión por el deseo, el erotismo, la represión y todo cuanto eso conlleva, en un encuadre de calor asfixiante, igualmente cargado de contenido simbólico. Pero ante todo, las tres historias giran en torno a un extraño que hace su aparición en un lugar o en una familia que desbarajusta la rutina cotidiana, y que hace que los personajes rompan sus hábitos y costumbres e incluso pierdan la moral pequeño-burguesa. Son películas llenas de insinuaciones sexuales pero también de desconfianzas y de rencor, un juego muy peligroso que pone las cosas al borde de un estallido o de un final fatídico. O sea, relatos todos ellos estructurados a partir de un esquema dramático, parcialmente similares, que dieron a la película un sentido genérico. En todas las historias hay cuatro personajes (españoles y americanos) que se relacionan entre sí, con el sexo como leit motiv, que les llevará de una situación aparentemente tranquila, sencilla y sosegada, con una explosión final de violencia y muerte, siendo los americanos las víctimas. No me podido sustraer a que a mi memoria viniera la celebérrima obra argentina Relatos salvajes (2014), por el carácter impetuoso y límite de los relatos de esta obra: ¡quién sabe si Zifrón no había visto esta película antes de hacer la suya!

En el reparto tenemos al actor principal Dean Semier, prácticamente un desconocido, estadounidense y que tuvo una breve carrera, siempre en el cine español. Semier interpreta muy bien el rol de extraño y seductor yanqui, un sujeto capaz de engañar y llevar a los otros personajes circundantes por derroteros insólitos para sus formas habituales de comportamiento. Este rol de cizaña peligrosa lo hace más que mejor. Pero son muy importantes los grandes actores secundarios, como una imponente Julia Gutérrez Caba, una excelente Asunción Balaguer, muy bien Daisy Granados o Fernando Sánchez Pollack, Teresa Rabal que cumple de lujo; Julia Peña, Luis Suárez y Barbara Deist muy bien. En fin, la verdad es que el reparto es magnífico. Pero quiero destacar a Paco Rabal y a Alfredo Mayo, ambos protagonistas de dos de los episodios, representando a personajes engreídos, arrogantes, soberbios y sobre todo, antipáticos; con el añadido de que están interpretando la antítesis del arquetipo que ambos solían representar: en estos papeles ya no son galanes sino gente detestable y antipática.

Estamos ante un obra del mejor cine español de los sesenta que habla de la doble moral de muchos españoles en aquel momento histórico, y del oscuro sistema moral imperante en el que las tendencias naturales humanas, sobre todo el sexo, eran duramente reprimidas por fuerzas políticas, religiosas y policiales incluso, que se avinieron a crear un clima de auténtico ahogo, siempre bajo el rasero de la hipocresía, todo lo cual es denunciado en esta cinta episódica hecha con un enorme talento de parte de todos sus realizadores, actores y demás profesionales que participaron en este trabajo.
Kikivall
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