Intrigante película con una buena serie de ingredientes; ingenuidad, maldad, madurez, juventud, manipulación, idolatría, juicio, en fin etc... etc... Todo bien armonizado por Hitchcock y con los actores idóneos para la historia. Una Joan Fontaine que lleva ella sola la película y que interpreta el papel de la joven tímida e indefensa que de repente, del día a la mañana se encuentra con un déspota aristócrata (Laurence Olivier) que hace la excepción con ella. Sin embargo y lejos de quedarse en ese papel anodino, ella se casa y va madurando escena tras escena hasta el punto de llegar a tomar las riendas de su vida y plantar cara a todos aquellos que tratan de hundirla. Así, la historia de amor, (no sé si queda muy grande esta palabra en esta cinta), entre ellos dos se ve entorpecida por una serie de acontecimientos del pasado bien guardados por los secundarios sin los cuales nada hubiera sido igual. La historia en sí, ofrece al espectador no sólo una trama romántica suave, es también una historia de obsesiones y de falsedad, de cómo una mera mansión de ricos oculta tras de sí un microcosmos de pasiones y odios difíciles de desterrar, sobre todo cuando los muertos siguen paseándose por ella (y no es literal). Maravilloso ritmo y un final grande como lo es toda la película.