Se ha proyectado en el Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICC), An cailín ciúin (The quiet girl), una preciosa película irlandesa de 2022, dirigida por Colm Bairéad, que se sitúa en la Irlanda rural de los años ´80 del pasado siglo.

La trama argumental se centra en Cait es una niña silenciosa y tímida de una familia numerosa, pobre y disfuncional, donde los padres apenas atienden a los hijos. Debido a un nuevo embarazo de la madre, la niña pasará el verano en casa de unos parientes con un matrimonio que perdió a su único hijo. Aquí irá descubriendo un mundo distinto, donde el amor preside la vida familiar. A nuestra cultura mediterránea, puede sorprender las casi nulas expresiones afectuosas de estas otras culturas del norte de Europa, que estallan en el abrazo final que cierra la película.

.Aunque está lejos de ser lacrimógena, es, sin embargo, una película preñada de emociones, con mucho tema para pensar y reflexionar. Narrada de forma sobria, con un excelente pulso narrativo, que te mantiene 95 minutos atento a la pantalla y que se convierte en un canto a la infancia y al amor familiar, y que deja un maravilloso regusto. Una pequeña joya alejada del cine comercial.

Película documental, del director polaco Michal Kondrat, que difícilmente puede analizarse bajo parámetros exclusivamente cinematográficos. Ahonda en el tema de la existencia del llamado "purgatorio" un estado de purificación de las almas, previo al encuentro con Dios. Es evidente que para el no creyente no deja de ser un absurdo, un rosario de afirmaciones imposibles de aceptar. Pero también para el creyente es un film controvertido pues en un tema cuyo contenido no es dogma, no todas las opiniones o afirmaciones pueden ser compartidas. Nos presenta como narradora a una figura histórica peculiar, la polaca Fulla Horak, que en 1935 empezó a tener visiones místicas de santos y luego escribió sobre sus visiones del Cielo, el Infierno y el Purgatorio. Fulla fue luego oficial militar en la Segunda Guerra Mundial, pasó 10 años en el gulag soviético y sobrevivió para morir anciana en 1993. Se acompaña, además, con experiencias de frailes que vivieron con San Pío de Pietrelcina, y comentarios de teólogos y estudiosos.

Más allá de la película, afirma San Juan en su primera carta que "Ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro". El propio Papa Benedicto XVI explicaba en qué consiste el purgatorio "El purgatorio no es un elemento de las entrañas de la Tierra, no es un fuego exterior, sino interno. Es el fuego que purifica las almas en el camino de la plena unión con Dios".

Pues bien, algunas de las propuestas de la película, que en dependencia de quién las formula pueden ser contradictorias entre sí, chocan con este concepto fundamental. Nadie se presenta ante Dios con la piel y la ropa llena de mugre. Es necesario ir aseado y bien vestido. Y esa acción gozosa de ducharnos y vestirnos con pulcritud es la base del concepto de purgatorio, sin más aditamentos, sin sufrimientos ni tormentos, ya que el alma que se encuentra en dicho estado es un alma llamada por Dios a la salvación. En cualquier caso el film tiene su interés para el creyente, porque abre un espacio de reflexión, acerca de nuestra preparación para ese encuentro con Dios

Película totalmente sobrevalorada. Porque cuando una película de humor no consigue arrancarte ni una tímida sonrisa, sino que te deja totalmente frio, algo falla. Quizá sea que yo carezco del sentido del humor. O quizá sea que yo necesito un humor menos franco y más inteligente (en ocasiones la película lo intenta, nunca lo consigue), no una serie de gags de humor vacuo, burdo, ridículo y vocinglero.

Debemos apreciar su originalidad y su intención irónica. No faltan escenas en que detrás del humor malo se advierte una acertada crítica social. Pero poco más. Si llego a verla en la hora de la siesta, me quedo durmiendo.

Película amable, que se ve con facilidad, y donde Alfredo Castellón fotografía aquel ambiente rural de principios del siglo XX en Andalucía, donde primaban los intereses de los señoritos frente a los derechos sociales. Pero quien busque una película acerca de la poesía podría quedar defraudado.
Bien se cuida de no declarar que se base o siquiera se inspire en la vida del poeta al que simplemente llama Juan. Si bien es cierto que Juan Ramón Jiménez, tras la muerte de su padre y la ruina familiar, regresó por un corto periodo de tiempo a Moguer en 1905 y fue allí donde escribió "Platero y yo". Como también es cierto que el paisaje, los recuerdos y el color de Moguer reafirmaron esa primera época del poeta llena de sensibilidad. El problema es que la película no profundiza en ninguno de los temas sobre los que parece andar de puntillas.
Buena actuación de Elisa Ramírez en el papel de Aguedilla, quien en esa supuesta locura, representa la poesía en si misma. Tan pura como incomprendida, tan auténtica como ignorada. Mientras Roberto Camardiel cumple en el papel de Juan, aunque aparece un tanto acartonado y no termina de representar el espíritu del poeta.

Me comentaba una amiga, antes de iniciarse la sesión, que era la tercera vez que veía la película. No me extraña. Porque la película te engancha de principio a fin. Nada más iniciarse la proyección te encuentras inmerso en un ambiente lírico y bohemio, donde tropezamos con todos las esperanzas y los miedos que puede tener cualquier ser humano y el trasfondo de los poemas de Oliverio Girondo, Juan Gelman y Mario Benedetti. Guión, fotografía y música elevan el nivel del film. Buenas interpretaciones de Darío Grandinetti y Sandra Ballesteros.
Un sobresaliente para Eliseo Subiela.