Intrigante película con una buena serie de ingredientes; ingenuidad, maldad, madurez, juventud, manipulación, idolatría, juicio, en fin etc... etc... Todo bien armonizado por Hitchcock y con los actores idóneos para la historia. Una Joan Fontaine que lleva ella sola la película y que interpreta el papel de la joven tímida e indefensa que de repente, del día a la mañana se encuentra con un déspota aristócrata (Laurence Olivier) que hace la excepción con ella. Sin embargo y lejos de quedarse en ese papel anodino, ella se casa y va madurando escena tras escena hasta el punto de llegar a tomar las riendas de su vida y plantar cara a todos aquellos que tratan de hundirla. Así, la historia de amor, (no sé si queda muy grande esta palabra en esta cinta), entre ellos dos se ve entorpecida por una serie de acontecimientos del pasado bien guardados por los secundarios sin los cuales nada hubiera sido igual. La historia en sí, ofrece al espectador no sólo una trama romántica suave, es también una historia de obsesiones y de falsedad, de cómo una mera mansión de ricos oculta tras de sí un microcosmos de pasiones y odios difíciles de desterrar, sobre todo cuando los muertos siguen paseándose por ella (y no es literal). Maravilloso ritmo y un final grande como lo es toda la película.

La película tiene un ritmo lento casi todo el tiempo; esto es lo peor. Tengo que reconocerlo, me gustan las historias imposibles de amores relámpago, este es uno de ellos, ya sabrán por qué. El guion queda corto, en realidad, toda la película queda corta, pero se ve como un melodrama, y eso me encanta por supuesto. Creo que la historia explica muy bien qué es un romance y eso la aleja de la cursilería romántica o de la soez del despecho. Al mismo tiempo, transcurre el drama familiar de la separación; de quienes lo dejan todo de una vez y de quienes no pueden hacerlo, además de la historia terciaria que presenta al personaje de Richard Gere. Con esto se deja claro que los amores vienen del día a la mañana, se esté preparado o no, se haya dejado atrás el pasado o no; nada de - todavía necesito estar solo más tiempo -. Diane Lane, bueno, miren, es que ella lleva la película, qué capacidad de transmitir; porque tiene defectos pero es seria desde luego. Por último, recuerdo la escena de las cartas en forma de cameo de novela espistolar, y aquella en el muelle; un muelle que termina al infinito.

Creo que esta película tiene carisma repartido entre iconos de fin de siglo XX; la suma de estos da un apartado artístico genuino y variopinto. Es un gusto ver a Mel Gibson en un papel a su medida, explicando al resto del mundo la batalla de los sexos, esta vez desde la perspectiva femenina. La historia es inteligentemente profunda en escarbar los sentimientos de personas que se atraen pero con un muro laboral de por medio que les impide ser sinceros; creo que este es el verdadero argumento en superficie. Creo también que el elemento de ficción no hace más que simbolizar las conjeturas que todo hombre se hace sobre las mujeres, cómo todo cambia cuando se conoce a los demás. Nancy sabe perfectamente como aderezarlo con música clásica y consiguió que la película pareciera más antigua de lo que era, año 2000, yo la colocaría años antes. La escena de la habitación y el baile es preciosa viendo cómo vuelan los sentimientos de Nick, incapaz de controlar todo lo que conoce de Darcy. En resumen, anhelo del cine romántico de los '90, y la sensación de que todos podemos ser mejores personas cuando escuchamos a los demás.

Drama autocrítico sobre la celebridad en el mundo del cine. Gloria Swanson interpreta magistralmente a una actriz caída incapaz de afrontar la realidad de cambio en el cine así como su propia madurez. Una persona aislada y fantasiosa que sólo vive del recuerdo del pasado que no volverá. Esta película representa a groso modo la infelicidad de todas aquellas personas que jamás logran ser felices porque jamás son capaces de valorar el presente. Es el retrato de la enfermedad de la fama y sus secuelas. William Holden tiene su propia historia de error y fracaso. Un guionista ambicioso y deslumbrado por lo que nunca pudo tener, que ve en la manipulación la única manera de triunfar. Podría decirse que su sinceridad y honestidad va inversamente proporcional a la de Norma Desmon (Gloria Swanson). Un cruce de caminos donde dos individuos caminaban en direcciones opuestas, pero que llegados al encuentro, se necesitan y quedan unidos por su propio fracaso profesional. Escenas memorables como la del proyector, o la bajada de la escalera. A mi me gusta especialmente la del salón y la orquesta porque muestra perfectamente la soledad de sus protagonistas, y su lazo de unión inevitable. Buen guión, buen ritmo, una cinta íntima y trágica.

Si ha leído el libro, vea esta película, es un fiel calco de su historia y de sus personajes. No conozco ninguna versión que supere a esta. De hecho me dio pena saber que inicialmente la película fue amputada media hora por exigencias comerciales, así que si echa en falta alguna escena no le eche la culpa al director. La puesta en escena es magistral, la banda sonora si acaso más. Notará en ciertas escenas cierta tendencia al video-clip pero estamos a finales del siglo XX y eso se nota. Su lenguaje es filedigno y su narración es tal y como uno la lee, es decir, epistolar. Esta película durará décadas antes de que otra versión pueda sustituirla, si es que puede. No se la pierda porque es una de las pocas veces en la que una versión cinematográfica supera a su versión literaria.