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Críticas de Kevin Varguez
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
2
22 de febrero de 2018
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los mexicanos sabemos que nuestro cine no está en buena salud. Y no porque no se haga cine, sino porque el cine que sí se hace no es lo que necesitamos. Las películas mexicanas que se adueñan de las taquillas y recaudan millones son todas comedias mediocres sin chiste protagonizadas por actores de telenovelas, con guiones muchas veces tomados (con permiso o sin el) de otras películas extranjeras que fueron éxitos en su país y que las productoras cercanas a Televisa (el cuasi monopolio televisivo en México) reutilizan con menos gracia que las originales. "3 idiotas" "Todos queremos a alguien" "Cómo cortar a tu patán" "Hazlo como hombre" "Cómo matar a un esposo muerto" "Me gusta pero me asusta" "Una mujer sin filtro" entre otras, tan solo en este año, son ejemplo de la terrible y casi grosera baja calidad de nuestro cine. Cine que agrada a las masas y que genera millones de ingresos. El problema de este cine es que con el tiempo baja las expectativas del público, y con ello el buen gusto por el cine de calidad, prepositivo e ingenioso. Hunden al cine mexicano en una mediocridad que no parece tener fin. Nos convierte en consumidores de comida chatarra que acabará por reventar nuestras arterias.

Por otro lado, existe el otro cine, el de autor, el encabezado por personajes como Amat Escalante y Carlos Reygadas, claramente influenciados por el buen cine internacional de todas las épocas, de los grandes directores que quizás no muchos conozcan, pero que fueron parte fundamental del cine y su evolución. Estos directores mexicanos intentar ser originales con golpes de martillo, radicales, provocativos y nada amables con el público masivo. Sus películas rara vez son expuestas en cines comerciales, a menudo recaudan menos de lo que invirtieron (aunque sus recursos provengan del gobierno y otras instituciones), pero logran nominaciones y premios en festivales de cine internacionales.
"La región salvaje" es el ejemplo perfecto de este tipo de cine. Es un película que no se deja ver. No solo porque su dudosa estancia en los cines comerciales fue corta y hasta polémica (Cinemex parecía que no iba exhibirla) sino también por que su guión, forma y escenas no se prestan al consumo del público en general. La gente abandona las salas cuando se harta de ver escenas explicitas de hombres teniendo sexo, o calamares fornicando con mujeres, o planos largos con ausencia de música, y todas aquellas herramientas cinematográficas de las que usa y abusa Amat Escalante.
Es verdad que México necesita buen cine, que es importante apoyar nuestras películas, pero lo más inteligente que podemos hacer por el cine mexicano no es apoyar películas como "La región salvaje". México no necesita películas encriptadas en lenguajes densos y extravagantes que están fabricadas apropósito para causar desagrado y repugnancia al espectador. En este momento de la historia el cine mexicano no necesita un cine que intenta emular al de Andrei Tarkovsky, (que por supuesto considero el mejor cineasta de todos los tiempos), o lo más provocativo de Lars Von Trier (pero sin su talento y contenido) que sólo aleja al espectador promedio, por más premios internacionales que gane y que no significan nada para nuestra industria. Amat es claro, ha dicho que su arte tiene la función de provocar, pero esa provocación ahuyenta el interés por su cine a nivel masivo. Para la región salvaje el promedio por pantalla en su primer día fue de solo 48 espectadores. Pero a Amat Escalante es seguro que eso no le interesa. No hace cine para el espectador mexicano promedio, hace cine para los festivales, pero sobre todo para sí mismo. Amat como muchos otros directores de cine de autor pretenciosos sólo tiene una prioridad: complacerse a sí mismo, retarse, sentirse creador de una obra original que contenga todo aquello que él cree es importante. El gobierno mexicano y otras instituciones le dan dinero a Amat Escalante para hacer el cine que le complazca a él, y sólo a él, (y a unos cuentos jurados claro) sin importar el retorno en la recaudación, sin importar el gusto del expectador, sin importar lo vital que es atraer a los mexicanos al cine de calidad. No le importa desarrollar el gusto de los mexicanos por el buen cine, le da igual si televisa convierte en ignorantes y mediocres a los espectadores, le da igual si nadie mira su película (aunque lucha para que la exhiban).

¿Debemos apoyar el cine que consume recursos y que no se interesa por el público mexicano?

Lo que el cine mexicano sí necesita son películas con guiones originales y buenas actuaciones que puedan ser consumidas por el espectador promedio y que al mismo tiempo su calidad esté por encima de las telenovelas mediocres que nos invaden. Necesita cineastas que se interesen en el público, que construyan una buena historia, con creatividad y buen gusto, sin pretenciones pseudo artisticas y enigmaticas, sin egos, y sin la necesidad de un gran presupuesto. Y es que lo que realmente importa al público son las historias, no el presupuesto. Amat Escalante recibió del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad 8 millones 500 mil pesos y 1 millón 500 mil pesos de Fidecine, fondos del estado que administra el Instituto Mexicano de Cinematografía, más otras instituciones. En total tuvo un costo de 25 millones de pesos. (aprox 1 millon 300 mil dolares), más o menos lo que cuesta hacer películas como la española "Verano 1993", que además de tener nominaciones importantes fue un exito en taquilla, y una gran historia.

El cine méxicano no necesita pseudo Tarkovskys pretenciosos que quieren provocar al espectador en la forma incorrecta, y hacerlos huir de las salas, necesita cineastas de calidad que respeten al público en todos los sentidos.
Kevin Varguez
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La muñeca tetona (C)
CortometrajeDocumental
México2017
6,4
38
6
22 de marzo de 2019
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Interesante corto documental sobre la historia que rodea una fotografía tomada en 1987, donde junto a varios intelectuales, y aquel que se convertiría en uno de los más infames presidentes de México, aparece colada una muñeca de busto desproporcionado. La foto sirve como pretexto para exhibir mediante entrevistas la relación misteriosa entre la política y la cultura en México a finales del pasado siglo. Breve, concisa y certera, como debe ser este género.
Kevin Varguez
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3
22 de marzo de 2019
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"El arte no es entretenimiento", decía mi libro de apreciación del arte. Y es verdad, no todo arte es hecho para entretener en el mismo sentido en que te entretiene un acto circense o un libro de Bukowski. Si bien el entretenimiento no es una cualidad obligada en todo el arte, también es verdad que un producto no hecho para entretener, aburre al espectador y lo ahuyenta. Depende de los espectadores, claro. Para mí, el cine de Tarkovsky tiene una cualidad artística que me atrae y me fascina, pero al mismo tiempo me causa una somnolencia con la cuál combato en sus películas. Es arte, sí, de ese que no está hecho para entretener, y se vale y es necesario.

Cumbres, cuya trama gira entorno a temas tan históricamente excitantes para los espectadores, como un asesinato múltiple, una "huida precipitada" y una hermana que " conduce incansable para salvar a Juliana", suena a algo entretenido, no? Sobretodo polémico, por basarse en un caso real. Sin embargo, no es nada de eso. Es un tipo de cine que no busca entretener, de hecho no estoy seguro de qué es lo que busca. ¿Conocer más a fondo la historia de una asesina y su hermana a modo de reivindicación? ¿Para mostrarnos que a pesar de los actos horribles que podemos cometer seguimos siendo humanos? ¿Que el género del asesino no es relevante o sí lo es en la opinión pública y familiar? No lo sé, lo que sí sé es que incluso con esa fotografía blanco y negro, a veces hermosa, a veces cansina, la película me ha provocado una somnolencia terrible que me obligó a contar los minutos y ha preguntarme si no tenía algo mejor para hacer con este tiempo de vida que le estoy regalando.
¿Y tú, tienes algo mejor qué hacer?
Kevin Varguez
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7
22 de enero de 2019
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"Los años azules" es la película con la que se estrena la directora mexicana Sofía Gómez-Córdova, y es tanto una agradable sorpresa como una bocanada de aire fresco para el cine mexicano. Este tipo de cine es el que realmente necesitamos. Tenemos por un lado el cine mexicano del populacho, donde actores de telenovelas "actúan" en pésimas comedias de mal gusto como "Una mujer sin filtro" o "Tuya, mía, te la apuesto", mientras que por el otro lado tenemos cineastas de festivales como Carlos Reygadas o Amat Escalante, cuyas películas "de arte" son enigmas de tomas largas, silencios y aburrimiento que espantan al público promedio.
Pero de pronto, aparecen en escena nuevos creadores que, sin subestimar al público, cuentan historias tan comprensibles y de tan alta calidad que logran conmover y causar admiración. La clave: hablar sobre lo que realmente conoces. Así es como se hace buen cine. Las historias hollywodenses que se pierden en la memoria, son aquellas de temas rocambolescos y extraordinarios sobre extraterrestes, vaqueros, zombies, artes marciales, y demás, con los cuales una persona promedio no puede generar relación personal alguna, y son meros divertimentos. Por el contrario, las historias intimas, que el creador conoce de antemano, logran la identificación con el público aun cuando éste no haya vivido la misma experiencia que se muestra en pantalla. La sinceridad del creador se revela en el filme, y se aterriza en una realidad donde habitan otras realidades, logrando contagiar el espíritu del cine que tanto lo diferencia de otras artes: la creación del tiempo.
En "Los años azules", Sofía Gómez-Córdova, nos cuenta una experiencia similar a la que ella misma vivió cuando era estudiante y compartía con sus roomies una casa azul muy deteriorada en el Jalisco de su juventud (de hecho la misma casa de la película es aquella donde ella vivió). No hay nada de espectacular en el asunto. Simplemente un grupo de jóvenes compartiendo el día a día, con problemas tan rutinarios como pagar la renta, una bombilla que nadie arregla, una nueva inquilina, el hermano que se ha escapado de casa, el enamoramiento entre los roomies...todo aquello que es tan común entre las personas, entre un grupo de amigos y compañeros. Pero de lo cotidiano surge lo trascendental, cuando esta intima mirada de los personajes logra re-descubrir sus sentimientos, sus aspiraciones, sus errores y dolores, no como un mero drama, sino casi de forma documental, es decir, tal cual es la realidad. Al mirar a estas personas viviendo, nos vemos a nosotros mismos vivir, y de ahí emana el interés por lo que sucede. Una historia que puede gustar a cualquier público y que consigue explorar más allá de lo superficial a sus personajes, es aquello que siempre hemos querido encontrar en el cine mexicano.
La película no sólo tiene una historia bien construida, sino que además, está muy bien ejecutada. Algunos de los planos intentan sugerir que estamos viendo todo desde el angulo del gato que habita la casa. Pero también tenemos tomas panorámicas, primeros planos, imágenes del cielo ocupado por aves, y hasta planos cenitales. Todo envuelto por una fotografía de luces tenues ligeramente azules, que le dan identidad a la película y coinciden con el temperamento casi asolador de sus personajes. Es decir, esta película, para ser la primera de su directora, es un verdadero acierto en casi todos los aspectos.
Hay unos 120 segundos de la película (justo en el nudo de la historia) cuando todos los elementos del filme (dígase actuación, fotografía, movimientos de cámara, música, ritmo), logran confluir perfectamente. Durante estos 120 segundos, la película se eleva a un nivel más allá de lo que naturalmente le corresponde, y se convierte en algo más que una simple "buena película", se convierte en cine puro, es decir, logra crear una esfera de tiempo única que trasciende como arte, como expresión sincera transmutada en cine. Esto da la sensación, la muy corta sensación, de estar viendo un filme de Wenders o de Koreeda, es decir, de algún maestro del cine. Estos 120 segundos son breves, pero dan a entender que la nueva directora tiene un gran potencial que explorar y explotar.
Sófía Gómez-Córdova, hay que aprenderse su apellido compuesto, porque seguro nos dará más buenas noticias.
Kevin Varguez
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7
4 de marzo de 2018
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espero que muchas personas hallan ido a ver Red Sparrow con la inocente idea de ver una película de acción palomitera. Ojalá no hallan escapado de la sala por aburrimiento o verguenza. Esta película combina muy bien a Pasolini con Jean-Pierre Melvill, en tanto que cuida mucho la trama de espias con giros de tuerca, pero al mismo tiempo retrata crudamente las dinamicas entre el poder y el sexo. Y justo en los tiempos en que se "pone de moda" las acusaciones de abuso sexual, que en cierto modo son también abusos de poder. El hombre que mantiene una posición de poder frente a una mujer logra conseguir de ella, ya sea por la via de la fuerza o por la seducción, lo que él desea. Esto me recuerda un dialogo en "The Square" donde el director de un gran museo se acuesta con una reportera, y en una discusión él le dice: "Debes aceptar que tu te acostaste conmigo por mi posición, porque el poder te atrae", y ella no logra negarlo. La relación entre poder y sexo se refleja en esa famosa frase que quién sabe quien la dijo originalmente: "En la vida todo es sexo, menos el sexo que no trata sobre sexo, sino sobre poder". En una escena, Jennifer Lawrence enfrenta a un compañero que intentó violarla. La obligan a que ella le conceda lo que él necesita. (tener sexo con ella?) Pero ella no quiere. Sin embargo, sí se desnuda. Posa frente a él y le dice: "Ahora, ven y tomame". El hombre no logra excitarse y se retira sin tocarla. Ella dice: "Lo que él quiere es poder". Y ese mismo poder, el que confiere el sexo y la atracción, es la principal herramienta que la protagonista utiliza en su trabajo de espia. Ella se dedica a aprender todo sobre lo que cada hombre quiere en particular, y a convertirse en ese deseo, enamorar al objetivo y sacarle información. Deja de ser ella y se convierte en todo lo que "es deseable para el objetivo". Ese es el discurso de Pasolini en la mayoría de sus películas, la deshumanización de la persona a traves del sexo, la negación de la propia existencia, la degradación, el somentimiento hacia el otro. El poder consiste en reducir a otra persona a la insignificancia. Lo que hombres como Harvey Weinstein hacen es aplastar la identidad de las mujeres que tienen bajo su dominio y convertirlas en objetos que funcionen al rededor de sus necesidades, al punto de que se averguencen de sí mismas. "¿Cómo es posible que no dijeran nada? ¿Cómo es posible que hallan caido en tales abusos?" De la misma forma en que el gobierno ruso entrena a sus espias en la película, encerrandolos en un sistema dónde su voz no existe, dónde su voluntad es la voluntad del Estado, y no hay escapatoria que no condusca a la desesperanza o la muerte. "Tu le perteneces a tu país, él te dio educación, una casa, una oportunidad, una vida. Te debes entera a él" Menciona la directora. En la película, la deshumanización de los aprendices de espionaje se logra mendiante la renuncia de la dignidad, de la moral, de todo lo que indique una convicción de personalidad y amor propio. Una vía para entender que la tortura psicologica y sexual no importan si dentro del cuerpo no existe una persona, sino sólo un objeto. Pasolini entendía muy bien la relación entre sexo y poder cuando filmó "Saló, o los 120 días de Sodoma". Sobre ella dijo: «El sadomasoquismo forma parte del hombre. Existía en la época de Sade y existe hoy, pero esto no es lo que me interesa. Me importa el sentido real del sexo en mi película que es una metáfora de la relación entre poder y sumisión. Todo el razonamiento de Sade, el sadomasoquismo de Sade, tiene una función muy específica y clara, la de representar lo que el poder hace del cuerpo humano; el desprecio al cuerpo humano (…), la anulación de la personalidad del otro».
Kevin Varguez
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